Revista Medio Ambiente

¿Te confías?

Por Valedeoro @valedeoro

Written by valedeoro  //  04/05/2013  //  felicidad  //  No comments

barro en la STBCN
“Confía – confía – confía”. Las palabras marcan mi ritmo mientras bajo el sendero rocoso a una velocidad vertiginosa. Repitiendo las palabras mágicas mantengo el miedo a distancia. El miedo a pisar mal, el miedo a caer, a hacerme daño en medio de la montaña. El suelo entre las rocas está lleno de barro tras dos días de lluvia, convirtiendo el terreno en todo un reto. Solo hay dos formas de avanzar: caminando cautelosamente o soltarme y confiar que de alguna forma mi cuerpo sabrá manejarse en este terreno.

Consciencia, dudas y caídas

He decidido confiar en mi cuerpo y me entrego a la gravedad y dejo que mis piernas hagan su trabajo. Repito “Confía – confía – confía” para no ponerme a pensar en lo que estoy haciendo. Necesito entretener a mi cerebro consciente con algo para no dudar, para no ponerme a pensar, para no dudar de lo que estoy haciendo en este momento. Y por un instante me doy cuenta de la situación. De lo resbaladizas que son las rocas, de la velocidad que llevo, de lo lejos que estoy del próximo pueblo. En el momento en que se forma la pregunta “¿será que llego?” en mi cabeza, me caigo.

La caída me devuelve al aquí y ahora. No es hora de analizar, dudar, reflexionar. Es hora de correr, de seguir, de confiar en la gravedad y en mi cuerpo. Sé que puedo terminar esta carrera, y sé que puedo disfrutar de la velocidad, de correr en medio de los charcos y de saltar de piedra en piedra sintiendo el ritmo de mis pies. Me levanto y sigo, esta vez cantando en voz baja “confía – confía – confía”

La confianza nacida de la experiencia

Ha sido mi primera media maratón de trail, pero no es la primera vez que corro por la montaña. Tengo experiencia en bajar pendientes impresionantes, aunque nunca bajé un trayecto tan largo. Me había ido preparando para esta experiencia, probando diferentes terrenos, acostumbrándome a la velocidad de bajada al correr descalza (imposible frenar), probando la resistencia de mis pies y de mis piernas. Sabía que podía, y sin embargo me caí, me caí porque mi mente analítica quería analizar un movimiento que no era de su ámbito.

Me hizo pensar (ya después de la carrera) cuántas veces dejamos que el cerebro interfiera cuándo en realidad es cuestión de confiar en tus habilidades: la inseguridad antes de una charla pública (a pesar de que tú eres la experta del tema), la duda ante la decisión de despejar el armario (a pesar de que sabes exactamente cuál es tu ropa preferida), el nerviosismo al entregar un regalo (a pesar de la ilusión que tenías al comprarlo). Es lo mismo que bajar un sendero a velocidad prohibida, lo importante es concentrarse en el aquí y el ahora y disfrutar del momento.

Yo uso el mantra “confía – confía – confía” para reencontrar mi punto de equilibrio.


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