Por Ileana Medina Hernández
No sólo tenemos tetas, también tenemos útero. ;-)
El útero tiene la importante función vital de ser "el primer hábitat" de todos los seres humanos, lo que lo convierta quizás en el órgano vital por excelencia, junto al cerebro y el corazón.
La importancia de la vida intra-uterina la hemos intuido siempre, asociándola al "paraíso perdido", y hoy la ciencia comienza a demostrar -aún apenas vislumbrando- el importante impacto que las condiciones uterinas van a tener en nuestras vidas.
Sin embargo, mucho es lo que ignoramos sobre él, y muchísimas mujeres ni siquiera nos acordamos de que lo tenemos dentro de nosotras, hasta que nos da algún problema.
Cuando comencé a leer a Casilda Rodrigáñez, lo primero que me conmocionó son las importantes revelaciones que, a partir de una ardua investigación histórica y científica, nos hace sobre el útero. He aquí algunas de ellas (a riesgo de que en resumen tan breve y generalizado puedan perder precisión):
-El útero es un órgano que puede latir y moverse. En la antigüedad, el útero se representaba siempre a través de animales que se mueven y laten: como el pez, la medusa, la rana, los pulpos...
-Las mujeres actuales tenemos prácticamente todas el útero rígido, contraído, espástico. Durante más de dos mil años hemos perdido la conexión con nuestro útero, y todas las prácticas destinadas a relajarlo: trabajar en cuclillas, danzar con el vientre, conectarnos con nuestro ciclo menstrual, sentirnos felices de ser mujeres, represión sexual, acorazamiento, etc...
-La verdadera causa del dolor en el parto radica en esa rigidez del útero. De esa manera, lo que debían ser movimientos armónicos y placenteros que terminaran en el reflejo de eyección materno-fetal, se convierten en contracciones dolorosísimas. Lo que se conoce hoy como contracciones "normales" del parto en realidad serían algo así como calambres (patológicos). La represión de la sexualidad femenina y la negación del placer uterino es pues la verdadera causa del "parirás con dolor" que ha presidido a las culturas de dominación que conocemos históricamente.
-Los orgasmos femeninos realmente ocurren en el útero, como demostraron en una investigación los famosos sexólogos Masters & Johnson. Con un útero "entrenado" en los orgasmos, relajado y conectado con la conciencia femenina, traído a la conciencia, disfrutado, los partos pueden también llegar a ser orgásmicos. Recuperar la condición fisiológica normal de nuestros úteros puede aumentar en proporciones cósmicas el placer sexual de las mujeres.
-Respetando el principio del placer y la capacidad de autorregulación de los seres humanos, el embarazo, el parto y la lactancia ocurrirían con total placer, desde un cuerpo maternal pleno y no acorazado, que hoy no podemos ni imaginar, que inaugura la vida de las crías humanas desde un entorno primal propicio para la no dominación, la no neurosis, la no violencia y el derramamiento amoroso hacia nuestros semejantes. La relación de esta "normal fisiología femenina" con la salud primal de los seres humanos es evidente.
-El verdadero centro de expansión del placer y por tanto del amor humano, sería el útero -y la sexualidad en general, tanto femenina como masculina- y no el corazón como habitualmente pensamos. La glorificación del corazón (el "corazón de Jesús") es una sublimación ( término psicoanalítico), una negación-renuncia-desplazamiento de la verdadera función de las pulsiones libidinales.
La cesárea y la histerectomía, dos formas de "utericidio", son las principales operaciones quirúrgicas a que nos sometemos hoy las mujeres, como bien explica la ginecóloga Christiane Northrup en su libro Cuerpo de Mujer, Sabiduría de Mujer.
Existe por un lado, una aparente "facilidad" en el sistema sanitario para agredir, cortar y extirpar el útero como si eso no trajera mayores consecuencias para las mujeres; y por otro, la realidad de que enfermamos con mucha frecuencia de cáncer de útero, miomas, pólipos, quistes, hemorragias... Si entendemos la enfermedad en su dimensión psico-somática esto demostraría una vez más las consecuencias patológicas de la desconexión, la rigidez y la disfuncionalidad de nuestros úteros.
La evidencia de que esta disfunción uterina no es biológica, sino cultural y socio-psicológica, nos abre puertas infinitas a nuestros caminos de auto-conocimiento y de reencuentro con nuestras infancias, con nuestras madres, con nuestras antepasadas, con nuestro inconsciente... y a la vez un reto para descubrir las prácticas socio-culturales tenidas por "normales" que atentan contra nuestra integridad cuerpo-mente.
La terapeuta transpersonal Mónica de Felipe, creadora del espacio Grupo Maternal, acaba de abrir también un espacio para estudiar, conocer y compartir información sobre el funcionamiento de nuestro útero, al que podemos sumarnos, desde el anonimato si así lo preferimos, para compartir nuestras experiencias.
Comencemos a conocer y a amar a nuestro útero.