Alfonso Alonso ha declarado, a la hora de evaluar los 100 días de gobierno (im)popular, que lo puesto en marcha en materia reformista ha sido una verdadera terapia de choque. Es cierto.
En 100 días, el gobierno popular ha diseñado toda una terapia de shock que haría babear de gusto al mismísimo Milton Friedman. No habrá alumnos mejor aplicados que el gobierno del Partido Popular para estas cosas.
A la ya respondida Reforma laboral se han venido sucediendo anuncios de calado en todos los ministerios que avanzan un profundo cambio de sistema. Es una verdadera ruptura de ciclo con lo que se venía a denominar “el consenso de la transición”. Un cambio que ahonda, a mi juicio, de forma muy regresiva en todos los aspectos de la sociedad.
Si en el ámbito económico, la Reforma Laboral supone la mayor agresión a los derechos de los trabajadores que hayamos conocido, los presupuestos generales suponen un desmantelamiento progresivo del Estado del Bienestar. El obligado cumplimiento impuesto por Merkel del déficit público va a suponer la desaparición de un buen número de políticas destinadas a la igualdad de oportunidades y la privatización de la sanidad y la educación en muy poco plazo. Son presupuestos que van a suponer avanzar en la recesión y que en harán que a final de año se vean incumplidas por imposibles los propios objetivos que plantea, volviendo otra vez a obligar a tomar más medidas de ajuste y recorte en un círculo vicioso que nos acerca a Grecia.
Además son presupuestos que castiga a los trabajadores, con subidas de impuestos y recortes de servicios, mientras plantea amnistías fiscales para los defraudadores de la hacienda. esos patriotas de tres al cuarto que lavan su dinero en paraísos fiscales mientras proponen ajustes duros aquí.
Pero no sólo en el ámbito económico se plantea una profunda transformación regresiva que nos retrasa décadas. En el ámbito social se apuntan algunas de calado ultraconservadoras. Las anunciadas reformas de la justicia con la implantación del copago, la reforma de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, o la recién apuntada reforma del código penal para castigar delitos de resistencia a la autoridad como si fueran terrorismo, son ejemplos de lo que se nos viene encima.
Al menos, en estos 100 días, el partido popular ha sido derrotado electoralmente* en dos ocasiones y la respuesta de la Huelga general y sus manifestaciones han mostrado que puede haber resistencia a sus políticas, y que de forma unitaria, podemos pararle los pies a estas políticas.
(*Si bien el PP fue el partido más votado en Andalucía, es obvio que el imparable ascenso del azul ha sido parado. Hay otras mayorías posibles con el concurso de IU que deben hacer girar 180 grados la deriva neoliberal del Psoe si quieren gobernar)
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