Como no sólo de cremita de calabaza vive el hombre, y sobre todo pensando en el próximo confinamiento, es necesario reactivar nuestro recetario de tartas y panes varios para seguir manteniendo nuestras lorzitas al día aunque a este paso se nos quede chico hasta el edredón nórdico...que total, si no nos ve nadie ni podemos ir a ningún sitio, por lo menos disfrutemos con el pecado de la gula.
Si ya intentamos descorazonarte para que no probaras la tarta de queso quemada, ésta es igual de peor y va directa a colapsarte las venas para conseguir una muerte lenta, pero muuuuuy pero que muuuy dulce y adictiva, así que bajo tu responsabilidad queda....si no es un virus invisible, por lo menos que te mate un subidón de azúcar, pero que te pille con la barriga llena.
Ya sabéis que por lo normal nos gusta utilizar ingredientes de temporada, ya que están en su punto óptimo y son fácil de encontrar al mejor precio que uno fuera de temporada e incurre en gastos extras de importación y conservación. Las calabazas que vamos a usar hoy son de cultivo propio, en un trocito de nuestro campo de aguacates, tenemos un huerto con distintas hortalizas que vamos rotando según la temporada, pero para los que no tengáis campo, ¿sabéis que también las podéis cultivar en macetas? Escoge la variedad que mejor os convenga según vuestro clima y animaos a disfrutar también de la jardinería, ya veréis lo que relaja.
Éstas que vamos a usar son de la variedad cacahuete, se llaman así por su forma exterior, y una vez recolectadas se conservan durante bastantes meses en la alacena para ir usando durante el otoño e invierno. Pero puedes usar la calabaza que mejor te venga o te guste, en realidad vale casi cualquiera.
Antes de nada, también advertiros que todos los ingredientes deben estar a temperatura ambiente y que aunque la lista de ingredientes es larga, no tiene ninguna dificultad. Si os gustan las especias, bien podéis transportaros a la India en un sólo bocado y sorprender a todos vuestros invitados con un resultado casi profesional.
Tiempo: 15min. preparación, 50-60min. cocción
Ingredientes (+/- 12 servicios):
Crema:
- 500g calabaza
- 450g queso crema
- 3 tazas azúcar
- 3/4 taza de harina (+/-3 cucharada sopera )
- 6 huevos
- 2 cdta canela
- 1 cdta jengibre
- 1 cdta nuez moscada
- 4 ó 5 clavos
- 4 ó 5 cardamomo
- 1 cdta semillas de anís
- 1 vaina de vainilla o 2 cdta de extracto de vainilla
Base:
- 3 tazas de harina de almendra
- 3 tazas de harina de trigo
- 1 y 1/2 taza de azúcar moreno
- 250g de mantequilla
- 1 huevo
- 1 cdta de canela
- Pizca de sal
- Pizda de bicarbonato
Cobertura:
- 1 taza de azúcar
- 1 taza de nata
- 1 cdta mantequilla
Opcional: mermelada de calabaza, almendra garrapiñada.
Y ahora, después de leer este rosario de ingredientes casi más largo que las etiquetas de las bragas del oysho, ve poniendo el horno a calentar a 175º mientras preparamos el resto de ingredientes.
Trocea la calabaza, puedes hervirla durante unos 10-15min o ponerla al microondas tapada durante 6-7min hasta que esté tierna. Reserva las semillas para secar y replantarlas, o puedes tostarlas en el horno con las especias que más te gusten o simplemente sal para conseguir un snack casero. Deja que se atempere una vez lista para manipular la calabaza, así evitamos quemaduras.
Mientras vamos a preparar la base de la tarta. En un recipiente vamos a mezclar la harina de almendra molida con la normal de trigo de siempre, una pizquita de sal y otra de bicarbonato, el azúcar moreno (hemos escogido uno especial para galletas...queda más crujiente luego, aunque no es imprensindible), la canela, la mantequilla en pomada y por último el huevo. Esta masa es mejor dejarla reposar unos minutos en el frigo para que la mantequilla se compacte y sea más fácil forrar después el molde. Si no queréis usar la harina de almendras, podéis hacer la base de masa quebrada normal.
