‘El enfrentamiento entre la Sra. Kirchner y los medios de la oposición ha adquirido ribetes de una telenovela latinoamericana’ dice el epígrafe de la foto de CFK que ilustra la nota de The Telegraph.
El editor general de Clarín Ricardo Kirschbaum, el director periodístico de la Editorial Perfil Gustavo González y el secretario general de redacción de La Nación Héctor D’Amico son las tres fuentes que The Telegraph consultó para el artículo que publicó ayer en su sitio web, “Argentina accused of media assault to silence critics” (“Argentina, acusada de asalto mediático para silenciar críticas”). La presunta objetividad del periódico inglés consiste en acompañar estos testimonios especialmente recabados con la transcripción más o menos literal de declaraciones de Cristina Kirchner y Amado Boudou, hechas en circunstancias ajenas a la redacción de la nota.
Los comentarios de los tres entrevistados aportan poco y nada al discurso que nuestras corporaciones mediáticas repiten con insistencia desde la promulgación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, y que la mayoría de los ciudadanos argentinos conocemos de memoria: el objetivo del Gobierno actual es “controlar la mayor cantidad de medios posibles –públicos y privados– y destruir a aquéllos que rechazan la exigencia de alineación incondicional” (Kirschbaum); “la libertad de expresión corre peligro” (González); “se trata de un gran retroceso para el desarrollo democrático de la Argentina” (D’Amico).
Tampoco sorprende la elección de un vocabulario bélico para describir el conflicto donde intervienen otros dos actores mencionados en la nota: nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación, que ¿en breve? fallará sobre la legitimidad de los artículos objetados por el Grupo Clarín, y el secretario de Comercio Guillermo Moreno, artífice del “boycott publicitario” que los tres grandes diarios “soportan” hace meses. En pocas palabras, la periodista Hannah Strange parece replicar tonos y argumentos de nuestra prensa tan independiente como antikirchnerista.
Es cierto, el artículo exuda cierto tufillo a complejo de superioridad británica (“Por momentos el enfrentamiento entre la Señora Kirchner y los medios de la oposición ha adquirido ribetes de una telenovela latinoamericana, cargada con drama político y con lo que a menudo suena a intensas escaramuzas personales”). Pero la influencia argentina resulta más fuerte: al menos esto se desprende del comentario al paso -tan inexacto como nada inocente- de que “la Señora Kirchner está recuperándose de una cirugía de cerebro“.
Quizás lo más interesante de esta nota de The Telegraph sea su contexto de publicación. Si bien Strange presenta el próximo fallo de nuestra Corte Suprema como el motivo o la excusa para contarles a los lectores ingleses la dura experiencia que la prensa libre atraviesa en la Argentina, quizás el verdadero disparador se encuentre dentro mismo del Reino Unido, es decir, en la discusión que este país también mantiene en torno a la eventual regulación de “la industria” como la llaman allá.
En este punto cabe recordar que la semana pasada el Primer Ministro David Cameron y su secretaria de Cultura Maria Miller convocaron a una enésima revisión de la Carta Real que busca controlar el ejercicio periodístico en aquel país. El viernes pasado, la prensa británica anunció un principio de acuerdo que la agrupación Hacked Off considera engañoso además de complaciente con los intereses corporativos, y que sin embargo sigue sin convencer a los “barones mediáticos“.
Desde esta perspectiva, los testimonios de Kirschbaum, González y D’Amico suenan a advertencia sobre una pesadilla (telenovelera, pero pesadilla al fin) que The Telegraph y sus competidores, ahora devenidos en aliados, ahuyentan con vehemencia en defensa de sus inagotables intereses. Coincidencia reveladora, justo ayer el sitio Media TiCs informó sobre el Telegraph Media Group y su nueva apuesta fuerte, est vez ”al mercado de lujo”.
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PD. Este post fue redactado anoche, antes de que Clarín se hiciera eco (hoy, aquí) de la nota de Strange. “Acusan al Gobierno de atacar a los medios para silenciar críticas” es la traducción que el Gran Diario Argentino eligió para -fiel a su costumbre- poner su propia opinión en bocas o plumas ajenas. Bocas/plumas de renombre porque, como bien indica el artículo vernáculo, “fundado en 1855, The Daily Telegraph es tal vez el diario más influyente del Reino Unido”.