Revista Diario
Nuestro cerebro no puede parar, necesita estar pensando constantemente en algo. La forma que tiene de hacerlo es mediante el lenguaje. Te dices millones de cosas a lo largo del día. ¿Te has parado a analizar cómo te diriges a ti mismo? ¡Seguro que tu respuesta es un no!
Pues la forma en que nos hablamos a nosotros mismos influye en nuestra actitud y nuestro estado de ánimo. ¡Incluso en nuestra autoestima!
Desde la psicología cognitivo-conductual, como ya os he contado en otras ocasiones, se entiende que nuestros pensamientos influyen en cómo nos sentimos y cómo actuamos. Por ello, los pensamientos que generamos sobre nosotros mismos van a influir mucho en nuestro humor y nuestro estado de ánimo.
Si piensas de una forma totalmente negativa, generarás un ambiente negativo dentro de ti mismo y entorno a ti, que hará que tus emociones sean negativas y que actúes de forma congruente con ello.
En su libro Aprender a practicar mindfulness, Vicente Simón dice que "las tres habilidades de la meditación mindfulness nos ayudan a vivir más pacíficamente en el interior de nuestra propia cabeza". Y estas tres habilidades las resume en lo siguiente:
"Focaliza tu atención, mira lo que aparece y date cariño a ti mismo"
Esto es: centra tu atención en el momento presente, sé consciente de lo que sucede a tu alrededor y practica la autocompasión.
En relación a lo que os contaba antes, el cómo nos hablamos a nosotros mismos, me gustaría centrarme en este último aspecto: la autocompasión.
La autocompasión se refiere a la amabilidad con uno mismo. En lugar de criticarnos y fustigarnos cuando las cosas nos salen mal, es mucho más beneficioso tratarnos con cariño y darnos ánimo. Y esto, ¿cómo se consigue?
Con algunos ejemplos, muy visuales, seguro que te das cuenta de lo que quiero decir.
Cuando algo no va como queremos, o nos equivocamos, la gran mayoría de las personas utilizamos frases como: "¡qué tonta soy!", "¡cómo me puede pasar esto!", "¡qué torpe soy!", "seré idiota"...
Te propongo que, cuando te pase esto, pienses de una forma más bondadosa contigo mismo: "hoy no me han ido bien las cosas, intentaré que me salgan mejor la próxima vez", "me gustaría hacerlo de otra forma, seguro que este error me ayudará a aprender"...
No utilices etiquetas para describirte, no emplees generalidades del tipo "qué tonto soy", "qué torpe soy", "soy un idiota", "soy un desastre"...Utiliza en su lugar frases positivas y animosas contigo mismo.
Somos agentes activos en el cuidado de nuestra propia salud, y eso incluye nuestra salud mental.
Cuida tu salud mental, quiérete!