¡Uy! En esta entrada tengo tantas cosas para contarles que no sé si podré con todo. Veamos... Lo primero es decirles que la receta que les preparo hoyes de celebración porque este blog, esta semana, ha cumplido 5 añitos. ¡¿Qué me dicen?! Cinco años de recetas, de compartir cocina, ingredientes y aventuras gastronómicas con amigos de todas partes del mundo. ¡Pero, si me he sorprendido traduciendo comentarios y mensajes en polaco, esloveno y ruso! La verdad es que cuando comencé este blog no tenía ni idea de hasta dónde llegaría, ni cuánto disfrutaría trabajando en él... Y aquí me encuentro, 5 años más tarde, repleta de proyectos, planes e ideas para llevar adelante aquí y a partir de este espacio.
¡Gracias! ¡Muchas gracias a todos los que me acompañan desde el principio, a quienes se han convertido en amigos muy queridos pese a que nos separa un océano de distancia y no nos conocemos los rostros, a quienes, semana a semana, visitan mi cocina y me dejan sus comentarios y a quienes se toman el tiempo de pasear por mis recetas, recreándolas en sus propias cocinas! Gracias a todos porque sin ustedes allí, todo esto no sería más que un montón de palabras :D Como toda celebración de cumpleaños requiere de torta o tarta para que la fiesta tenga un broche de lujo (aunque nos quedemos de copas y charla mucho tiempo más), hoy les propongo una de mis tartas favoritas (bueno, no será mi cumpleaños, pero es el de mi blog...). Cremosa, con el dulzor justo, bien húmeda, con sorpresa incluida (de las que da gusto encontrarse) y un balance interesante entre sabores ácidos y dulces, más texturas crocantes que dejará a todo amante de las cheesecakes/tartas de queso pidiendo otra porción ;)
Así, a simple vista, muestra poco. Y, justamente, ésa es la gracia de esta tarta de queso, porque en el momento mismo de cortar las porciones e ir sirviéndola, la sorpresa comienza a develarse, convirtiendo al trámite en un momento de sublime revelación.
Ya les he contado que mi madre - descendiente de italianos y albaneses - ama la ricota/requesón al punto de comerla así, a cucharadas, sin más propósito que las ganas de zamparse un buen bocado de este particular queso. Pues, entonces, en esa parte de mi familia la ricota/requesón forma parte de los recetarios dulces y salados de abuelas, bisabuelas, tías y madre (¡Claro! No podía faltar la torta de ricota de mi mamá que es uno de los pecados más sublimes de la pastelería mundial). Entonces, criada con esta premisa, quien suscribe no come la ricota/requesón a cucharadas, pero la incluye en innumerable cantidad de preparaciones porque sí, porque es sabrosa y enriquece todo lo que toca. Entre ellas, esta tarta con sorpresa que cada vez que preparo desaparece a la velocidad de la luz :)
En fin... Me dejo de charla y nos ponemos a cocinar para disfrutar y festejar juntos al final del recorrido ;)Vamos a comenzar realizando la masa de esta tarta porque es muy fácil, sana y rendidora; ya verán que les resulta práctica para utilizar en otras preparaciones también.En un bol, disponemos 2 cucharadas de azúcar integral/mascabo junto con 60 cc. de aceite neutro (el de su preferencia; yo utilicé de coco en estado líquido). Con batidor, disolvemos el azúcar e incorporamos 180 cc. de agua potable tibia y 1 cucharada de extracto de vainilla. Mezclamos bien y añadimos de a poco 180 gramos de harina integral fina, tamizada junto con una pizca de sal, 2 cucharadas de cacao amargo en polvo y 135 gramos de harina leudante (que incluye leudante/levadura químico).
Con la ayuda de un cornet/espátula de pastelería, formamos un bollo. Si fuera necesario, vamos agregando algunas cucharadas más de harina leudante para armarlo (como siempre les digo, esto dependerá de la altitud del lugar en el que se encuentren, la humedad ambiente, la molienda de las harinas y algunas otras cuestiones).Después de amasarlo algunos minutos, debe quedarnos un bollo de textura lisa y suave, que envolvemos en papel film y lo llevamos a descansar a la heladera/nevera/refrigerador por unos 15 minutos.
Pasado ese tiempo, estiramos la masa con palote/palo de amasar/rodillo sobre la mesa de trabajo, ligeramente enharinada, y cubrimos un molde enmantecado y enharinado previamente. Ayudándonos con las manos, acomodamos bien la masa para que copie la forma y las muescas del molde. Finalmente, la pinchamos con un tenedor por toda su superficie y llevamos a cocer en un horno precalentado a 180° C por unos 5 minutos. Sólo buscamos que haga, apenas, un poquito de piso y que pierda un poco de humedad la masa para que no quede blanda cuando la cubramos con el relleno.
