Algo así era el teléfono comunitario
de la portería de mi casa.
(Fuente: todocoleccion)
(Fuente: UGTatento)
Lo más habitual es que alguien, en un castellano más o menos inteligible, se identifique (Mi nombre es X, y le llamo de -parte de- la compañía Y). Y a continuación, sin que yo les haya autorizado, me hacen una pregunta (¿Con quién hablo, por favor? Pues, c..., con quien está llamando usted, o su sofisticado sistema de telefonía; o bien ¿Es usted Fulano de Tal?). Estas preguntas, especialmente si proceden de empresas con las que no tengo ninguna relación proveedor/cliente (suponiendo que yo haya entendido el nombre que apresuradamente me dio, o lo haya aclarado en una ronda previa de preguntas mías) me parecen una agresión a mi intimidad. No me parece ni ético, ni necesario, ni conveniente, responder a la pregunta de un desconocido por teléfono. Muy frecuentemente, la conversación termina aquí. Debo reconocer que me muestro menos contrariado si el interlocutor habla un castellano correcto. Porque lo más habitual es que quien llama maneje un español latinoamericano, de infinitos acentos, que no siempre es fácilmente comprensible. Además, tengo la sensación de que muchos de esos centros de telemarketing que te machacan la hora de la sobremesa o de la siesta están físicamente ubicados en otros países, incluso con zonas horarias diferentes. Cuando es así, el acento extranjero no está ni siquiera tamizado por la convivencia con el castellano de España, sino más alejado todavía de los estándares locales, infiltrado de los giros de la calle del lugar desde donde me llamen. Si la llamada procede de un proveedor alternativo (lo más habitual, proveedores de telefonía y comunicaciones, o de energía) y no tengo ninguna inquietud con mi proveedor habitual y ningún interés en lo que puedan ofrecerme, intento terminar cortésmente la conversación lo más rápido que puedo. Pongo de manifiesto mi falta de interés y la total inutilidad de seguir perdiendo el tiempo los dos. Si la llamada procede de alguna empresa con quien sí tengo relaciones comerciales (y, por lo tanto, disponen de mis datos con mi consentimiento), intento que me comuniquen con rapidez las ventajas o mejoras que me están ofreciendo, para determinar cuanto antes si son de algún interés para mí, o no. Es inútil que perdamos tiempo mientras me relatan los infinitos detalles de una propuesta que no me interesa. De esta forma, por ejemplo, contraté en una ocasión el iPlus (siendo ya cliente de Digital+) o un servicio adicional de revisiones de mi proveedor de gas y electricidad. Pero, en todos los casos, el teléfono es un medio muy malo para transmitir (y poder comprender por entero) la letra pequeña. Prefiero mil veces un correo electrónico con todos los detalles, que pueda estudiar tranquilamente. Pero cuando les sugiero que me envíen esa información, habitualmente obtengo una total falta de interés (porque eso ya es otro canal, y no está en los objetivos de quien me llama).(Fuente: salaciencia)
Claro que también hay llamadas que se pueden terminar de forma hasta casi graciosa. Una vez querían venderme algo como una vaporeta, y me dijeron que querían hablar con la señora de la casa. Les respondí que de eso aquí no hay, y se terminó la conversación. O cuando querían venderme un curso de piloto aéreo, y me preguntaban si en mi casa vivía algún joven entre 22 y 28 años. Les respondí que NO, y colgamos. En otra ocasión me pidieron permiso para realizarme una encuesta telefónica sobre hábitos de consumo (o algo así). Tras la primera pregunta (edad), la chica me dijo que esa franja de edad ya la tenían completa, que muchas gracias y Adiós. Otra vez querían enviarme 25 kilos de naranjas recién cogidas del árbol a casa; hasta que les dije que yo vivía solo. En una ocasión, incluso mi propio proveedor de ADSL quería venderme ... ¡el ADSL!. Angelitos. Otro gran capítulo de las llamadas no deseadas son las de control de calidad de algún servicio que me hayan prestado recientemente. Cuando llevo el coche al taller, por ejemplo, en las semanas siguientes me esperan dos llamadas: una del propio concesionario y otra de la marca, para verificar mi grado de satisfacción con el servicio prestado. O también las encuestas de control de calidad de algún banco con quienes mantenga relaciones comerciales (de 0 a 10, siendo 0 nada satisfecho y 10 muy satisfecho, ¿cómo valoraría...?). Me parece muy bien, y acostumbro a hacerlo, dar mi opinión sobre un servicio en Internet, o a través de un correo electrónico. Si reservo, por ejemplo, un hotel por