Revista Cultura y Ocio

Tercera Cruzada: La leyenda de Saladino

Por Joaquintoledo

cruzadasCuando en el año 1147 empezó la Segunda Cruzada luego de que Zangi o Zegi atacara algunos reinos cristianos, todo terminó en un gran chasco para los caballeros cruzados, pues el sitio de Damasco fue un desastre y los musulmanes expulsaron, sin la necesidad de exterminarlos, a los occidentales de un modo humillante.

Lo que es más, sirvió para fortificar su moral y su ejército.   Ahora bien, Damasco en su asedio había solicitado ayuda a Nur ad-Din, segundo hijo de Zengi, señor de Alepo y el verdugo de los ejércitos de Conrado y Luis. Pero este caudillo, como era de esperarse, no se conformó con eso y puso sus ojos sobre Egipto, envió para eso a su mejor general llamada Shirkuh, y éste a su vez a su sobrino, de nombre Saladino. El plan de el tal Nur ad-Din era tomar Egipto para así cercar Jerusalén y otros reinos cristianos obligándolos a sucumbir. Egipto y el sultán Shawar pidieron ayuda,  y por su puesto lo hicieron ante Jerusalén. Era 1164 cuando cristianos y musulmanes volvían a chocar, pues Nur ad-Din se dedicó a feroces represalias como la que cometió ante Antioquía. Medio Oriente otra vez estaba camino a una guerra segura.

Sus tropas se retiraron de Egipto un tiempo para volver a atacar, y otra vez  pide ayuda a Jerusalén. Luego de un par de enfrentamientos  Shawar, el sultán,  moriría  asesinado y Shirkuh accedería  al trono, aunque luego de un par de semanas después  moriría.  El trono quedaría libre para Saladino,  conocido por su templanza y genialidad en el combate. Como era de esperarse tuvo éste algunos roces con Nur ad-Din, por el poder, pero el último murió en el año 1174 y Saladino pudo respirar tranquilo, posiblemente una guerra entre ambos hubiese dividido aún más a los musulmanes.

En Jerusalén, tras el deceso de Amalario accede al trono Baldunio IV, el llamado rey leproso, quien con el tiempo y su buena diplomacia consiguió llevarse bien con el caudillo musulmán y hasta firmaron un acuerdo de libre comercio entre ambos estados. Reinaldo de Chatillón, cautivo desde lo de Antioquía fue liberado por orden de Saladino, pero ese fue su peor error…ya que este individuo empezó toda una ola de masacres y saqueos al hallarse sediento de venganza, inclusive llegó hasta La Meca. Saladino soportó, pero era todo cuestión de tiempo  y las cosas empeoraron cuando murió Balduino IV. En uno de sus tantos asaltos, Reinaldo asalta y hace prisioneros a algunos viajeros que iban en una rica caravana, el sultán le pidió su liberación, pero ante la negativa alistó su ejército.


La respuesta de occidente

En oriente,  los caballeros templarios y hospitalarios se enfrentan a un decidido Saladino quien los derrota en Seforia y en la ciudad de Tiberiades.  En la batalla de los cuernos de Hattin los musulmanes acaban por aniquilar la mayor parte de los ejércitos cruzados establecidos en oriente, se hizo prisionero a Guy de Lusignan, Reinado de Chatillon y alguno otros líderes cristianos. Se dice que a estos dos, ya cautivos, se les presentó ante Saladino y él le ofreció una copa sólo a Guy mas no a Reinado. Este ante el desagravio se la quita agresivamente al primero lo que  representaba un insulto a las traiciones musulmanas.  Saladino ordena  su ejecución en el acto. El caudillo pudo continuar tranquilamente con la conquista de Acre y Jerusalén, justo cuando Urbano III, el Papa de turno ya tenía en mente una nueva cruzada, murió.

