Llegó marzo y con él se nos fue el verano en esta parte del mundo (aunque hoy mismo es un día bastante caluroso). Sé que muchos de ustedes están felices de que comience la primavera en la otra mitad del planeta, que ya han tenido bastante con los fríos que les ha tocado; de modo que... calorcito, ahí se lo mandamos.La verdad es que no me quejo porque el otoño es mi estación del año favorita. Será que nací en otoño (apreciación que, como pueden sospechar, carece de todo rigor científico imaginable Jajaja) o que me gustan los colores que nos regala la naturaleza en esta época, las lluvias, los días más frescos que invitan a encender el horno con gusto, las tardes de sol agradable para disfrutar al aire libre sin sentir que me muero en cualquier momento porque me baja la presión, consecuencia del calor agobiante y húmedo de Buenos Aires... En fin, el caso es que, prácticamente sin darnos cuenta, hace algunos pocos días, se instaló el otoño. Por esta parte del mundo, también marzo tiene una significancia notoria porque no sólo nos regala un cambio de estación sino que trae consigo el definitivo fin de las vacaciones para la mayoría de nosotros, los que tenemos estudiantes en casa. Ya el final de febrero y los primeros días de marzo implican el revuelo lógico de la compra de útiles escolares, uniformes, calzado y la lista sigue. Por eso, marzo es señal inequívoca de que el año comienza en serio. En mi caso, no es la excepción porque después de las vacaciones y de las malas noticias con sus malos tragos me toca arrancar de lleno con muchos de los proyectos que voy a materializar este año (Pensamiento positivo en su máxima expresión). Eso implica trabajo, mucho trabajo y más trabajo. Por eso, la semana pasa no he podido hacerme el tiempo suficiente para traerles receta; por eso, he visitado con cuentagotas sus cocinas (Les pido mil perdones por ello; en breve, me pongo al día).Quienes me conocen personalmente saben que soy un poco despistada (diría mi madre: "si me miran con un solo ojo"), pero súper perfeccionista. Las cosas no me parecen bien a cualquier costo y de cualquier manera, y pasarme por aquí, mi cocina, para dejarles una receta armada a los empellones no es, ni remotamente, el tipo de publicación que me gusta hacer por respeto a ustedes y a mí misma. Ahora, ya algo más organizada, les propongo este plato que puede salvarnos en más de una oportunidad y que encierra sabores exquisitos en un formato humilde, pero bien rendidor.
Unas de las reinas indiscutidas de la practicidad a la hora de programar el menú diario son, sin necesidad de pensarlo mucho, las tartas. No sólo son prácticas sino que nos permiten mucho juego a la hora de prepararlas. Podemos aprovechar esto y aquello que nos quedó en la heladera/nevera/refrigerador, preparar masa casera o comprar un hojaldre de calidad (o masa filo), aportarle mucho sabor (desde la masa, inclusive) con especias, frutos secos, hierbas frescas, quesos artesanales o típicos de distintas variedades...
Individuales, en formato redondo, cuadrado o rectangular, abiertas, con doble masa/tapa o con un estilo rústico y algo descuidado nos pueden salvar, resolviendo una comida en cuestión de minutos. Por eso, aprovechando los vegetales que encontramos en este momento en mercados y verdulerías, les traigo esta exquisita tarta con sabores mediterráneos que va a gustarle a todos, permitiéndonos también incluir algunas hortalizas que pueden resultar conflictivas pero que, aquí, quedan disimuladas muy bien.
Como la masa de esta tarta es un básico (que nos resuelve muchos problemas y nos permite la libertad de agregar semillas, condimentos, queso rallado e, incluso, puré de vegetales, acondicionando ligeramente las cantidades en cada ocasión), les dejo dos variantes para que puedan prepararla ustedes mismos o les sirvan de inspiración.
Aquí, pueden encontrar una masa con mezcla de harina integral y harina común, con el agregado de un sabroso queso rallado.
Aquí, entretanto, les dejo una opción básica con harina leudante (que incluye los agentes químicos de leudado).
Para esta receta utilicé una masa con más proporción de harina integral que blanca, sin mayores agregados.
¿Nos ponemos a cocinar? ;)
Para ello, salteamos en 1 cucharada de aceite de coco 1 cebolla cortada en juliana junto con 1/4 de pimiento rojo, 1/4 de pimiento amarillo y 1/4 de pimiento verde (cortados en juliana también). Añadimos 2 zucchini/calabacines y 2 berenjenas, cortados en rodajitas y 200 gramos de hongos Portobello cortados en láminas. Condimentamos con sal, pimienta, nuez moscada, 1 cucharadita de orégano y 1 cucharadita de tomillo. Una vez que los vegetales hayan perdido su firmeza, los apartamos del fuego y dejamos que se entibien.
Cuando la temperatura del relleno se haya enfriado, agregamos 2 huevos ligeramente batidos (para romper el ligue solamente) y 1 taza de queso rallado (yo utilicé un Provolone bien estacionado y sabroso). Mezclamos todo y volcamos sobre la base de masa que blanqueamos, previamente, en el horno hasta que haga un poco de piso y apenas tome color. Cocinamos, entonces, hasta que el relleno se muestre firme y los bordes de la masa se doren.
Al momento de servir, espolvoreamos con 1/3 de taza de pistachos picados. Para acompañar, servimos una ensalada de hojas verdes que con su textura algo crujiente y fresca contrasta de maravillas con el relleno cremoso de nuestra tarta.
Algunas observaciones y recomendaciones finales: Recuerden extender la masa de la tarta lo más delgada posible (sin correr riesgo de que se rompa al cortarla y servirla, claro está) para que, en definitiva, no sientan que están comiendo más masa que vegetales.
En lugar de los pistachos que espolvoreamos al final de la preparación, justo antes de servir, pueden utilizar piñones, almendras, semillas de calabaza o de girasol ligeramente tostados.
Al relleno pueden incorporarle hojas de espinaca, radicchio, albahaca morada, puerros, flores de brócoli, tomates cherry rojos y amarillos, un toque de crema de leche/nata y ricota/requesón porque combinan muy bien con los ingredientes de este plato, enriqueciéndolo aún más.
Entretanto, pueden reemplazar el queso Provolone por algún queso de cabra especiado y sabroso, un rico Pecorino bien estacionado o un Manchego súper gustoso.
Les recomiendo algunas variantes de masa que le quedan muy bien a esta tarta: Mix de semillas (sésamo negro, blanco e integral, chía, amapola y lino), queso rallado, hierbas (orégano, romero y tomillo), pimentón dulce o ahumado, Garam Masala...
¿Qué les pareció mi propuesta? ¿Les gustan las tartas saladas? ¿Son de prepararlas en casa? ¿Se animan con ésta? :DDeseo, de corazón, que les complazca mi receta y se animen a realizarla. Como ven, con ingredientes nobles, bien gustosos y muy característicos de la cocina mediterránea, esta tarta resulta exquisita por su sabor y textura bien cremosa que logra transportarnos a la gloria misma en tan solo algunos bocados ;)Les agradezco mucho su compañía y paciencia porque estos días enloquecidos no me han permitido pasar por sus cocinas y dejarles mis comentarios. Si todavía no he visitado a alguno de ustedes, les prometo que muy pronto estaré por allí. Gracias por su comprensión y cariño.Hasta la semana próxima. Les deseo lo mejor. Recuerden disfrutar junto a sus seres queridos y experimentar en la cocina. ¡Hasta entonces!Textos y fotografías: ©Silvina-Bouquet Garni RecetasDigiscrap: ©Designs by Connie Prince/Bouquet Garni Recetas