En 2006, la revista Time publicó una extensa nota sobre ACT y su principal creador, Steven Hayes, que da cuenta de la perspectiva general del modelo y de los peculiares puntos de vista de su creador. Tradujimos y adaptamos el texto, y aquí presentamos la segunda parte
(click aquí para ver la primera parte del artículo)
La tercera ola de terapia (segunda parte)
John Cloud
Revista Time, 13/02/2006
El terapeuta cognitivo más prolífico ha sido durante largo tiempo Beck, el psiquiatra de la Universidad de Pennsylvania que primero formuló el rol de los pensamientos en la depresión en artículos de 1963 y 1964. Galardonado con virtualmente todos los premios en su área, Beck y su hija de 51 años Judith Beck, una estimada psicóloga, dirigen el Beck Institute for Cognitive Therapy and Research (Instituto Beck para Terapia Cognitiva e Investigación), en un edificio corporativo cerca de Philadelphia. Decorado con mantas Amish hechas a mano, la organización parece más la oficina de un dentista rural que los cuarteles de un movimiento psicológico internacional. Pero el instituto guarda cuidadosamente la reputación de la terapia cognitiva. Debido a la influencia de la organización, puede ser difícil para los terapeutas obtener derivaciones sin tener una certificación de la academia del instituto, que cuesta 400 dólares.
Beck dijo que las terapias basadas en mindfulness
“valen la pena un intento”
Como ACT, la terapia cognitiva comparte una personalidad con su co-fundador. El biógrafo de Beck, la psicóloga de Brown Marjorie Weishaar, escribe que en su juventud, Beck tuvo ansiedad a hablar en público y fobia a los túneles. Resolvió ambos problemas corrigiendo impresiones erróneas que había desarrollado: “un día, entrando al túnel Holland, se dio cuenta que estaba interpretando la presión en su pecho como un signo de que se estaba sofocando”, escribe Weishaar. Por supuesto, no se estaba sofocando, y cuando “trabajó a través de ello cognitivamente”, la fobia se desvaneció. Similarmente, su miedo escénico aminoró “con la práctica continuada y desafiando sus pensamientos automáticos”.
Cuando vi por primera vez a Beck en una convención psicoterapéutica en noviembre, lo tomé por un patricio inseguro, una imagen que
parece proyectar con su pelo encanecido prolijamente recortado, moño, saco de tweed, medias grises y risa de abuelo. De hecho, Beck –el hijo de un padre ucraniano socialista y una “dominante” madre rusa, de acuerdo a Weishaar- es un incansable defensor de su terapia. Habló conmigo con cierta consternación sobre la nueva ola de terapias. “No creo que puedas llamar a algo una revolución hasta que realmente haya sucedido”, dijo entre risas. “Tienes abordajes nuevos y populares que aparecen y a menudo desaparecen, y no tienen validación empírica”. Comparó las nuevas terapias con las terapias “sentimentaloides” de los 60 y los 70 (los críticos de Hayes han comparado sus talleres con los de los seminarios cultistas de los 70, que atrajeron a cientos a salones de hotel para ser recableados por un ex vendedor de autos usados llamado John Rosenberg, que se llamó a sí mismo Werner Erhard).el debate entre los seguidores de Beck
y los de Hayes se tornó áspero.
Beck dijo que las terapias basadas en mindfulness “valen la pena un intento”, y señaló que siempre dijo que la aceptación de pensamientos difíciles puede tener un rol inicial en la terapia. Pero en las semanas posteriores a la convención, el debate entre los seguidores de Beck y los de Hayes se tornó áspero. Habiendo vuelto de la conferencia, Robert Leahy, presidente electo de la Academia de Terapia Cognitiva en ese momento, publicó un mensaje en la lista de correos electrónicos de la academia diciendo que la teoría del lenguaje de Hayes sonaba “menos a una ciencia que a un marco de referencia para una nueva religión… ¿no hemos transitado ese camino oscuro ya antes?”. Otro terapeuta cognitivo, Bradford Richards, respondió, “me recuerda mucho al culto pseudocientífico de la voluntad personal”
algunos terapeutas cognitivos admiten que a pesar de 40 años
de investigación, algunas preguntas fundamentales
sobre la terapia no han sido resueltas.