La tercera cruzada

Entre los protagonistas convocados por el nuevo papa, Gregorio VIII, estaban Enrique II de Inglaterra, Felipe II Augusto de Francia y Federico I Barbarroja, el único que había participado antes, al formar parte de los ejércitos de Conrado. Todos estos reyes no iban por supuesto por la buena voluntad hacia Roma sino para representar sus intereses personales y acrecentarlos, allí, en Medio oriente.

Barbarroja fue el primero en partir en mayo de 1189 con un ejército de casi 100 mil alemanes. Estos no contaban con el apoyo de Bizancio y en julio de 1189 llegan a Nish, al mes siguiente a Filipopolis. Al año siguiente avanzaron hacia Konya o Iconio, pero el 10 de junio acaece un desagradable suceso, pues Barbarroja muere luego de que se ahogara en un río a causa del peso su armadura, sucediéndolo Federico VI, su hijo. La marcha se hizo trágica para estos, además de las enfermedades y los ataques de bandoleros y algunos musulmanes. Ricardo partió desde Marsella hacia Sicilia recién en julio de 1190 y luego de saquear esta isla, marchó, habiéndose reunido ya con Felipe, hacia Tierra Santa, sólo éste último llega allí, pues Ricardo sufrió pérdidas por las tormentas y llegó a Chipre donde guerrea con el rey local  y se hace con toda la isla.

En Tierra Santa, mientras tanto,  los ejércitos cruzados hacen preparativos para enfrentar a Saladino en Acre, Ricardo alcanzó a sus compañeros en junio de 1191. La ciudad de Acre se tomó el 11 de julio para hacer exactos haciendo los cruzados, gala de su armamento superior. Leopoldo de Austria, reemplazando al fallecido Federico VI también participó del botín. Luego,  Felipe y Leopoldo abandonan la ciudad y celosos del creciente poder de Ricardo. Este, mientras tanto,  negociaba con Saladino el canje de prisioneros por dinero pero el musulmán se negó a pagar la suma exigida, a lo que Ricardo responde haciendo degollar a 3 mil prisioneros frente a Acre, a la vista del campamento de Saladino. Este último decide no esperar más.

El siguiente objetivo de Ricardo era Jaffa, y sin más preámbulos el 7 de septiembre de 1191 ambos ejércitos se encuentran y el cristiano, en una sorpresa y haciendo gala de sus experimentadas tropas le gana la batalla a Saladino atacándolo por ambos flancos, acabando así con el mito de que era invencible. Se llegaron a entablar negociaciones, pero no se llegó a un acuerdo, en medio de todo el caso político que azotaba Medio oriente, Ricardo decide continuar su campaña, sin embargo no pudo evitar que Saladino retome Jaffa en julio del año 1192. Nuevamente le devuelve el golpe y el 5 de agosto se libra una batalla decisiva entre ambos, en la cual Ricardo vuelve a salir vencedor.
Saladino reconoció su derrota como hombre de honor y se firmó la paz  en la que  Ricardo aceptaba que Jerusalén permaneciese bajo dominio musulmán,  no obstante,  los cristianos podrían emigrar cuando quisiesen. Muy satisfecho Ricardo abandona el 9 de octubre aquellos lares luego de una campaña extenuante de 16 meses, había conseguido la paz sin la necesidad de ser derrotado. Durante el trayecto de la Tercera  Cruzada todo Medio Oriente estaba sumido en el caos político, Bizancio estaba a punto de colapsar y las ciudades italianas tales como Génova, Pisa y Venecia se habían hecho increíblemente ricas, comerciando azúcar, vino y algodón a cualquier ciudad, y está de más decir que las guerras no les convenían para nada.

Ricardo, el gran caudillo que derrotó a Saladino no volvería jamás, pues  el rey Enrique VI lo hace  prisionero muriendo en  Francia años después. Felipe de Francia,  regresaría a  su reino siendo uno de los pocos protagonistas que más vivió luego de la Tercera Cruzada. Pero, tras su derrota y con la cruzada más perjudicial hasta entonces, los musulmanes no se quedarían mucho tiempo de espectadores, para occidente estaba claro, especialmente cuando Saladino, quien había hecho la paz murió.

Escrito porJoaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.


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