En Miami Heat el proyecto ganador a corto plazo de Pat Riley se ha roto por donde mucha gente pensaba que se mantendría más fuerte. Los resultados son hasta ahora el lastre del "The Biggest Three" mientras que muchos pensaban que la cuerda se rompería antes por el lado de la química. El hecho de que Miami acumule a día de hoy cuatro derrotas consecutivas puede resultar algo más o menos coyuntural. Un racha negativa como esta siempre tiene dos vertientes: es negativa y es racha. O lo que es lo mismo, es algo circustancial, del momento, pero no hay que olvidar que no dejan de ser resultados pobres ante equipos contra los que has de competir.
Los Miami Heat de Lebron y Wade (con Bosh de acompañante, hasta ahora) sólo han podido ganar un partido ante los cinco equipos restantes que ocupan las seis primeras posiciones en Liga Regular. Cómo no, ese equipo son Lakers, el claro ejemplo de la bipolaridad de un conjunto aspirante a todo. No me parece justo descartar a Miami Heat de la lucha por el anillo por los malos resultados recientes. Ni siquiera me parecería justa la crítica hacia Erik Spoelstra o hacia la capacidad, más bien incapacidad, de dos jugadores como Wade o Lebron de lograr victorias por sí mismos. Como suele pasar en todo deporte profesional, las críticas se dirigen hacia el banquillo, en buena parte justificadas, pero que cobran menos sentido cuando el mayor candidato a ocupar ese puesto es la misma persona que te va a echar (y que a la vez, es quien te dio la confianza). Ese clásico "quítate tú para ponerme yo" que tan bien se le dio a Greg Popovich con Bob Hill el año de la lesión de David Robinson, o al propio Pat Riley con Stan Van Gundy en 2006 (ganando posteriormente el título), suena ridículo cuando las carencias del equipo vienen provocadas por lo que te viene dado desde los despachos.
Pat Riley consideró que juntar a tres superestrellas suponía el éxito absoluto. Un proyecto con Lebron James, Dwayne Wade y Chris Bosh puede parecer invencible si a este deporte se ganará con un quinteto único. El tiempo ha dado la razón a Lebron James en darse cuenta de que él solo nunca ganaría un anillo en Cleveland (lo de Bosh era más que obvio), pero no parece aún menos claro que los títulos se ganan en equipo y no con individualidades. Lo que podría parecer para muchos un solapamiento en el ataque de los Heat ha pasado a ser una rotación de responsabilidades, un ´"ahora te toca a ti, que luego ya lo hago yo" entre escolta y alero. Mientras, el equipo carece de un base que sea capaz de ordenar en ausencia de sus dos estrellas, visto que cuando alguna está en cancha esa opción es inviable. Disponen tiradores en las esquinas esperando que alguno de los 26 lanzamientos que por partido que no realizan ninguno de sus tres principales anotadores llegue a sus manos. Sus pívots acumulan casi tanta edad como lesiones, y sólo una recuperación a tiempo de Udonis Haslem puede salvarles de alguna opción de competir ante Garnett, Davis, O'Neal o Krstic, en el caso de que superen a lo que les propongan Howard, Noah, Boozer, Horford y compañía.
Tras la derrota ante Chicago Erik Spoelstra se pasó de victimista y afirmaba que había lágrimas en el vestuario de Heat. Wade afirmaba que por fin la gente tenía lo que quería, que al parecer era ver a los Heat perder. Este es un post de opinión, por lo que no voy a negar que esta situación me alegra. No por lo que pueda tener en contra del Lebron James persona o por la franquicia en sí, si no más bien por el fracaso de un proyecto. Hace 50 años Red Auerbach sentaba cátedra de cómo debía construirse un equipo campeón y ni siquiera la alineación de estrellas como Wilt Chamberlain, Elgin Baylor o Jerry West podía destronar a aquella máquina perfecta de ganar títulos. Pero las lágrimas en ese vestuario me hecho entrever algo humano entre aquellas sonrisas de Julio, poco después de que Chris Bosh y Lebron James anunciaran su llegada a South Florida. Puedo apreciar algo de espíritu ganador en esa plantilla y eso les honra. No sé si eso les bastará este año o deberán esperar algún año más. Tampoco sé si Pat Riley decidirá ejercer el control a pie de pista. Lo que sé es que este no es el camino.