[6/10] No hay nada más tierno y humano que el amor de una madre por su hijo. No hay nada más duro y salvaje que un hijo que rechaza, humilla y hace sufrir intencionadamente a su madre… y que lo lleva a cabo con la crueldad del pequeño Kevin. Al comienzo fueron los lloros, pataletas y caprichos habituales de la primera infancia, pero algo debió suceder en esa relación materno-filial… porque no es normal la guerra abierta y enconada que estalla entre ese niño especial y una Eva que no se lo explica, que lleva tanto desaire y maldad como puede. En “Tenemos que hablar de Kevin”, la escocesa Lynne Ramsay adapta la novela de Lionel Shriver para hacer un retrato frío y enfermizo de esa familia, y nos da una película tan dura como lo es la propia realidad.
La narración nos llega fragmentada a partir de fogonazos de una Eva que recuerda y trata de averiguar la razón de tanto odio (se mantiene siempre el punto de vista subjetivo materno), mientras el espectador siente que el drama se mancha de sangre y adquiere aires de tragedia. Es muy importante la atmósfera malsana que respiran madre e hijo, y de ahí el sofisticado diseño de sonido con silencios inquietantes, la cuidada fotografía de luces blancas que aportan frialdad y de un rojo omnipresente que preanuncia el dolor desde la inicial escena de la tomatina (innecesaria, por otra parte). Pero nada de eso pasaría del efectismo si no viniera acompañado por las convincentes interpretaciones de Tilda Swinton y Ezra Miller, sin desmerecer a John C. Reilly y a los dos niños que dan vida al Kevin más infantil. En todos hay un primer acierto de casting con un padre bondadoso y un tanto gris, y sobre todo con una madre fría y desconcertada que vive llena de inquietud, y a un trastornado adolescente-tirano cuya mirada va cargada de maldad.
La cámara de Ramsay recoge momentos elocuentes de esa distancia y falta de sintonía entre ambos: desde la rabieta del bebé con el ruido del martillo neumático hasta ese juego nada inocente con la pelota, desde la problemática de los pañales hasta esas flechas de juguete o las otras no tan infantiles… todo apunta a herir a esa madre, allá donde más le pueda doler. Estamos ante una cinta de sensaciones nada complacientes, dura en cada etapa de crecimiento y en cada intento por enderezar la vida familiar. Pero es tan excesiva e incólume la actitud del niño/adolescente que convierte su personaje y la cinta en inverosímil, y es tanta la paciencia que exige a esa madre desorientada como a un espectador al que no se da ninguna concesión al sentimento. No hay momentos para respirar porque el aire está enrarecido desde el cordón umbilical, y no hay lugar para la emoción porque la película navega por el nihilismo más extremo para terminar sofocando todo lo humano.
Conseguida esa sensación de desconcierto permanente y de batalla perdida, el espectador asiste a un duelo que comenzó en el seno materno y continuó en el cochecito de bebé, para alargarse en esa habitación decorada de acuerdo con la personalidad y terminar en una cárcel en donde la madre hace un nuevo intento por comprender. Desde una postura un tanto pretenciosa por su cargante ejercicio de estilo, se llega incluso a dar a la madre el nombre simbólico de Eva para hablar de una humanidad que nace con el peso de la culpa, y la directora plantea interrogantes para los que no da respuesta… en lo que puede ser un acierto cinematográfico pero que deja hundido y desconsolado al sufrido espectador, como si la frialdad le hubiera llegado también a él a través del cordón umbilical.
Calificación: 6/10
&En las imágenes: Fotogramas de “Tenemos que hablar de Kevin”, película distribuida en España por Vértigo Films © 2011 BBC Films, UK Film Council, Independent, Artina Films, Footprint Investment, Forward Films, Piccadilly Pictures, Rockinghorse Films y Lypsync Productions. Todos los derechos reservados.
Publicado el 17 marzo, 2012 | Categoría: 6/10, Año 2012, Críticas, Drama, Gran Bretaña, USA independiente
Etiquetas: Ezra Miller, familia, John C. Reilly, Lionel Shriver, Lynne Ramsay, padres-hijos, Tenemos que hablar de Kevin, Tilda Swinton
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