Revista Cultura y Ocio

Telegrama Zimmermann, El pueblo en la guerra de Sofia Fedórchenko

Publicado el 11 enero 2013 por Hermidaeditores

Buenos días y Feliz año!, hoy traemos la reseña publicada en Telegrama Zimmermann sobre el libro El pueblo en la guerra de Sofia Fedórchenko.
http://www.telegrama-zimmermann.com/el-pueblo-en-guerra-la-voz-de-la-carne-de-canon/

El pueblo en guerra. La voz de la carne de cañon.

Posted on 8 enero, 2013 by Lev Mishkin in Primera Guerra Mundial8
Telegrama Zimmermann, El pueblo en la guerra de Sofia FedórchenkoPortada del libro "El pueblo en guerra"Tras un parón prolongado pero circunstancial aprovecho una de mis lecturas navideñas para dar comienzo a lo que espero que sea un prolifico año en cuanto a entradas en el Telegrama Zimmermann, Con la aparición del juego de mesa Paths of Glory/Senderos de gloria en el horizonte más cercano (las previsiones apuntan a mayo de este mismo año), y el centenario de la Gran Guerra un poco más adelante, no faltan temas que tratar. Y los libros no podían faltar en este blog. Y dos libros me he comprado estas navidades, La belleza y el dolor de la batalla de Peter Englund y El pueblo en Guerra de Sofia Fedorchenko.Dos libros que hacen falta, dos libros que nos llevan un poco a lo que algunos llaman historia desde abajo. Normalmente la historia y más la historia de la guerra se cuenta desde un punto de vista elevado, una historia  que nos cuenta las motivaciones e intereses de los poderosos y de los generales. Una historia que se asemeja a colgar banderitas de un gigantesco mapa de operaciones y donde se habla de genio militar y todas esas cosas. Como ejemplo baste mencionar la relativamente popular editorial Osprey. Pero lo que es a mi esa historia de la guerra me interesa relativamente poco, para eso ya tengo mis juegos.Era Hobsbawm el que trasladaba su deseo por saber lo que pensaba el marino que servía a Nelson durante la batalla de Trafalgar, y el mismo historiador era, creo recordar,  el que nos daba a conocer el epistolario de un simple soldado inglés durante la batalla de Trafalgar. Hobsbawm intuía, como podemos hacerlo todos, que poco o nada se parece la guerra de los generales a la guerra de los soldados. Lo importante era rescatar esas voces del pasado a las que la historia oficial parecía que no había prestado gran atención. De la guerra hay poco que aprender, solo la manera de evitarlas a toda costa. Pero como inmenso drama humano pocas cosas tienen tanto interes, pero para encontrar ese drama hay que recurrir a la historia social de la guerra.Y tanto Englund y como Fedorchenko nos dan esa oportunidad de escuchar las voces de quienes participaron desde las posiciones m,ás bajas de la guerra.  Quizá Englund en  La belleza y el dolor de la batallan construya un relato más homogeneo y sentimental de lo que fue la guerra, su libro está escrito a partir de diarios firmados. En cambio el libro de Sofia Fedorchenko, El pueblo en Guerra, es más crudo. Son multitud de testimonios tomados en el frente, ella era enfermera y recogía lo que los heridos le contaban de la guerra.Sofia FedorchenkoSofia Fedorchenko
Desconozco si el libro tiene algun valor literario más allá del incalculable de recuperar lo que fue el horror de servir en el ejército del zar en semejante guerra, a diferencia de los occidentales los soldados rusos eran practicamente todos analfabetos y si no hubiera sido por esta enfermera que recogió sus anhelos y sufrimientos poco sabríamos de ellos. Fedorchenko pone en orden todos esos pensamientos, canciones, poemas y diatribas de los soldados. Si hubiera existido twitter en aquellos tiempos el resultado sería similar. En su mayoría son secos, abruptos y cortos. Y resuenan como un disparo en mi cada vez más vacía conciencia. Fedorchenko los organiza en ocho grandes bloques;- Cómo iban a la guerra. Qué pensaban de sus causas y de la instrucciónCuando tuve mi primer comabte, luego no me acordaba bien de nada. Y ahora veo todos los detalles, incluso en mis useños. No me gusta la guerra para nada. Y eso de que te hieran, o de la muerte, o que te dejen mutilado, no es lo más fuerte. ¡Ojalá supiera cuál es el sentido, por qué unos pueblos tan pacíficos se han liado a batacazos! Tiene que ser por la tierra. ¿acaso viven apiñados? Tampoco es esoMe fuí de juerga toda la semana. De tanta angustia y miedo me desmadré mucho. Me recobré casi ya en la posición y me dio muchísima pema haberme despedido de mi vida anterior de tal forma que casi ni me acuerdo. Habría hecho las cosas de otra menra, pero ya es tarde. Y ahora es todo diferente.