Marc Levy / “El ladrón de sombras”, hilvana una historia a partir de esta pregunta :
“Si el niño que fuiste se encontrase con el adulto que eres, ¿se llevarían bien?”.
No sé si yo me llevaría bien con mi yo-niña. La cuestión me ha hecho rebuscar en mi memoria , actualizar mis recuerdos, rememorar sensaciones… Escribo esto y sonrío, acordándome de mi Nancy y los cambios de vestidos, de las cenas a la vera de la chimenea ( que eran como una fiesta de “anarquía familiar”), de la fiesta -desproporcionada- de mi primera comunión con aquellos payasos tan chulis, de los juegos en la playa con mis amigos del verano, de cuando me robaron la bici mientras me subía a una higuera... Haciéndome la pregunta de marras, más que descubrir si yo me sería simpática a mí misma, he descubierto, de nuevo, los hitos de una infancia feliz.
La niña que fuí pasaría totalmente de la adulta que soy… Le diría -educadamente- : “encantada de conocerte “yo-misma-adulta”, pero me voy con mi bici a casa de mi amiga que tiene una colección de Nancy’s que quita el hipo y una piscina de proporciones mágicas… ¡Ah! y su madre nos ha preparado una merienda en la que abunda el chocolate…”. Y me iría con mi bici, a casa de mi amiga a jugar. Y, también creo que mi “yo-adulto-que-viene-del-futuro” comprendería perfectamente mi postura… ; – )
La pregunta, por eso, si uno se detiene un momento, tiene miga :“Si el niño que fuiste se encontrase con el adulto que eres, ¿se llevarían bien?”.