Internet, acostumbro luego a dar mi opinión, que estimo que le puede resultar de alguna utilidad a otro cliente. O cuando compro alguna cosa en el comercio electrónico, igual. Y antes de la compra, acostumbro a consultar las opiniones de otros clientes, que me ayudan a hacerme una idea más cabal de lo que voy a encontrar y si me conviene. Pero eso lo puedo hacer en el momento que me apetezca, y no necesariamente durante la somnolencia de la sobremesa, cuando el televisor no emite más que murmullos, que es cuando alguien ha decidido llamarme. Llamar por teléfono a un domicilio particular es siempre una cierta forma de agresión, porque interrumpe lo que quiera que se estuviera haciendo en ese momento. Si la llamada es deseada, esa agresión se dispensa y, en su caso, se fija otra hora para hablar con más tranquilidad y reposo. Pero si la llamada es no deseada, entonces queda en pura agresión, difícilmente dispensable. Como cliente potencial, ya me tienen en su contra y va a resultarles muy complicado sacar algún negocio de la llamada. Acabaremos perdiendo el tiempo los dos. Y por ello, cuanto menos, mejor.Contact Center en Brasil
(Fuente: telefonica)
LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 18 abril a las 11:53
Estoy de acuerdo con usted en muchos de los puntos que toca en su articulo. Indicarle que, efectivamente, la mayor parte de las llamadas provienen de "allen de los mares", ya que el Telemarketing español sufre una deslocalización desde hace mas o menos una década. Muchos países latinoamericanos son una panacea para empresas sin escrúpulos que, amparándose en las eternas crisis económicas que sufren dichos países y la flexibilidad del mercado laboral reinante, invierten su dinero creando "call centers" por doquier, contratando parados y jóvenes universitarios y explotándolos sin remordimientos. Si un teleoperador - gestor, aquí, en España, cobra entre 800 y 1100€ mensuales, allá, pagan el valor de aproximadamente 1/4, esto es, unos 200€ al cambio (1 español=4 sudamericanos). En lo referente al idioma,....les da igual!!! Mas o menos se les entiende, que es lo que les importa a los macroexplotadores. Estos teleoperadores no tienen la culpa; en parte, la tenemos todos nosotros. ¿Porque? Porque nos da igual,...si,si...igual. Es verdad que nos molestamos con las llamadas a deshora, porque nos interrumpe nuestra siesta (como Usted afirma), nos molestan por la mañana, por la tarde, por la noche e incluso de madrugada. ¿Que hacemos? Colgarles. ¿Es una solución? Si, momentánea, pero siguen insistiendo. Les da igual... Nosotros, como buenos españoles, nos irritamos y lo comentamos entre nuestras amistades, en tertulias, con la familia, en bares, cafeterías, en la calle, a través de artículos, etc.... Pero,...¿cuantos de nosotros reclamamos ante Consumo? ¿Cuantos interponemos denuncias policiales por acoso telefónico? ¿Cuantos denunciamos ante el Defensor del Pueblo? ¿Ante la Agencia de Protección de Datos? ¿Ante los organismos oficiales?.... Pocos, muy pocos. Y así nos va!!! Las empresas mnacroexplotadoras de Telemarketing lo saben, nos conocen y por ello, nos ignoran y siguen abriendo centros de llamadas en Latinoamerica, siguen ganando millones de euros, beneficiándose de este gran pastel. Y como la manos de obra les sale casi regalada, la presión que ejercen a la hora de vender sus productos es brutal: amenazan, acosan, humillan,... Luego,claro,pasa lo que pasa: clientes a los que se ha llamado para ofertas de diversa índole, descubren en sus facturas (cuando las estudian detenidamente) que aparecen conceptos facturados de servicios que jamas han contratado. Contemple usted el caso del Reino Unido: Allí también ha sucedido lo mismo. Aprovecharon la India para subcontratar y prestar servicios telefónicos pagando sueldos irrisorios (Britishcom,etc..). Ah....pero los clientes ingleses se hartaron, no sucumbieron y se alzaron. Rápidamente, en cuestión de unos años, todos los servicios volvieron de nuevo, regresaron. Un ejemplo a seguir!! Aparte, esta situación de la deslocalizacion, desde el punto de vista laboral, es un atentado a la ética y a la moral. Teniendo casi 5 millones de parados, estas empresas siguen contratando en otros países para atender precisamente clientela española. Y nadie se lo impide!! Seamos realistas, esta situación seguirá mientras no nos demos cuenta de que no existe un "hermano mayor" que nos vaya a resolver este, y otros problemas. Somos nosotros. Lo dice la Constitución: "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del estado". Un saludo.