Soy como un pez y el taxi es mi pecera (...) Es cierto que estoy dando vueltas todo el día, pero no veo más que lo que está dentro de este taxi, mis fronteras son las ventanillas de este coche.
Un taxista en Taxi, de Khaled Al Khamissi.
![Taxi Taxi](http://m1.paperblog.com/i/49/491125/taxi-L-39zlEQ.jpeg)
Khamissi a punto de tomar un taxi
Taxi no es solamente una lograda ópera prima del escritor y periodista egipcio Khaled Al Khamissi, sino también toda una rendición y alabanza ante la vida que, como bien acierta en admitir el propio autor, habita en las palabras de la gente sencilla, de esos más de 80.000 taxistas que recorren las grandes avenidas y las recónditas callejuelas de ese ovillo llamado El Cairo. Khamissi aletea las manos para habitar en taxis y delegar la voz en estos personajes que nos codean a diario. Así, uno recorre página tras página la realidad de ese enjambre que se derrite bajo la atemporal rigidez de la intemperie. Las huellas dactilares del lector sonreirán con esas historias verídicas y asombrosas que cada ser humano alberga, levantará un asombro, olvidará respirar por un instante, puede que flaquee, que se incorpore con un puño de dignidad o reflexione, suspire por todo lo que padecen y viven los millones de habitantes al otro lado del mar Mediterráneo. Khamissi dirige con grandes dotes ilustrativos (casi cinematográficos) un collage de viajes y trayectos que recorren las palabras inmersas en estas individuales y a la par colectivas historias, acaso cuentos, que laten con el hedor que desprende la quemada gasolina. Taxi es una certera radiografía del mundo árabe (de haberlo leído en su día no hubiera dudado en entender y vaticinar la revolución que vivió este país hace unos meses) que, como verán, es tan hetereogéneo, fascinante y complejo con sus antagonismos como cualquier otra cultura. Pugnando con la censura del antiguo régimen de Hosni Mubarak, Khamissi transcurre las calles escuchando con los verdaderos faros de la ciudad, con aquellos conductores que marchitan y compungen sus contornos por columpiar respiraciones, hablar de las cuestiones que preocupan a cada uno de ellos, sea la cuestión política del país, los cines abandonados de la infancia, la licencia de luchar por el pan de cada día o bien preocupaciones derivadas de sus propias vidas. No lo duden; levanten la mano, conviértanse en pasajeros de las palabras y cojan este taxi que les conducirá a historias de un mundo que llora y sonríe en estos tiempos tan difíciles como es el presente de la eternidad.