Entretanto, preparamos la crema que servirá de relleno para la tarta. Para ello, mezclamos en un bol 500 gramos de ricota/requesón (en mi caso, utilizo una ricota magra, baja en sodio y descremada) junto con 400 gramos de queso crema (no es necesario que sea tipo americano), 3 huevos (pastoriles/ecológicos/de gallinas felices), la ralladura de una naranja, 2 cucharadas generosas de almidón de maíz y 200-225 gramos de azúcar. Con batidor, integramos bien para que no queden grumos y reservamos.
Una vez que la masa haya enfriado, cubrimos la base con una abundante capa de dulce de leche repostero. Después, acomodamos nueces Pecan todo alrededor del borde de la tarta y, finalmente, volcamos la mezcla de relleno que habíamos preparado y reservado.
Llegó la hora de la verdad: Llevamos la tarta a cocerse en un horno a 160° C por unos 80 minutos o hasta que el centro todavía esté con algo de textura de flan (al mover la tarta, acusa recibo) mientras que el resto se mantiene más firme. Apagamos el horno y dejamos que la tarta se enfríe allí para evitar que se resquebraje la superficie.
Una vez fría, la mantenemos en heladera/nevera/refrigerador, pudiendo servirla a temperatura ambiente o fría. No requiere de acompañamiento porque está llena de sabores; pero, si son golosos a más no poder, les recomiendo que la acompañen con salsa de chocolate o caramelo y bananas caramelizadas o crocante de nueces Pecan.
Algunas observaciones y recomendaciones finales: Como les dije al inicio, la masa de la tarta pueden utilizarla para cualquiera otra preparación. Combina muy bien con las distintas variantes de cheesecakes, tartas con frutas y cremas pasteleras tradicionales, saborizadas (chocolate, naranja, dulce de leche, coco...) o diplomata. De igual modo, es perfecta para preparar pasta frola de dulce/carne de membrillo o batata/boniato/camote.De cualquier manera, si así lo prefieren, pueden prepararla con sabor a vainilla (empleando las semillas de una vaina, en lugar de extracto), sin cacao amargo, reemplazando parte de las harinas por harina de almendras o nueces (los frutos secos muy bien molidos), con ralladura de cítricos (naranjas, mandarinas y limones) y cardamomo...
En caso que no les guste el dulce de leche (hay algún que otro terrícola que puede afirmar esto, pero no son fáciles de encontrar) o que no consigan uno con buena consistencia para que soporte la cocción y el posterior corte sin derramarse en el plato, pueden reemplazarlo por la mermelada o confitura de frutas de su preferencia (frutos rojos, moras, naranjas, ciruelas o frutos del bosque, por ejemplo, combinan muy bien con la ricota/requesón y las nueces Pecan).Entretanto, las nueces Pecan/pecanas pueden sustituirse por, chocolate semiamargo o blanco picado, nueces comunes o por crocante de almendras, nueces, pistachos, nueces de Macadamia...
Asimismo, dejamos enfriar la cheesecake dentro del horno apagado por varias razones que se resumen en una sola, la primordial: que la superficie de la tarta no se resquebraje. Con los cambios violentos de temperaturas, las tartas de queso suelen resquebrajarse; dentro del horno, mientras termina de solidificar el relleno y se va enfriando gradualmente, la temperatura no sufre variantes bruscas que puedan perjudicar la superficie de la tarta. Además, el corazón todavía flojo, durante ese tiempo, terminará de solidificarse, quedando jugosa y en su punto ideal.
Espero que se sumen a los festejos por el cumple-blog de Bouquet Garni Recetas, preparando esta tarta de ricota/requesón con sorpresa que, seguro, les va a gustar mucho porque, como ya les dije antes, aunque cuenta con una buena capa de dulce de leche, la acidez de los quesos - unida a la ralladura de naranja que, además, aporta mucho perfume a la mezcla - equilibra el gusto final en boca, haciendo de esta cheesecake un pecado que bien vale cometer y compartir (porque seremos pecadores, pero no egoístas Jajaja).
¿Qué les parece mi propuesta? ¿Les gusta la combinación de sabores? ¿Se animan a prepararla? Les garantizo que puede ser un magnífico broche de oro para una comida informal, el regalo ideal para un té con amigas o la excusa perfecta para preparar un rico capuchino que nos permita conversar largo y tendido mientras comemos un rico trozo de tarta...
Y con esta receta, más los festejos de aniversario, me despido hasta el mes de marzo porque esta cocinera (su mente y cuerpito enteros) piden a gritos descanso y vacaciones. Tengo muchísimos planes para concretar este año, pero antes necesito reponer fuerzas, desconectarme de la cocina, de la PC y casi del mundo. Seguramente, les contaré por Instagram alguna cosilla interesante que valga la pena compartir por donde me encuentre paseando, pero sin un plan fijo ni demandante porque, justamente, lo que necesito es desconectarme.
Les voy a extrañar, eso es seguro ;) Mientras tanto, cuídense, pásenla lindo, disfruten junto a sus seres queridos y no se olviden de experimentar en la cocina porque siempre sale algo bueno de allí. Nos reencontramos la semana del 6 de marzo. ¡Hasta entonces! ;)
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