Lo que sigue lo escribo a bote pronto y sin pensarlo mucho. (Todo porque acabo de escuchar, otra vez, la palabra visionar).
Me llama la atención una técnica muy habitual, que consiste en ir siempre añadiendo, hasta el infinito y más allá. (En el lenguaje esto es muy notorio).
Por ejemplo: La acción y el efecto de ver es la visión. Por lo tanto, el verbo que realiza esa visión es ver. Es decir: Si quiero ejercer la visión tengo que ver.
Pero resulta que no. Que después de construir visión a partir de ver, cuando queremos obtener otra vez el verbo a partir del sustantivo visión no retrocedemos hasta ver, sino que seguimos avanzando, poniendo más material, hasta visionar.
Naturalmente, la acción y el efecto de visionar debería ser la visionación (si es que queremos construir bien a partir de ese verbo mostrenco), y con visionación, siempre adelante y sin pararnos jamás ni para tomar aliento, llegaríamos a visionacionar, para desde allí ir a visionacionación, y después visionacionacionar y visionacionacionación. Etcétera.
Procedemos por acumulación. Creemos que con eso nuestras palabras son mejores.
Ilustración de Saul Steinberg
Lo mismo ocurre con escribir, cuyo acto y efecto es la escritura, pero de la que no se vuelve al verbo inicial escribir, sino que se sigue avanzando hasta escriturar, y de ahí al acto de la escrituración, que debería ser el de escrituracionar, que a su vez pondría en nuestras manos un documento superferolítico: La escrituracionatura. (Y a ver quien te hipoteca eso).
La RAE, tan sorprendente en los últimos años, aprobó el verbo posicionar, horrible mostrenco construido a partir de posición, que es la acción y el efecto de poner. Una vez más, del sustantivo, en vez de volver al verbo original, se creó un verbo "ostentóreo" que no aporta nada, sino que sólo ensucia de farfolla y de falsas condecoraciones de relumbrón a quien lo usa.
Ilustración tomada de internet como de Saul SteinbergMe gusta, pero no me parece que sea suya
La RAE lo acepta porque posicionar no tiene siempre el mismo significado que poner. Pero cuando no significa poner, significa ponerse. No era necesario crear ese embeleco para ocupar un sitio que ya estaba ocupado. (Y donde también existen colocar, colocarse, situar y situarse, por ejemplo). ¿Para qué esa inflación de palabras?
Para mayor pasmo por mi parte, el DRAE dice que posicionar es "tomar posición". Y a su vez dice que posición es la "acción de poner". O sea, que hacer la acción de poner no es poner, sino posicionar: justo lo que yo decía más arriba, cuando he dicho lo de visionacionacionar.
Hay más ejemplos, pero no sigo porque se supone que este es un blog principalmente de arquitectura, y los de ebuzzing me castigan bajándome veinte puestos cada mes. (Por cierto: Hacedme la caridad de clicar en el simbolito "g+1" que aparece al pie de esta entrada -y de todas-. A ver si así hago méritos. Muchas gracias).
Me centro para decir una obviedad: A veces hay que pararse, reflexionar y dar un paso atrás, medio paso atrás, o al menos no seguir avanzando, creciendo, sumando. La famosa frase "menos es más" no sólo significa que cuanto menos ornamento se utilice más dirá la obra, sino también que cuanto menos se haga más significado tendrá lo que se haga. (Esto también es un poco Lao Tsé).
Lo de "menos es más" no debería ser sólo una cuestión de diseño o de estilo, sino de concepto arquitectónico. Mies, con tanto "menos es más", hacía cuartitos de estar de trescientos metros cuadrados. Y otros, con sus espacios servidos y espacios sirvientes, necesitan trescientas dependencias ramificadas, estratificadas y jerarquizadas para hacer una casa.
Estoy escribiendo de corrido una reflexión apresurada que tan sólo quiere poner sobre la palestra que a veces la mejor huida no es hacia delante, y que no todos los errores se solucionan echando más leña al fuego, ni todas las ideas pobres se enriquecen poniendo más cosas, más florituras inanes; sino que, por el contrario, a veces hay que retroceder, aunque sólo sea para tomar perspectiva. A veces, sólo a veces, conviene dar algún paso atrás para recomponer un poco los desastres. Me viene a la mente aquella cínica y cruel frase: "El que tenga algo que decir, que dé un paso atrás y se calle".