Revista Cine

Te elige, de Miranda July

Publicado el 18 julio 2012 por José Angel Barrueco
Te elige, de Miranda July
Miranda July posee una mirada diferente, nada convencional, sobre las cosas y sobre las personas. Basta con leer su estupendo libro de relatos, Nadie es más de aquí que tú, o con ver su película indie Tú, yo y todos los demás. Aún me falta por ver El futuro, su segundo filme como directora, una obra que atañe al volumen que hoy comentamos: Te elige. Se trata de un material que discurre paralelo a la documentación para la película. Me explico: July había decidido que uno de los personajes de The Future comprara algo mediante PennySaver, publicación en la que muchos ciudadanos anuncian la venta de algunos de sus objetos (algo parecido a Ebay, pero en papel); luego sintió curiosidad por ellos, empezó a preguntarse quién y por qué querría vender viejos álbumes de fotos, renacuajos, maletas o ropa usada. Entonces se le ocurrió contactar con algunos de ellos y, acompañada de una fotógrafa, fue a verlos a sus domicilios y a entrevistarlos…
De tal manera que el resultado aúna el reportaje fotográfico, la entrevista, el cuaderno o diario de rodaje o de esbozos de un filme en marcha. Y el resultado es muy ameno y muy interesante. Porque July se mete en la vida de gente extraña: un ex convicto que colecciona tarjetas de Starbucks, un cuarentón algo deficiente y en tratamiento psicológico que vive con su madre y recopila fotos de bebés, de mujeres y de coches (porque, en su cabeza, trata de ser lo que no pudo ser en la realidad: una especie de guardián de la inocencia, un policía o un sheriff), un hombre en su camino hacia la transexualidad, un fulano que trabaja transportando maniquíes y que ha colocado en una esquina de su cuarto un maniquí que se parece a una famosa a la que idolatra (sin duda es una historia que da repeluzno cuando vemos la foto del maniquí), una amante de los gatos que acaba de sufrir un accidente que le afecta a la cara y se niega a que le fotografíen el rostro… El catálogo de anomalías, de gente normal con conductas que se apartan de lo cotidiano, es admirable.
Por si esto no fuera bastante, la última historia es la que proporciona un sentido a todo: a su búsqueda y al libro. Porque el último entrevistado le sirve para el filme, e incluso participa en el rodaje y poco después muere, pero de alguna manera trasciende al participar en ambos proyectos y empuja a July a reflexionar sobre el tiempo y la muerte. Ahí van dos extractos (el libro se ha publicado alineado a la izquierda, tanto en Estados Unidos como en España, así que respeto dicha alineación):  
Las cosas que no estaban en la Red se iban alejando de mí, y todo lo que estaba dentro de ella parecía profundamente significativo. Tenía que leer a diarios los blogs de extraños, y las personas cercanas que no tenían presencia en la Red se iban convirtiendo casi en personajes de tebeo, como si les faltase una dimensión. No quiero decir que pensase realmente esto, así, alto y claro; simplemente sucedía, como el tiempo, como la geografía. La Red parecía tan inherentemente infinita que lo que no estaba allí para mí no existía. Mi apetito de imágenes y vídeos, noticias y música era ahora tan gigantesco que si algo estaba desapareciendo, algo inaprensible, ¿cómo lo notaría?
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Y además toda la visita había estado impregnada de muerte. Muerte real: las tumbas de todos esos perros y gatos, las viudas a las que les hacía la compra, y su propia muerte, a la que se refirió más de una vez, pero como un mero hecho, como si fuera una fecha tope antes de la cual tratase de hacer un montón de cosas. Tuve la sensación de que había estado abriéndose paso por esa lista de quehaceres durante ochenta y un años, y que siempre iba retrasado, y eso hacía que todo fuese urgente y vivo, incluso ahora, especialmente ahora. Qué raro es cruzarse por primera vez en el camino con alguien que está a punto de marcharse.
[Traducción de Mercedes Cebrián]

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