Un equipo de Humanistas del barrio de Carabanchel (Madrid) me entrevistó hace unas semanas en el marco de la elaboración de un documental sobre el Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) y los psicofármacos. Lo que les conté les pareció interesante y han decidido ofrecer la entrevista entera en internet antes de difundir su documental. Os hago un resumen de la misma.
-Miguel, ¿qué piensas respecto a este trastorno?
Lo que creo es que el TDAH es un concepto inventado por los laboratorios y digo el concepto, no tanto la enfermedad: niños con las características que cumplen los niños que son diagnosticados de TDAH existen, de eso no hay duda, pero también se corresponden los síntomas con los de chavales que están enfermos por intoxicaciones por productos químicos tóxicos.
No dudo que algo esté pasando en una parte minoritaria de la infancia, pero eso ha sido aprovechado y no es la primera vez que lo hacen los laboratorios farmacéuticos, para desarrollar un concepto y de ahí desarrollar guías especializadas, políticas educativas institucionales, fármacos, tests de diagnósticos y abrir todo un mercado en torno a ese concepto que la industria farmacéutica ha creado.
-¿Puedes explicar y detallar cómo ha actuado y actúa la industria farmacéutica en este trastorno?
No es fácil sistematizarlo y sintetizarlo en unas palabras. Básicamante utilizan la estrategia del miedo y la de hacer lobby. El caso del TDAH es de manual a ese respecto. ¿Cómo se crea el concepto?, el concepto se crea a través de los psiquiatras. Nace hace un montón de años, inserto en lo que se llama la Biblia de la Psiquiatría, el DSM, Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales. Una serie de psiquiatras se reúnen para definir cuales son las nuevas enfermedades mentales que hay que incluir en el DSM, que lleva ya cinco ediciones.
Y no se trata de juzgar el trabajo de los psiquiatras pero se han publicado en revistas científicas los conflictos de intereses que tienen, es decir, que relación han tenido y tienen con laboratorios interesados en que haya una enfermedad que se llama TDAH y en vender unos medicamentos para ese trastorno. Y la absoluta mayoría, por no decir que prácticamente todos los psiquiatras que han participado en el diseño y desarrollo de los últimos libros de psiquiatría DSM, tienen conflictos de intereses con los laboratorios.
Sólo el hecho de figurar en un manual como ese es el mayor impulso que se le puede dar a una enfermedad. Además la industria trabaja con muchos médicos, dando conferencias, organizando congresos de psiquiatría sobre la enfermedad y elaborando guías clínicas sobre cómo tratar a los posibles enfermos. Son fundamentales estas guías, donde se define cómo hay que actuar cuando un niño llega a una consulta y puede ser un TDAH.
Claro que estas guías también están cargadas de conflictos de intereses en las personas que las hacen. Luego, cada vez que hay un nuevo medicamento en el mercado, la industria interesada en expandir el conocimiento sobre ese medicamento manda a las consultas médicas a centenares de visitadores médicos que explican a los médicos la novedad.
Muy importante también es financiar a asociaciones de pacientes o de afectados porque los grandes prescriptores en la sociedad son los médicos, pero también las personas que ya tienen esa enfermedad.
También hay lobby puro y duro en la política. Sabemos que algunos laboratorios interesados en impulsar el consumo de medicamentos para los niños tienen reuniones con políticos, con altos cargos, con sus partidos y que en el Congreso de los Diputados están impulsando mociones y normativas tendentes a beneficiar a los laboratorios, aunque se hace con un barniz de preocupación por la infancia o por la educación.
Un ejemplo concreto de lo que he explicado sería el proyecto PANDAH, que está diseñado y financiado por los laboratorios Shire, uno de los que venden el tratamiento más moderno para el TDAH, hecho a base de metilfenidato, que es la principal línea de tratamiento elegida por los laboratorios para tratar la hiperactividad y el trastorno de atención. Colaboran, de manera perversa creo, con una federación de asociaciones de afectados por esta enfermedad, que recibe subvención también de los laboratorios para dar a conocer la enfermedad.
