Esta semana el gobierno húngaro ha presentado su nuevo y polémico impuesto a Internet, que entrará en vigor a partir del próximo mes de Enero. La medida no ha llegado por sorpresa: hace 2 años Fidesz ya gravó los sms con 1 forint por cada mensaje enviado y las llamadas con otro forint por cada minuto de conversación. Además quiso aplicar más impuestos a las conexiones de Internet, aunque al final esto último no prosperó. Ahora ya puede decirse que han cerrado el círculo.
Apenas unos días después de arrasar en las elecciones locales de Hungría, el gobierno encabezado por Viktor Orbán ha decidido aplicar un impuesto de 150 forint (0,48 €) por cada gigabyte de tráfico generado en Internet, hasta un máximo de 700 forint mensuales (2,30 €) para los clientes particulares y 5.000 (15 €) para las empresas. Obviamente los ciudadanos esperan que finalmente este importe sea trasladado a las facturas por las teleoperadoras. Este tipo de impuesto es algo insólito a nivel mundial, y ha llegado a los medios de casi todo el mundo. En muchos países ya se están temiendo que cunda el ejemplo en sus respectivos gobiernos.
En principio, el objetivo de la medida es meramente recaudatorio (no olvidemos que Hungría es uno de los países de Europa con más impuestos, sobre todo desde la llegada de Fidesz al poder en 2010), aunque dado el talante autoritario del gobierno húngaro algunos lo han interpretado como una vuelta de tuerca más a la libertad de información, pues especialmente el sector de las telecomunicaciones ha sido siempre uno de los más golpeados: además de los mencionados a los sms y las llamadas, hace poco impuso un nuevo impuesto a los medios de comunicación de hasta un 40% de sus beneficios, que afectó sobre todo a los medios privados, en especial al grupo RTL, uno de los más críticos con el gobierno. No obstante, nadie se libró de esta tasa, incluyendo los canales públicos. Por último, mencionar que el tráfico de datos de portales informativos, foros y demás es bastante reducido, (comparado con, por ejemplo, descargarse una película), por lo que no tiene sentido que si se busca limitar el acceso informativo se castigue el consumo total de Internet. Todo pinta, insisto, a una medida recaudatoria.
También se comenzará a gravar la producción de pálinka casero (una práctica generalizada en la Hungría rural), aunque en este caso la orden viene de la Unión Europea, ya que Hungría era el único país de la UE que no cobraba impuestos por destilar aguardiente para consumo propio.
Más y más impuestos, por si el 27% de IVA no era suficiente (este tipo se aplica a muchos alimentos y la hostelería, en realidad a casi todo), o el famoso IFA (un impuesto turístico que encarece en 300 y 600 forint por persona y noche el alojamiento en hoteles y pensiones de todo el país) entre muchos otros, ahora le toca el turno a Internet. ¿Qué será lo siguiente?