Por su parte, Beck fue el coautor en un artículo en el último Clinical Psychology Review señalando que la terapia cognitiva “es una de las formas más investigadas de psicoterapia”. El articulo resume los resultados de 16 estudios en un total de 9995 sujetos y encuentra grandes efectos para la terapia cognitiva de la depresión unipolar, trastorno de ansiedad generalizada, fobia social y trastorno de pánico –el trastorno de Hayes. La terapia cognitiva también demostró ser superior a los antidepresivos. Luego de enviarme el artículo, Beck envió un email burlón, “la última vez que alguien dijo que había una nueva ola(de terapia)… fue con la psicología transpersonal, que se proponía demostrar fuerzas místicas entre los individuos, incluyendo, creo, la transmigración de las almas”
Pero incluso algunos terapeutas cognitivos admiten que a pesar de 40 años de investigación, algunas preguntas fundamentales sobre la terapia no han sido resueltas. Esto es así en parte porque la terapia cognitiva involucra una variedad de técnicas. Además de desafiar pensamientos negativos en sesión, los terapeutas cognitivos utilizan tareas para el hogar conductuales –por ejemplo, los pacientes fóbicos se exponen a sus miedos (como Beck cruzando el túnel). Los pacientes depresivos planifican actividades regulares. Pero si la terapia cognitiva es todas esas cosas, dicen los críticos, quizá la mejoría se deba solamente a cambiar viejas conductas, no a cuestionar creencias negativas.
Beck hipotetiza que las partes cognitivas de la terapia –desafiar pensamientos, desarrollar nuevas creencias- agregan valor a los cambios en las conductas y rutinas que alienta la terapia. Pero reconoce que ningún estudio ha probado eso. De hecho, un equipo en la Universidad de Washington ha demostrado en dos estudios que los elementos cognitivos de la terapia no agregan nada. Entre los pacientes más severamente deprimidos, las técnicas conductuales tales como establecer rutinas y programar actividades funcionaron tan bien como los antidepresivos y significativamente mejor que la terapia cognitiva. Cuando le pregunté a Beck sobre esos estudios, los llamó “intrigantes”, pero –dado que ningún otro laboratorio ha producido resultados similares- “no probados aún”
Reno (Nevada), no parece el lugar típico para un gurú del Mindfulness, pero Hayes ha enseñado en la Universidad de Nevada durante 20 años. Conduciendo hacia su casa me llevó a través de varios tristes casinos viejos donde se pueden encontrar apostadores duros probando su suerte a las seis de la mañana, la luz de las tragaperras brillando en sus ojos sin expresión.
Hayes es alto, completamente calvo y aficionado a extrañas combinaciones de vestimenta. Cuando nos encontramos, vestía zapatos de cuero negros con una hebilla de cinturón cuestionablemente grande, pantalones grises que resultaban muy cortos y un saco gigante. Vivió un tiempo en una comuna, y aún utiliza un anillo sobredimensionado que dice fue fabricado por indios Zuni. “Lo intercambié por algo de contrabando de Taos en los 60”, me dijo. Sus críticos estarían encantados de saber que Hayes asistió a dos entrenamientos EST en Atlanta hace algunos años. Admite que participó en seminarios de meditación, fiestas dudosas y todas las otras costumbres habituales del estilo de vida radical de los 70.
La reputación de Hayes como mistagogo más que científico
está reforzada parcialmente por cómo él y sus
colegas enseñanen los talleres de ACT
Aunque tiene un sticker anti-republicano en su auto, el auto es un Chevrolet Avalanche rojo. La característica más distintiva de su oficina es un set de equipos de gimnasia, y tiene un sillón masajeador. Sus días libres los pasa con su cuarto hijo de 5 años Steven Joseph, o –no infrecuentemente- construyendo expansiones a su casa. En estos días Hayes está un poco avergonzado por los excesos de su juventud.
