El gobierno nacional dejó sin efecto una licitación de nuevas frecuencias de telefonía móvil y convirtió a la estatal Arsat en la cuarta empresa en el mercado, junto a Claro, Movistar y Personal. Arsat deberá buscar “esquemas asociativos no sólo con los grandes prestadores, sino también con participación de cooperativas y de Pymes del interior” (La Nación, 7/9). Nada nuevo por aquí, ya que son numerosos los países que tienen operadoras públicas con participación minoritaria; si no fuera porque pone al desnudo, un nuevo conflicto con los llamados “capitalistas amigos”, como ocurriera con Eskenazi -en petróleo- o con Cirigliano -en ferrocarriles-, y con algunos en el sector eléctrico. En este caso, los diarios llamaron la atención acerca de que el grupo Werthein -Caja de Seguros, Telecom- no hubiera sido advertido.
Arsat, por su lado, ya ofrece servicios de televisión digital a través del sistema TDA; incluso distribuyó a dedo siete señales entre otras corpos amigas: a Telefónica (Telefé), al mexicano González (Canal 9, también se le atribuye SuriTv, que reproduce programas de Latinoamérica), a Hadad (C5N), a Szpolski (CN23 y todo indica que también Vivra, una señal de música) y a Francisco Casal (principal empresario del fútbol uruguayo, dueño de GolTv). Al listado habría que agregar a Telesur, a CBA24 (de la Universidad Nacional de Córdoba, dirigida por Esteban Falcón, quien antes se desempeñó en Canal 7 y en Encuentro) y a Construir Tv, un canal de la Uocra.
El 80% del mercado de telefonía sigue en manos de los grandes pulpos conocidos. Para algunos analistas, la licitación se levantó para impedir que la gane algún rival de Telefónica.
“El anuncio de ayer ya dejó ganadores y perdedores entre las empresas. Telefónica aparece entre los ganadores, porque es la compañía que tiene más espectro disponible en el país y lo seguirá teniendo. Entre los perdedores se ubican Nextel, que sigue sin poder acceder a las frecuencias necesarias para ofrecer servicios 3G; Telecom y Claro, la firma del magnate Carlos Slim, que fue descartada sobre el final del concurso” (Cronista, 6/9).
De Vido arremetió contra “la famosa integración monopólica de Telefónica y Telecom”, un pleito que el gobierno dio por resuelto hace un año, por lo que cabría suponer que querría dar marcha atrás. Si cambió la alianza con Repsol por la norteamericana Chevron, todo puede ocurrir en los negocios K. La “lucha antimonopólica” es un fuego de artificio -como lo acaba de admitir Kicillof, al defender la posición dominante de Techint en la provisión de chapa para automóviles.
El Estado ya tiene invertido varios miles de millones de pesos en el desarrollo de una red de fibra óptica que le permitirá a Arsat competir en el llamado Triple Play (TV por cable, telefonía e internet). Cristina se vio forzada a excluir a las telefónicas de su acceso a la televisión por cable para obtener los votos necesarios para aprobar la ley de medios -aunque nunca renunció al objetivo inicial de entregarles el “triple play” por otra vía. Esto podría producirse en caso de una asociación de Arsat con “grandes prestadores”.
Pablo Heller