Hoy es el mejor día de tu vida
Nadie es perfecto. Cada uno tiene algo (bueno, mucho) en lo que no es el mejor de todos. Ser imperfecto es como el certificado oficial de ser humano. En algunas cosas eres buena, en algunas cosas no tanto. Y siempre habrá alguien que es mejor que tu. Así como también siempre habrá alguien al que superas. Al igual que tú. Hay cosas en las que ya no puedes competir y otras en las que todavía no has llegado a la cúspide. ¿La comparación te sirve de algo?
Comparaciones con los demás
Compararte con otras personas no está mal de por sí. El problema surge cuando comparas tu vida completa con un aspecto ínfimo de lo que sabes de otra persona, generalmente sus mayores éxitos o sus peores fracasos. Dependiendo de tu estado de ánimo te fijarás en los positivo o en lo negativo, justificando así lo que ya sientes. Así, en en aquellos días cuando estás de bajón, acabas comparándote con todos que parecen tener una vida más feliz, más interesante, más llena y seguramente menos aburrida que la tuya. O eso sabes deducir de sus fotos de facebook, sin darte cuenta que la persona al otro lado de la pantalla pensará lo mismo de ti: que eres más guay, más divertida y más activa que ella.
¿Te ha servido de algo? ¿No? Pues ya puedes dejar de compararte.
Comparaciones con tu yo más joven
Me comentan por ahí que no debería compararme con otros, sino conmigo misma. Que la competitividad más sana es la que mantengo conmigo misma, porque así yo controlo las variables y conozco todos aspectos de los dos puntos de comparación. Me parece una idea interesante, y poco realista.
Resulta que mi yo de 17 años era un crack de las matemáticas y mi yo de hoy ni siquiera recuerda el nombre de las operaciones que realizaba. Y a ritmo que voy (de no resolver ecuaciones a mano) me temo que mi yo de los 40 tendrá que implantarse una calculador en la mano.
Resulta que mi yo de los 22 años solía salir a bailar hasta las cinco de la mañana sin mayor repercusión, mientras mi yo de hoy necesita una semana para recuperar el equilibrio. Imagino que mi yo de los 45 insistirá en irnos a casa antes de la media noche.
No todo mejora. Hay cosas que se mantienen igual, cosas que mejoran solo un poquito, cosas que simplemente deterioran. Es normal y es parte de la vida. Al final de cuentas todas morimos. Tú también, te guste o no. La muerte no es opcional.
Inspírate: sé lo mejor que puedes.
Esto no significa que deberías quedarte en casa, en el sofa, mirando la tele y comiendo nachos. Sí que vale la pena invertir en ti mismo, aprender algo nuevo, descubrir algo diferente. En vez de compararte con los demás (o con un yo idealizado tuyo), es hora de inspirarte con los demás: aprende de los que han realizado tus sueños antes de ti, apoya a los que todavía les queda camino por recorrer. Permítete volar lo mejor que puedas, sin compararte con las otras especies. Quizás no eres la que vuela más alto, o más lejos. Quizás siemplemente llegas al próximo árbol para probar una fruta que no conocías.
Hoy, sé lo mejor que puedes.