El Autódromo Nazionale Monza consta de 11 curvas (Contando las tres variantes) que junto a las amplias rectas componen los 5’793 kilómetros de longitud del circuito. Así, en el Gran Premio de Fórmula 1 en el que se disputan 53 vueltas, los pilotos completan un total de 306,720 kilómetros.
Las dos rectas principales son la recta de meta, que va desde el final de la curva Parabólica hasta la variante 1 y tiene 958 metros de longitud, y la recta que precede a la Parabólica, de 1’194 kilómetros de longitud.
El tiempo que se pierde en una parada en boxes, además del tiempo empleado por los mecánicos en cambiar neumáticos es de unos 17 segundos y medio. Además, Monza cuenta con 44 boxes, 39 de ellos de 84m2, 4 de ellos de 132 m2 y uno de 148m2.
En líneas generales debemos decir que Monza es un circuito rapidísimo y muy sufrido para el coche. La velocidad media de conducción en una vuelta a Monza es de 260km/h, colocando así al trazado italiano en el liderato en cuanto a velocidad media se refiere. En la recta principal del circuito, la recta de salida, se registró la velocidad punta más alta, cercana a los 370 km/h.
Además, el circuito de Monza es el circuito más problemático para el motor dado que más del 75% de la vuelta se realiza con el acelerador pisado al máximo. Se trata de un trazado en el que se alternan las altas velocidades de las curvas con la reducción hasta baja velocidad en curvas y chicanes. Así no sólo el motor sufre, sino también los frenos, como ocurre en la recta principal donde superamos los 360 km/h y se reduce hasta aproximadamente 80 km/h al llegar a la variante del Rettifilo.
Los neumáticos sufren un gran desgaste provocado por las fuertes frenadas pero no provoca muchos problemas a los equipos dado que con las amplias rectas recuperan su temperatura ideal.
El circuito de Monza exige una preparación especial para el coche debido a la gran velocidad y bruscas frenadas que exigen al monoplaza. Dado que estamos hablando del circuito más rápido del mundial, la primera preocupación de las escuderías al llegar a Monza es conseguir una baja carga aerodinámica que les permita afrontar las altas velocidades del trazado italiano. Esto se consigue quitando ala, que supone una descarga del alerón. Esta medida provoca un menor agarre del coche, pero las características de Monza posibilitan sacrificar este aspecto del monoplaza.
Los frenos deben ser muy bien revisados por los mecánicos así como la refrigeración de los mismos, ya que juegan un papel fundamental a lo largo del Gran Premio de Italia. Debe conseguirse una buena configuración que permita a los pilotos rebajar casi 300 km/h (como en la primera variante) en poco tiempo.
En la puesta a punto debe configurarse el motor de tal forma que el piloto consiga mucha potencia en las curvas lentas así como una potencia extra en la aceleración para afrontar las entradas a amplias rectas.
Otro punto importante a revisar es la suspensión. Los pilotos intentan arañar cualquier décima de segundo para ser más rápidos y lo hacen batallando con los pianos, para lo que el coche debe estar preparado. La entrada en los pianos es muy brusca y aquí es donde más puede sufrir la máquina.
La singularidad de Monza de alternar fuertes frenadas con velocidades punta altísimas provocan que el equipo tenga que trabajar exhaustivamente en la preparación del coche cuando llega el turno del Gran Premio de Italia.
En cada vuelta se pierden alrededor de tres décimas con 10 kilos de combustible de más. Por vuelta se consumen 2'5 kilos de combustible.
Revista Deportes
Tecnicaf1 - puesta a punto para el circuito de monza
Publicado el 05 septiembre 2013 por Rd @iformulardSus últimos artículos
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