La reputación de Hayes como mistagogo más que científico está reforzada parcialmente por cómo él y sus colegas enseñan en los talleres de ACT: hacen la parte de ciencia dura, pero también piden a los terapeutas participantes, usualmente doctores, que hagan cosas tales como repetir la palabra “leche” una y otra vez (para mostrar lo insignificantes que se pueden volver las palabras –inténtalo con “estoy deprimido”). Y aunque Hayes enseña mindfulness en talleres de ACT alrededor del mundo, es el símbolo del “profesor con mente ausente”, de acuerdo a Barlow, el psicólogo que entrenó a Hayes en Brown en los 70. Hayes es famoso en Reno por cruzar a sus estudiantes en el pasillo sin más gesto que asentir con la cabeza. Pero es peor de lo que piensan. De acuerdo con la esposa de Hayes Jacqueline Pistorello, en diciembre la pareja fue de compras para los regalos navideños. Se separaron de manera que pudieran comprarse regalos mutuamente, pero en un punto Hayes literalmente se chocó con su esposa. No la había notado, a pesar de que ella sostenía a su recién nacido en brazos (“los llamo ‘sus agujeros negros’, dice Pistorello, una psicóloga clínica de la universidad. Hayes explica inocentemente: “Estaba en mi propio lugar”)
Pistorello es la tercera esposa de Hayes; sus ataques de pánico comenzaron no mucho después de que él se separar de su primera esposa en 1977. Hayes creció en El Cajón, California, como el hijo menor de padres que tuvieron un matrimonio amoroso pero volátil. Su padre, católico irlandés, era un vendedor que había abandonado el baseball semiprofesional y bebía demasiado. Hayes dice que su primer ataque de pánico “no fue muy diferente de algunos espacios que eran muy viejos, en el sentido de ver cosas destructivas sucediendo en casa –escondido bajo la cama mientras papá arrojaba cosas”. El padre de Hayes murió en los 70; su madre volvió a casarse y vive en Arizona. Ruth Sundgren describe al joven Hayes como un niño sensible que siempre decía cosas como “Mamá, ¿puedo traerte una almohada?”
Le tomó a Hayes unos tres años darse cuenta que su trastorno de pánico había empeorado cuando intentó procesarlo cognitivamente. “Desafortunadamente, las cosas erróneas que necesitas para construir un trastorno de pánico son las cosas lógicas, razonables y sensibles –enfocarse en situaciones que podrían suceder y tratar de controlarlas. Bueno, lo mismo daría poner el dedo en el enchufe”
En lugar de esto, el científico excéntrico que hay en Hayes encontró una manera de “hacer cuadrado el círculo”, con todas las cosas que había intentado en los 70, particularmente EST y meditación. “Algo en esa mezcla de pensamiento oriental y el movimiento de potencial humano hizo clic en mí”, dice Hayes. “Fue tonto… pero lo que vi en lo que hacían fue la posibilidad de realmente trabajar sobre ese costado de aceptación”. Aceptar que su pánico sucedería le permitió distanciarse cognitivamente del mismo. Hayes aprendió a ser juguetón con sus pensamientos, sostenerlos con ligereza: te sientes con pánico? Deprimido? Incompetente? “Agradece a tu mente por ese pensamiento”, le gusta decir a Hayes.
Pero así como la terapia cognitiva no brotó simplemente de la cabeza de Beck cuando aprendió a dominar su fobia a los túneles, ACT es más que la suma de las experiencias de Hayes. A medida que la ansiedad de Hayes mejoraba en los 80, trabajó con muchos pacientes y estudiantes en su laboratorio para desarrollar la terapia. El laboratorio realizó estudios mostrando cómo los humanos reducen el rango de sus conductas basados en reglas que escuchan, aun cuando en situaciones en las cuales esas reglas los dañan. Por ejemplo, Hayes condujo experimentos mostrando que los sujetos que podrían haber ganado más dinero por realizar tareas simples (como mover una luz a lo largo de un pequeño laberinto), no ganaron tanto debido a que estaban intentando seguir reglas dadas. Estos estudios dirigieron a una teoría del lenguaje llamada Teoría de Marco Relacional, que sugiere que cuando intentamos resolver problemas verbalmente, estamos usando las mismas habilidades de lenguaje y procesos cognitivos que nos pueden llevar a la evitación y el dolor (“atardecer”…”hermoso atardecer”… “el funeral de mamá”). Y eso llevó a que ACT se enfocara en reducir el impacto de los pensamientos más allá de su contenido (“estoy teniendo el pensamiento de que estoy deprimido por mamá”). Tomó una década de investigación hasta que el término “terapia de aceptación y compromiso” apareciera en un artículo científico en 1991.
en palabras del mentor de Hayes, Barlow, a ACT le
parece faltar la virtud científica de la parsimonia.
