En sus estatutos se recogen:
- el descanso estival, muy merecido, del electrodoméstico comúnmente conocido como horno.
- la adopción y recolección de recetas frescas y ligeras.
- la declaración temporal como ingredientes non gratos de la manteca, mantequillorra, y similares productos altamente calóricos y caloríferos.
- la posibilidad de mandar los 3 puntos anteriores al cuerno en situaciones de emergencia.
La tarta que os traigo hoy cumple todas las características, y además la de ser inventada, porque nos pilló sin leche condensada en casa, cuando siempre la hay, y tuve que improvisar un poco con lo que había e implorar la intercesión divina para que no quedara un churro. Afortunadamente, después de pasar una noche entera en la nevera, pasó de estar blanducha a firme, y logró variados cumplidos del clan familiar, así que ha pasado el corte y os la puedo explicar aquí.
Tarta de queso y frambuesa (sin horno):
Dificultad, así de primeras: chupada, para hacer con niñosProbabilidad de complicaciones: el blandiblú de la gelatina. Presentación: genial. Sabor: ohhh! ahhhh!. Recetas de inspiración: yo mí me conmigo y la sapiencia culinaria general
Ingredientes
Ganas
12 o 15 galletas maría125 gr. de mantequilla
400 gr. de queso Philadelphia o similar (2 tarrinas)
un brik pequeño de nata para montar, fría
100 ml. de leche
5 cucharadas de azúcar, y a partir de ahí, al gusto
frambuesas
7 hojas de gelatina sin sabor
frambuesas
mermelada o puré de frambuesas (la fruta se puede cambiar)
3 hojas de gelatina sin sabor
Preparación:Lo primero, hay que forrar un molde desmoldable con papel de aluminio por debajo. Si no tenéis recipiente desmoldable o un aro, luego os va a ser muy difícil sacar la tarta sin chafarla... ¡yo aviso!
Para desmenuzar las galletas: lo mejor es meterlas dentro de una bolsa de congelar, cerrarla y dar golpes con un rodillo o instrumento similar, apretando bien hasta que queden con la textura del pan rallado. A esto y a más cosas, me ayudó mi sobrina Leire que es un sol!
En el microondas o al fuego, derretir la mantequilla y echarla sobre las migas de galleta, mezclando bien y hasta que no quede líquido y toda la masa esté impregnada de mantequilla. Después, colocar la galleta en el fondo del molde y aplanar bien, cubriendo todo el fondo. Meter en la nevera para que se endurezca mientras seguimos con el resto.
Las hojas de gelatina hay que remojarlas en un bol de agua fría para que se ablanden, pero tampoco tenéis que dejarlas más de 5 minutos dentro: entonces ya no se puede desechar el agua y quedarte con la gelatina, más bien se ha creado un blandiblú unificado.
El queso lo echamos en un bol y lo batimos bien hasta que quede una crema espesa y tersa. Aparte, ponemos a calentar en un cazo al fuego la leche, en la que diluiremos la gelatina (ya sin agua) y el azúcar.
Este mezcla caliente (pero no hirviendo! que no hace falta...) la vertemos sobre el queso y mezclamos. Como en este momento la cosa resultante habrá pasado a un estado bastante líquido, es mejor verterla en un recipiente alto o el mismo vaso de la batidora y batir con ella. Agregamos la nata fría y seguimos batiendo para que se semimonte. Podéis probar el sabor por si queréis echarle en este momento más azúcar, y se pueden añadir también frambuesas u otras frutas que teñirán la mezcla de un ligero rosa.
Sacamos el molde de la nevera y vertemos la masa de queso sobre el fondo de galleta, para volver a meterla a la nevera. Yo aquí decidí introducir dentro de la masa frambuesas, apretando con cuidado hacia dentro. Cuantas más mejor, porque más bonito quedará el corte.
El toque final: podéis echarle simplemente mermelada por encima, pero queda más presentable si convertimos la mermelada, o el puré de fruta en gelatina. Para ello, tenemos que poner a remojo las 3 hojas restantes de gelatina en agua fría. Mientras, calentamos parte de la mermelada al fuego y aquí diluimos la gelatina ablandada. Entonces podéis echar más mermelada o frutas enteras (yo puse unas poquitas grosellas en el centro), y pasar a echarla con cuidado sobre la mezcla de queso refrigerada.
Voilà! Ya la tenemos hecha! Sólo hay que dejarla una noche o unas 12 horas en la nevera para que coja consistencia y se enfríe.
Espero que os guste ¡y os refresque!