El plan está diseñado para que ya desde la escuela y desde el hogar familiar se facilite al médico el diagnóstico. Por supuesto también va dirigido a médicos y a responsables políticos. Es una estrategia muy inteligente, pero desde mi punto de vista de periodista especializado en esos temas, hay que destapar y difundir cuál es el origen perverso de este plan.
-¿Qué reacciones has visto en los padres y madres al enfrentarse a un diagnóstico de un trastorno tan controvertido como el TDAH?
Desde que tengo conocimiento de lo que es el TDAH he conocido muchos padres, madres y niños y hay todo tipo de actitudes. He encontrado padres que tienen una fe ciega en la hiperactividad como enfermedad. La consideran algo sólido y de lo que no se puede dudar, defienden a capa y espada la medicación, una medicación peligrosa que puede crear adicción, con muy graves reacciones adversas y muy poca efectividad. Pero ellos creen ciegamente en esa enfermedad, en su diagnóstico, en sus médicos y en el tratamiento.
Luego he encontrado padres que para nada creen que el TDAH sea una enfermedad y directamente afirman que ha sido inventada por los laboratorios. La línea que apuntan es que la clave de estos síntomas está en los problemas sociales, en una sociedad compleja y muy hiperactiva y ansiosa estructuralmente.
Estos problemas sociales dejan huella en la infancia y los síntomas de la infancia reflejan un problema social, educativo y familiar más que sanitario.
Muchos padres, hay que entenderlo, cuando un hijo se comporta de una manera muy acelerada y muy activa, se ponen nerviosos, es una novedad enorme para ellos, muy estresante, una carga de trabajo adicional y optan por esa primera vía de la medicación.
Quizá había que buscar más las causas, pero entiendo también a esos padres porque es verdad que hay situaciones “incontrolables”.
Pero yo creo en la línea crítica, la de los que defendemos una crítica a la industria, al concepto desarrollado por la misma, a las estrategias de marketing del miedo, de meter miedo a los padres con lo que puede pasar. Recuerdo que en el PANDAH se dice que un niño que merezca el diagnóstico de hiperactivo y no sea tratado con la medicación, tendrá muchas posibilidades de convertirse en un delincuente o un depravado sexual. Es una manera premeditada de meterle miedo a la población, de aprovecharse de los sentimientos de los padres.
Hay otras preguntas en la entrevista sobre qué se puede hacer ante esta delicada situación. Yo terminaría este resumen destacando:
La estrategia comercial de los laboratorios está poniendo en riesgo a las futuras generaciones. Las principales drogas que se están utilizando para tratar a los niños son poco eficaces, peligrosas y tienen graves efectos secundarios que no han sido comprobados a largo plazo. Medicar niños hoy puede causar nuevos problemas y nuevas epidemias en el futuro.
Contaros también que en noviembre estaré moderando el debate y entrevistando en directo a los médicos que hablan en este evento en BioCultura Madrid y la cosa promete:
JORNADA. UN MUNDO DE LOCOS. ENFERMEDADES MENTALES
Sábado, 14 noviembre. Sala N 107. BioCultura. Ifema
17 h. LA ANOREXIA ES UNA ENFERMEDAD DE LAS SOCIEDADES OPULENTAS
Irina Matveikova. Licenciada en medicina de familia, experta en transtornos del comportamiento alimentario.
18 h. MÍSTICOS, ARTISTAS Y ENFERMOS MENTALES SON MUY PROCLIVES A LA HIPERIA. LA NUEVA PSIQUIATRÍA
Javier Álvarez. Psiquiatra. Jefe servicio de psiquiatría del Complejo asistencia universitario de León.
19 h. LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA ES LA PRINCIPAL BENEFICIARIA DEL INVENTO DEL TDAH
Marino Pérez. Catedrático. Autor de “Volviendo a la normalidad”.