Revista España
Tarifa es la puerta entre dos continentes: recibe a los europeos que desean viajar a África, y de igual modo acoge a los africanos que llegan a Europa.
Tarifa existe aún antes de la escritura misma, como demuestran las pinturas rupestres de la Cueva del Moro, el santuario paleolítico más al sur del continente, exponente del denominado “arte sureño”. Por su parte, el enclave de Baelo Claudia, declarada Bien de Interés Cultural, atestigua el paso romano.
El municipio debe su nombre a Tarif ben Malek, lugarteniente de Tarik que se asentó en la zona.
Del largo conflicto medieval, la ciudad heredaría monumentos como el Castillo de Guzmán el Bueno, levantado en 960. Esta tradición militar ha estado presente hasta nuestros días, con numerosas edificaciones defensivas entre las que cabe destacar la de la Isla de las Palomas.
Las costas de Tarifa son famosas por sus arenas doradas, sus limpias aguas atlánticas y el viento que las agita.
Las playas de los Alemanes, Bolonia, Valdevaqueros o los Lances se encuentran en el ideario colectivo como ejemplos de tranquilidad.
Los visitantes que se decanten por disfrutar a fondo de la oferta medioambiental tienen la posibilidad de contratar paseos marítimos para avistar cetáceos en el Atlántico. A ello hay que sumar los dos parques naturales en el término municipal: Los Alcornocales y el del Estrecho.
El potente viento que sopla en las playas de Tarifa permite la práctica de multitud de deportes acuáticos.