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Teoría de la Audición

Publicado el 15 enero 2014 por Jcbarona

Convertir el defecto en virtud es claramente otro defecto, pues con ellos lo que habría que hacer es erradicarlos por completo. Pero el mío de no emplear o perder el tiempo en profundizar en los temas es el motor de este blog en el que me paso la vida improvisando, hablando de esto y de aquello sin más rigor que el de la honestidad en aquello que cuento.¿Os he comentado algo sobre la audición que hice hace un par de meses para una función de Pinocchio?, es una pregunta retórica, yo siempre sé de lo que hablo. Qué manera tan elegante de decirme que no. Los que no audicionáis como hacemos los cantantes no sabéis lo que os ahorráis en nervios y disgustos.Teoría de la Audición
Nunca me queda claro qué es lo que buscan en las audiciones: si la ostra o la perla, si el diamante o la roca para poder pulirla… Lo milagroso sería encontrar el personaje ya hecho; que lo ves, lo escuchas y dices: “esto es lo que yo estaba buscando, ¡es él, o ella…!” pero eso es raro y más me da a mí que de lo que se trataría es de mirar más allá de lo que el aspirante muestra envuelto como suele estar entre aspiraciones, prejuicios y nervios.He estado yo en audiciones de las que te cuestan dinero; que a tanto el aspirante es un negocio tremendo, las odio. Y otras en las que de lo que se trata es de hacer bulto para que vengan las teles a grabar y hacer así publicidad gratuita del espectáculo en cuestión, también son odiosas. No más que aquellas en las que terminas por saber que ya estaban adjudicados los papeles pero tenían que dar apariencia de lo contrario.La fórmula socorrida cuando no te seleccionan es que no dabas el perfil; pero ¿en qué momento dejaste de darlo?, mejor que lo digan antes y así te evitas el viaje con todas las molestias.A mí el otro día no me seleccionaron, pero me lo dijeron de tal manera que casi parecía mejor. “Qué voz tienes”, me dijeron, “me haces replantearme la función, Juan Carlos” (como tantas ocasiones en las que he tenido que oír:  “es que cantas demasiado bonito, Juan, o eres muy lírico…”). “Dame tu teléfono y hablamos”, añadió, “yo quería meterte pero no me han dejado…”; ¿quién?, alguna mano negra, la logia masónica…, qué emoción, ser objeto de semejantes insidias.Aprendamos a decir que no, y esmerémonos en ello pues es más necesario y más lucido que la mera aceptación. Le dices que sí a alguien y la emoción le impide seguirte escuchando, pero como le digas que no, tendrás que adornárselo un poco para que no se lo tome como algo plebiscitario, como el desprecio de su real persona. Algo así como: “No, pero la culpa es mía por no ser digno de vos.”

Cúrratelo un poco la próxima vez que te niegues. Los desechados necesitan mucho más o más concentrado tu cariño que los otros.

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