Raúl Arévalo no solo es un prometedor actor con estupendo presente, también es un tipo listo. Con poco más de 30 años ha trabajado ya, sin hacer ruido pero con paso firme, con los mejores directores y compañeros de reparto del panorama español. Pero como además tiene dentro un director (sus comienzos en el cine fueron por los senderos de la dirección de cortometrajes), ha ido aprendiendo y adaptando a su propia visión elementos de todos estos reputados realizadores sin prisa y sin pausa hasta poder darse el gustazo de ponerse detrás de la cámara con garantías de éxito y financiación. Lo ha conseguido y el resultado es impresionante. Y por si no fuera evidente por lo ya enumerado que es un tipo listo, en su primera película, muy centralizada en la labor del reparto, se ha ido sin pensárselo a Antonio de la Torre para que le interprete un caramelo de protagonista. Para qué va uno a arriesgarse cuando conoce y ha trabajado con el mejor actor posible para este papel… Pues eso.
Tarde para la ira muestra con su estética sucia y granulada de trhiller de extrarradio, cámara en mano y aportando la visión objetiva del espectador, que el cine de Arévalo se encuentra aparentemente más cerca del de Alberto Rodríguez o incluso del de Daniel Sánchez Arévalo que del cine de Almodóvar, pero de todos se aprende y a nadie parece haberle hecho ascos esta nueva gran esperanza del cine español.
En lo referente a lo que relata este proyecto, los focos se sitúan, tras un comienzo de metraje muy potente con meritoria escena de persecución y delicioso giro panorámico de cámara dentro de un coche en la misma, en las consecuencias de un intento frustrado de atraco a una joyería. Curro (magnífico Luis Callejo) es el que esperaba fuera en el coche para la huída y al único que atrapan, y tras un largo paso por prisión tiene que enfrentarse a su vida en libertad, a la adaptación a su familia y a algún fantasma del pasado encarnado por el personajazo del excelso Antonio de la Torre, un actor capaz de parecer un tipo normal y a la vez un desequilibrado peligroso en la misma película y en cuestión de segundos. Y todo ello haciendo sencillo lo más difícil que tiene un intérprete: lograr naturalidad. Por eso, por lo bueno que es, De la Torre es un especialista en meterse en la complejísima piel de sujetos aparentemente normales y corrientes. También Ruth Díaz, premiada en el último Festival de Venecia, hace un excelente trabajo de contención y realismo con su mujer del exconvicto. Queda así cristalino lo trascendente del plantel de esta cinta para el éxito de transmitir al espectador, y afortunadamente el proyecto lo logra con suficiencia.
No oculto pues mi fascinación por este relato sencillo y algo lineal sobre la venganza, la desesperación y la familia, especialmente cuando me acuerdo de algunos de los últimos "regalitos" transoceánicos que nos han llegado en los últimos tiempos como rutilantes estrenos rodeados de pompa, ruido y mucha mercadotecnia. Llámenme ingenuo si quieren, pero también en este ámbito considero, aunque a veces obligada por la falta de medios, que la sencillez es una escasa virtud.
Dirección: Raúl Arévalo. País: España. Duración: 92 min. Género: Thriller. Intérpretes: Antonio de la Torre, Luis Callejo, Ruth Díaz, Raúl Jiménez, Alicia Rubio, Manolo Solo, Font García. Guión: Raúl Arévalo y David Pulido. Fotografía: Arnau Valls Colomer. Música: Lucio Godoy. Estreno en España: 9 Septiembre 2016.