Aviso desde ya que en este escrito no voy a hablar de la trágica muerte de Verónica Forqué, ni de tantas otras personas que se ven abocadas al suicidio en un país en el que, según noticias recientes, 2020 fue el año con mayor número de suicidios registrados en España desde que existen datos (desde 1906), o en el que el 3 % de los menores pensó en suicidarse durante la pandemia. Y no voy a hablar de estas cosas porque cada persona es distinta y cada situación compleja, y además no conocemos las vidas de estas personas como para andar elucubrando con ellas. Pero sí que voy a hablar del problema que tenemos con nuestro propio comportamiento ante los posibles problemas de los demás. De la responsabilidad de medios de comunicación y de nosotros, espectadores y consumidores, en la relativización de trastornos mentales.
Llevamos demasiados años acostumbrados a ver a personas en televisión con posibles problemas mentales ser objeto de burla de dudosos profesionales de los medios. Desde el miserable Javier Cárdenas en Crónicas Marcianas, pasando por Pepe Navarro y tantos otros que vivieron, en su momento, de hacer escarnio público de personas que se dieron en llamar o . Reconozco humildemente que yo no eludo mi propia responsabilidad: consumía ese tipo de programas, me reía de esa gente y, no solo eso, sino que en mi trabajo en una televisión local de Tenerife llegué a editar un par de vídeos musicales con ciertos personajes locales, ideados por un intento de émulo de Javier Cárdenas. Uno de esos vídeos, afortunadamente, fue vetado por la entonces directora del canal por constituir una burla de una persona con posibles problemas mentales. El otro llegó a emitirse, a circular por redes e incluso se hizo viral. De estas cosas hace ya más de 12 años.
En esa época llegó también el auge de los programas del corazón (eufemismo para no decir periodismo basura) Gran Hermano y el comienzo de los reality shows en España, con los que hemos acabado convirtiendo en un espectáculo televisado las 24 horas del día las miserias de la gente. Y últimamente programas como Master Chef normalizan los ambientes laborales tóxicos, la competitividad extrema, el matoneo y la humillación. Parece que ya no nos acordamos de "León come gamba" y el trato humillante que se dio al concursante Alberto Sempere, con la burla final de que, 3 años después, Master Chef abre un restaurante en Madrid y pone ese mismo plato en la carta, a 18 euros, y su creador se entera por la prensa. No recordamos que en Gran Hermano hubo un abuso sexual de una joven ebria, y que la propia producción del programa mostró el vídeo a la víctima, sin ninguna ayuda ni apoyo psicológico. Hace poco se supo que el programa sabía, desde el casting, que Carlota Prado ya había sufrido una violación siendo niña.
Sumemos a todo esto el comportamiento de mucha gente en redes sociales y tenemos el caldo de cultivo perfecto para la situación en la que nos encontramos: burlas generalizadas, insultos, falta de empatía con la salud mental de los demás, relativización de los problemas mentales. Verónica Forqué recibió insultos en redes sociales por su paso en Master Chef Celebrity. Un diputado de un partido neonazi gritó "vete al médico" de forma burlesca durante una intervención sobre la importancia de la salud mental. Generalizamos que esté bien hablar del "carapolla", del "rastas" o del "coletas" y normalizamos que ese tipo de lenguaje haya salido de los bares para entrar en casa, en el trabajo, en los medios e incluso en el Congreso de los diputados. Continuamente descalificamos y nos burlamos de los demás por su aspecto, por su forma de hablar o por su manera de comportarse. Tenemos un gran problema con esto.
Y, ¿qué podemos hacer? Yo hace ya más de 10 años que dejé de ver televisión; una de las mejores decisiones que he tomado para mi bienestar. Procuro no entrar en el juego de los insultos y las burlas en redes: no utilizo motes, no me burlo de formas de hablar o de comportamientos. Intento tener empatía hacia gente que lo pueda estar pasando mal y no voto a partidos que recortan en sanidad, que no defienden lo público, ni a políticos que se burlan de otras personas. Es poco, pero son cosas por las que se puede comenzar. Cosas que, creo, me han hecho un poco mejor persona.