Revista América Latina

Temas delicados

Publicado el 15 octubre 2014 por Ángel Santiesteban Prats @AngelSantiesteb

los hijos-tileEn los días que me mantuvieron detenido, entre el 21 de julio y el 13 de agosto pasado, entre otras preguntas, los oficiales de la Seguridad del Estado me indagaron acerca de mi manutención económica. Al respecto, nunca me había imaginado que a otros le interesara este aspecto, pero como al gobierno de Cuba le gusta acusar de mercenario a todo opositor, es mi deseo hacerlo público.

Desde que estoy encarcelado, mi hermana María de los Ángeles, que siempre me ha apoyado, asumió ese rol, no sin dolor de mi parte, pues no me envía lo que le sobra, ni siquiera lo que disminuye de gustos y antojos, sino de su propio sudor, del mismo sacrificio, pues como le gusta decir a ella, “soy la más pobre de Estados Unidos, pero más rica que cualquier cubano que se encuentra dentro de Cuba”. Además de mi hermana, he recibido ayuda de amigos y colegas con los que mantengo una amistad muy estrecha desde mi adolescencia y juventud; también de masones residentes en la Florida.

El Verano en que dios dormía
Por la parte literaria, mi hermano de vida y colega, además representante legal como agente literario, Amir Valle, ha cobrado mis derechos de autor y premios, y me los hace llegar a Cuba de diversas maneras. De hecho, en Miami se propuso que en un espacio de presentación literario, la venta de los libros se me hiciera llegar, y mi hermana, en actitud digna, con la mayor amabilidad, se negó a recibir el dinero, y además, pidió que –sin que resultara un desprecio– no lo hicieran, precisamente para evitar que luego la policía política cubana me acusara de ser un mantenido o mercenario sufragado por los miamenses. Ella, desde su pobreza, continuaría con mi ayuda.

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Jamás he recibido dinero del gobierno norteamericano, ni de ninguna fundación cubanoamericana. Cuando en Facebook alguien se ofreció para ayudarme económicamente, con delicadeza y agradecido, les pedí fotos de su familia en un momento feliz, o algún libro. Nunca acepté dinero.

No soy un mercenario. Al contrario. Desprecié las oportunidades que el gobierno cubano le concede a los intelectuales y artistas si apoyan al gobierno, y en caso contrario, que al menos hagan silencio y finjan ser aliados. Preferí, como dice también mi hermana, “dejar de ser príncipe para ser mendigo”, y aunque nunca viajé con el dinero del gobierno cubano, sino invitado por universidades, ferias del libro o eventos literarios, conocí Europa y gran parte de América, incluyendo, en más de una ocasión, a los Estados Unidos, mas preferí abandonar esa vida para dedicarme a la libertad de mi país, al sacrificio que sea necesario. Y por ello, he recibido golpizas, calabozos, marginalidad intelectual, humillaciones de las autoridades culturales, y aún no me parecen la cuota mínima de lo que vale el poder decir libremente lo que pienso de mi tiempo y de mi espacio en derredor. Tanto es así que lo escribo con vergüenza, pues siempre lo comparo con el de tan buenos cubanos que dieron su vida y su juventud en aras de liberar la nación y, en definitiva, ofrecerle una mejor oportunidad a sus compatriotas.

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Así se lo expresé a los funcionarios políticos que me atendieron, y por eso también he querido compartirlo con los amigos y lectores, porque, sobre todo, me interesa ser transparente como el viento.

 

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Ángel Santiesteban-Prats

Prisión unidad de guardafronteras. La Habana, octubre de 2014.


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