Últimamente voy un tanto acelerada por la vida. Y eso que me dije, me convencí y me prometí que iba a practicar eso del slow life. Pero nada, que no acabo de lograrlo. Así que de vez en cuando me obligo a parar, a disfrutar, a desconectar.
Puede ser haciendo cosas que me gustan, esos DIY que tengo abandonados, como estrenar mi rotulador de porcelana y decorar mi taza en honor al comienzo de la primavera.
Y después, dejar que se hornee sin prisa, darle su tiempo…y mientras tanto, leer un rato, que llego tan agotada por las noches que se me está olvidando.
Quizá también tratar de lograr de una vez por todas que me guste el té. Porque por más que lo intento, una es de café de toda la vida y las costumbres arraigadas cuesta abandonarlas. Así que esta vez pruebo pero con un té de los ricos, que solamente con lo bonita que es la caja y con el aroma que desprende tiene que estar bueno seguro.
Taza horneada, té listo, móvil sin sonido. Y ahora a disfrutar del slow life, aunque sea durante un ratito.
feliz entrada a la primavera
patricia.