Finalizó el Puntero, serie y/o unitario de Canal 13 que ya es historia y que se en la mejor ficción argentina de todos los tiempos. Su gran poesía al estilo Felisberto Hernández, y su narración impecable que demuestra el transcurso político-social de un ser humano que lucha desde su miseria por el bien propio y del otro, hicieron de El Puntero una ficción que no podes dejar ver si eres latinoamericano, si tienes Sangre latina, sangre de pueblo.
Sin ponerse una bandera política en el pecho, sin ubicar una región de la argentina, sin nombrar ídolos ni mediocres políticos del pasado/presente del país, esta serie ganó adeptos y enemigos tan solo porque se emitió en un canal enemistado con el gobierno de turno. Claramente mostró la corrupción que todos conocemos, la deslealtad de los funcionarios, los cómplices, los negociados, los perjudicados, el hambre de poder y mucha mierda mas que rodea a la política desde los tiempos del empedrado.
Pero ademas de ser una ficción realista, El puntero supo mostrar una historia detras de ese gran hombre. Una familia, amigos, un barrio, colegas y opositores. Todo giraba alrededor de ese gran Perotti. Y es aquí donde quiero detenerme para enfatizar y comentarles mi impresión sobre el gran final de esta historia.
Se puede pensar que el gitano dejo un pueblo armado, sacando a sus mas allegados de la marginalidad, uniendo a su familia y poniendo a su amor en el poder y todo esto a costa de su locura, el gitano pago con su cuerpo, pago con su locura. Pero no, no creo que haya sido así. Me encuentro con una mejor explicación que pasare a explicar ahora si.
La figura del gitano fue tan fuerte que opacaba a todo aquel que estaba a su lado, ya sea su mujer, su madre, su hijo como sus compañeros y amigos. Y como una Figura paterna que tiene un rol clave en el desarrollo de la personalidad de los hijos, el gitano lo tuvo con los suyos pero no supo correrse a tiempo o no quiso. No los dejo hablar, no los dejo opinar, no los dejo actuar, era todo él hasta que lo “encerraron”, hasta que lo obligaron a dar ese espacio, ese lugar al otro.
Y al final, luego de expresar su angustia, luego de entregar el simbólico pase con una cruz a uno de sus hijos imaginarios se topó con lo real, eso que hizo que el permanezca en el hospital psiquiátrico y que termine cantando el himno argentino dándose cuenta que ya era tarde y que la vida estaba en otra parte.
Terminó el puntero, gran ficción nacional.
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