Federico García Lorca, con 21 años, en Granada (1919)
Me acompañas con tu gracia, me proteges con tu encanto.
Tus ojos se clavan en mí y me recuerdas la “pena negra”, me adviertes los verdes de muerte y me enredas en tus versos
“con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero”.
Atrevida, esbozo un conato de poema en tu honor, y te lo canto bajito, para que las estrellas no sientas celos de tu brillo:
Cinco farolitos
tiene mi calle.
Cinco pequeñitos,
no son de nadie.
Cuando cae la noche,
se encienden todos.
Sin ningún derroche,
alumbran modos.
En cualquier esquina,
se esconde un verso.
En cualquier esquina,
se arrebata un beso.
La luna tiñe un nombre
en su escabel de plata,
la huella de un hombre
poblado de alma.
Me pregunto qué hubiera sido de tu vida si la muerte verde no te hubiera rondado tan pronto, pero llegaron “los rumores de la selva del vómito” y no hubo remedio.
“Es inútil buscar el recodo
donde la noche olvida su viaje
y acechar un silencio que no tenga
trajes rotos y cáscaras y llanto”.
Te fuiste dejándote “la sangre por la escayola de los proyectos”. Lo advertiste muy claramente:
“y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros”.
Te miro y leo:
“Para ver que todo se ha ido
¡amor inexpugnable, amor huído!
No, no me des tu hueco,
¡que ya va por el aire el mío!
¡Ay de ti, ay de mí, de la brisa!
Para ver que todo se ha ido”.
Busto de Antoñito el Camborio (Dibujo de Federico García Lorca)
Recito el romance que aprendí de memoria siendo aún una criatura, la “Muerte de Antoñito el Camborio”:
“Voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clavó sobre las botas
mordiscos de jabalí.
En la lucha daba saltos
jabonados de delfín.
Bañó con sangre enemiga
su corbata carmesí,
pero eran cuatro puñales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alhelí,
voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir.
*
Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura crin,
moreno de verde luna,
voz de clavel varonil:
¿Quién te ha quitado la vida
cerca del Guadalquivir?
Mis cuatro primos Heredias
hijos de Benamejí.
Lo que en otros no envidiaban,
ya lo envidiaban en mí.
Zapatos color corinto,
medallones de marfil,
y este cutis amasado
con aceituna y jazmín.
¡Ay Antoñito el Camborio,
digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen
porque te vas a morir.
¡Ay Federico García
llama a la Guardia Civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caña de maíz.
Tres golpes de sangre tuvo
y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.
Un ángel marchoso pone
su cabeza en un cojín.
Otros de rubor cansado,
encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamejí,
voces de muerte cesaron
cerca del Guadalquivir”.
Te recuerdo, Federico, hoy, esta semana y siempre.
Cubierta de la primera edición del "Romancero gitano" (Dibujo de Federico García Lorca)
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Otros amigos que recuerdan a Federico, cuyas entradas recomiendo:
- Mateo Santamarta, de "Arte y poesía".
- Antonio, de "Cosas de Antonio".
- Eastriver, de "El far de Maians".