A menudo se le pregunta a Hayes si aceptación no es sólo un truco que fallaría en aquellos con enfermedades mentales más serias. Usualmente responde señalando que los estudios en los cuales ACT ha sido empleado con éxito en psicóticos. Pero una de las cosas que me perturba de ACT es la conveniente plasticidad que le permite tratar todo, desde esquizofrenia a dolor de espalda crónico. La mayoría de los psicólogos construye investigación lentamente en uno o dos diagnósticos, pero Hayes y sus seguidores parecen estar ofreciendo ACT como una especie de piedra de Roseta psicológica, una clave para interpretar todos los eventos internos. Como mínimo, en palabras del mentor de Hayes, Barlow, a ACT le parece faltar la virtud científica de la parsimonia.
Similarmente, vivir de acuerdo a tus valores suena fantástico, pero si ningún pensamiento es bueno o malo, si ninguna creencia requiere cambio, ¿qué sucede cuando los valores son inmorales? ¿Los pedófilos deberían vivir de acuerdo con sus deseos? ¿Una mujer abusada debería aceptar los ataques de su esposo?. Dispuesto a debatir, Hayes tiene respuestas preparadas a esto. “Si alguien me dice ‘mi valor es educar sexualmente a niños de 8 años’, no voy a hacer terapia sobre eso”, dice. Pero mientras que Hayes cree que algunas personas realmente tienen valores patológicos, dice que nunca ha tenido un paciente así. “He trabajado con violadores y cosas por el estilo, pero dentro de eso veo personas presionadas por sus impulsos incluso cuando está profundamente en contra de sus valores”. La teoría de ACT es que una vez que el pedófilo cese de intentar ignorar o cambiar sus impulsos, puede deshacer el poder de éstos y crear un espacio psicológico para las cosas que realmente quiere hacer con su vida. Y respecto a una esposa golpeada, el libro Get out of your mind.. dice “no buscamos la aceptación del abuso. Lo que buscamos es la aceptación de que estás sufriendo… y la aceptación del miedo que surgirá al tomar los pasos necesarios para detener el abuso”. La aceptación, resulta ser, puede significar mucho cambio.
Hayes tendrá que lidiar con mucha investigación para demostrar
que ACT, como la terapia cognitiva, no sólo resuelve problemas
a cortoplazo sino que también previene las recaídas.
Durante un tiempo, en los 90, pensamos que curar enfermedades mentales era asunto de manipular un par de químicos cerebrales. Pero luego de décadas de efectos secundarios y el reciente debate sobre si los antidepresivos acarrean riesgo de suicidio en adolescentes, sólo hemos visto ganancias marginales en la salud mental pública. Un estudio del 2002 en la revista Prevention and Treatment encontró que aproximadamente el 80% de la respuesta a los seis antidepresivos más comunes en los 90 fue duplicada en grupos de control que sólo tomaron píldoras de azúcar. De modo que quizá estemos listos para algo diferente.
Hayes tendrá que lidiar con mucha investigación para demostrar que ACT, como la terapia cognitiva, no sólo resuelve problemas a corto plazo sino que también previene las recaídas. Hayes y su equipo piensan que llegarán a eso, pero incluso si lo hacen, parece probable que para que ACT se vuelva popular en la psicología, tendrá que quitarse su fanatismo y grandiosas predicciones (“Podríamos tener musulmanes y judíos juntos en un workshop”, dijo Hayes en Washington. “Nuestra supervivencia realmente está en juego”). Incluso así, Hayes puede estar lo suficientemente loco como para lograrlo.
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Traducción y adaptación por Fabián Maero. Texto original aquí.
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Abrazando tus demonios: Un panorama de la Terapia de Aceptación y Compromiso
Encuentro con un Terapeuta: Entrevista a Benjamín Schoendorff
Autoentrevista a un terapeuta de terapia de aceptación y compromiso.
Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y la importancia de los valores personales en el contexto de la terapia psicológica
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Defusión: una propuesta diferente para relacionarnos con nuestros pensamientos indeseados
La mente, manual del usuario (parte 2) (parte 3)
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