En un recipiente amplio, pon la carne de la calabaza ya separada de la corteza. Una vez cocinada es mucho más fácil de desprender que estando en cruda, suele ser muy dura y si no estáis muy duchos con los cuchillos, es mejor evitar accidentes. Ahora añadiremos básicamente el resto de ingredientes del relleno (que deben estar a temperatura ambiente): el queso crema, los huevos, la harina y el azúcar. Puedes triturar con la batidora para que quede todo completamente homogeneizado.
Las especias, en la medida de lo posible, es preferible molerlas o machacarlas justo al momento de usarlas, así siempre guardan todo su aroma. Machaca el cardamomo y deshazte de la corteza, tritura bien las semillas junto con el clavo y el anís. Ralla o muele la nuez moscada y la canela. Raspa las semillas de la vainilla o usa la esencia que ya viene preparada. El jengibre esta vez sí que lo necesitamos seco, el fresco nos daría un sabor más cítrico y picante que no nos conviene para balancear los sabores.
Puedes añadir las especias antes o después de batir el resto de la crema, pero en cualquier caso, asegúrate que todo queda bien mezclado y no hay grumitos, deben quedar bien repartidas por toda la masa del relleno.
Ahora es tiempo de ir montando. Es preferible usar un molde antiadherente y desmontable para facilitar luego sacarla. Os recuerdo que para forrar un molde cualquiera, es más fácil si mojáis el papel de hornear y lo arrugáis para estrujarlo. Al humedecerse es mucho más fácil darle forma y que cubra todo el molde, o al menos la base inferior.
Extenderemos la masa de galleta por la base y los laterales intentando que todo tenga el mismo grosor y quede bien repartida.
Luego vertemos el relleno y golpeamos la base varias veces para que salgan todas las posibles burbujitas.
Hornearemos a 175º (mi horno tiene aire forzado y es de bandeja giratoria) a media altura durante 60min. Tiene que dorar ligeramente por todo el exterior y que se haga la galleta bien, daos cuenta que hemos echado el relleno con la masa en crudo, por lo que se ablanda un poquito y necesita algo más de tiempo. Si hubiéramos horneado la galleta un poco sin el relleno, y siempre pensando en los menos acostumbrados a cocinar, se os van a bajar los laterales y no lo hacéis con los suficientes preparos.
Una vez terminado el tiempo, incluso aunque el relleno se tambalee un poco, no os preocupéis que está lista, dejadla enfriar con la puerta entre abierta unos minutos y luego la sacáis a enfriar.Aunque la podéis servir así directamente una vez bien fría, nosotras la vamos a cubrir con una salsa de caramelo para que además quede ultrapreciosa!! Si no queréis hacer la salsa de caramelo, también la podéis cubrir con mermelada de calabaza.
Pon a calentar una taza de nata. En una sartén antiadherente vamos a poner a fundir una taza de azúcar con una cucharadita de mantequilla, deja hacerse caramelo sin moverlo apenas, agita la sartén un poco y estará listo en apenas unos minutos. Vigila bien el color que no se vaya a quemar. Una vez hecho el caramelo, ve añadiendo la nata caliente poco a poco hasta que se mezcle todo bien, ya moviendo con una cuchara. Si echaras la nata fría el caramelo se te cuajará enseguida y llevará más rato deshacer los cristales. Vierte la salsa en caliente por encima de la tarta, una vez frío se compactará más y no será tan fácil cubrirla uniformemente.
Puedes adornarla con un poquito de almendra garrapiñada si te gusta, o con pipas de calabaza tostada si lo prefieres.
Es mejor servirla bien fresquita, y aún mejor si es de un día para otro. Las comidas con especias SIEMPRE están mejor al día siguiente cuando todos los sabores están bien asentados.
Igual os digo, que es una tarta bastante consistente y que llena mucho, es mejor para una merienda con un buen café o té, que de postre después de una comida, sería demasié pal body jeje
Y a vosotros ¿os gusta la calabaza? Animaos a probar esta tarta incluso si no, no os arrepentiréis!