Las cosas cambian y prueba de ello es que las nuevas tecnologías han entrado tan de lleno en nuestras vidas, que ya tienen presencia hasta en nuestra muerte. Y, aunque en España, como apuntan desde el diario 20minutos, no parecen haberse actualizado en este campo, en el Reino Unido ya existen notarías que incluyen como parte de la herencia de un finado, sus propiedades digitales.
Pero, para conocer más que es una propiedad digital, tendríamos que explicar que esta no hace referencia a las huellas del muerto, que una vez ha expirado le sustraen y entregan al heredero. Más bien, este concepto hace referencia a las claves que dan acceso a nuestro mundo en la red. Claves de correo electrónico, cuentas en redes sociales, canales de vídeo o portales de almacenamiento de datos.
Y es que es verdad que antes, todo tenía soporte físico, pero en la actualidad y con el deseo de vivir en un mundo compartido entre la realidad diaria y la virtual a través de internet, ya nos hemos deshecho de muchas cosas que antes sí eran imprescindibles. Solo cabe destacar que ya casi nadie tiene un álbum de fotos al que quitarle el polvo. Ahora se tienen carpetas con cientos de imágenes cada una y con nombres como: “Fin de semana en la playa con las niñas” o “Tarde de cañas y pinchos con los coleguitas”.
Incluso la música ha formado parte de este proceso involutivo, y digo bien porque la música comprimida nunca se oirá igual que en formato original, y por el cual ya toda la música que tenemos la hemos conseguido a través de páginas de pago, ya que nadie en el mundo se ha descargado música gratis. Y por supuesto los vídeos familiares ya no se guardan en cintas VHS, ahora se suben a Youtube y permanecen en la red por los siglos de los siglos.
Y recuerdo lo que mi abuelo, en paz descanse, me dejó en herencia. Su colección de novelas de detectives y un álbum familiar que pasó por tres generaciones. Yo, en mi caso cuando tenga nietos, tendré que dejarles las claves para entrar en mi facebook, en mi correo electrónico e incluso en youtube, donde he ido guardando tantas y tantas cosas de mi vida y que pasarán a formar parte de la suya. Pero por si acaso algún día hay un apagón digital, les dejo además como legado un álbum de fotos familiar y una colección de novelas de detectives ya que, por mucho que cambien nuestras vidas, las tradiciones no han de perderse nunca.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…