Invisibles. Antena 3. Domingo noche.
Los han mandado a los cuatro a la calle y se hacen pasar por vagabundos sin techo, con cámara oculta y personalidad fingida, para que desde casa veamos lo que pasa en el infierno de las noches callejeras. Son la prolongación disfrazada de la cadena Antena 3, propiedad del grupo Planeta, una entidad mediática todopoderosa y en expansión. Actúan como agentes secretos de la industria televisiva y se infiltran en el mundillo de los que no tienen nada.
Y la exploración de este tercer mundo dentro de nuestras ciudades nos es brindada en alta definición y formato panorámico, como no. Con ello nos facilitan que ejerzamos uno de los verbos más de moda en nuestra cultura: concienciación.
Si te conciencias de las miles de quejas que existen en nuestra cultura es más probable que estés en la onda y las teles ayudan. De ello no hay duda, pero ¿habrá algún límite al exhibicionismo caritativo de las cadenas televisivas? ¿Ha nacido la clase de las superpersonas y mientras tanto nosotros con estos pelos?
Porque podría ser que las televisiones hayan creado, además de a gente telegénica, a personajes que encima nos pueden dar lecciones de moralidad y humanidad. Es algo preocupante, porque los mas normalitos no lo tenemos tan fácil para reunir las dos condiciones a la vez. Y si las reuniéramos no se iba a enterar nadie...
Y lo más cínico y escandaloso es que tampoco se enteran los protagonistas reales de la tragedia, los que vagan por la urbe. Las víctimas de la crisis conviven sin saberlo con los figurantes de una gran empresa y a esta solo le interesa mostrarles como espectáculo. Resulta patético contemplar la afectación relamida con que relatan el drama humano de alguien. De alguien a quien los ricachones de Antena 3 han dejado seguir siendo pobre y tragando asfalto.
Porque -y ojalá me equivocara- ni una sola de estas víctimas urbanas parece haber recibido un triste euro de quienes se supone que conforman un próspero grupo de comunicación. Con toda seguridad, en las pausas publicitarias recaudarán buenos ingresos, a costa de la miseria ajena y la penuria de terceros.
Debería haber una figura penal que acogiera esta forma desvergonzada de actuar, algo así como morbosidad criminal o caridad basura. O instaurar alguna pena por ejercer la telecaridad, ya que no se ha hecho lo propio con la teleporquería.
¿Y a todo esto, de las personas reales qué? ¿Que podrían sentir los afectados cuando se enteraran? ¿Acaso emoción por haber convivido con Sofía Mazagatos? Lo más seguro es que se sientan halagados porque sus imágenes personales hayan sido montadas y editadas, está claro.
A fin de cuentas, han sido elegidos, han compartido cercanía con el primer mundo y serán tan lúcidos como para aceptar este sistema de castas inamovible; yo lloro y tu me filmas, yo trago porquería y tu escribes una linda reflexión. Y entre nosotros, claro, siempre habrá un muro infranqueable y espeso, no me ayudes demasiado que te implicarás de verdad, cuidadín...
Que durmáis felices.