-Qué paso en la Guerra.Lo dices así porque no le has visto los ojos. Si hubieras mirado a los ojos del moribundo, los verías por la noche. Yo anduve así alrededor de seis meses, como tacado: en cuanto cerraba los ojos para dormir, veía a mi muerto meándome.El hambre te nseña cosas… Yo, por ejemplo, he llegado a robar a un niño que dormía al lado del camino…-Cómo eran los jefes.Uno dice: “Esto no está bien, te pueden traer a capítulo”. Y nuestro rompedientes: “No se les puede tratar de otra manera, si no, no se enteran de nada”… Como que somos muy ignorantes y muy pillos. Como que solo nos entra la vergüenza a golpes.
-Cómo eran los compañerosNos lo pasábamos muy bien por las noches, antes de dormir. Charlábamos hasta el toque. La de cosas que nos contábamos: empezabas por Dios y acababas por las mujeres… Y en casa no tienes con quien conversar. Trabajas hasta caer rendido, te metes en la cama y artes hacia otro mundo. Porque no ibas a hablar con tu mujer ¿verdad?-Cómo llevaban las enfermadades y las heridasPregúntame si podría vivir sin los ojos y no te sabría contestar. Vivo con la esperanza de recobrar la vista. Ahora veo brillar la luz del sol, la vislumbro como através de una ranura angosta. Ya ntés no veía nada de nada, mis ojos solo servían par lágrimas. Lloraba día y noche, pedía muerte…-que decían de los enemigosApunte y disparé, se desplomó, me acerqué: no respiraba. Metí la mano en su pistolera, para sacxar el revólver, y allí había cigarrillos . Oye pues sabéis, muchachos, fue como si hubiera tocado una bestia, me quemó como el fuego, tanta pena me dio el alemán.-Qué recordaban del hogarSólo me quedaban nueve días después del viaje… Y desde el primer momento me entró la angustia por tener que volver tan pronto… No he tenido ni una hora de alegría… No me atrevía a que mi corazón se descongelara, me esperaba un dolor muy fuerte delante… Ya no quiero más permisos. ¡Que se los lleve el diablo!.Qué opinaban de la guerraLa costumbre hace la ley. Yo ya me he acostumbrado a todo: no siento ni mi propio miedo ni el de los demás. Solo me falta matar niños. Pero creo que también a esto se puede acostumbrar uno.Robar está muy mal, es pecado y se castiga. Pero en la guerra todo es diferente: todo es ajeno y fácil, aquí no hay pecado, ni nada. De todas formas, un castigo peor que la muerte no tendrás y nos han traído parar morir precisamente. Así que espabilate.
No, los testimonios anonimos que recogió Sofia Fedorchenko no forman la voz del pueblo, Son voces del pueblo, ni siquiera en esas circuntancias se encuentra una uniformidad, encontramos piedad, desencanto, cinismo, horror, esperanza, honradez,  crueldad y todo lo que puede dar de si los seres humanos. Desde luego que ni los soldados se portaban de la misma manera. Habñia quien robaba al niño su pan, y quien se lo daba. Había quien mostraba cobardía en combate y quien resultaba intrépido, quien aceptaba las heridas de huerra y quien se noría de pena. Es la vida, la vida del pueblo en guerra.El pueblo en guerra apareció en las librerías en noviembre de 2012, cuesta 17 euros por no llega a las 100 páginas. Es caro si lo comparamos con el libro de Englund que se salda por 12 euros en estos momentos. Pero es una joyita, Quien pueda permitírselo que no lo dude.Telegrama Zimmermann, El pueblo en la guerra de Sofia Fedórchenko
 Hermida Editores

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