No le quiero criticar al gobierno en este post, no hace falta. En cambio quiero decirle a cada una de esas personas que salió a la calle esta tarde y noche del #19M: gracias. Gracias porque les importa, aunque sea porque están cabreados, más que sea porque les subieron los precios, pero les importa. Esos golpes que ustedes sintieron cuando fueron tras su vida diaria, cuando atentaron lo realmente suyo, es lo que muchos de nosotros hemos venido sintiendo con los golpes a las minorías, a los derechos, a la naturaleza.
Días atrás escuchaba el testimonio del hermano de José Tendetza ante la CIDH. José fue asesinado, previamente perseguido, judicializado, escarmentado. Su hermano, perteneciente a la comunidad Shuar, denunciaba que los chinos de la empresa petrolera en su territorio les acusaban de ser extranjeros, de estar invadiendo ¡A los Shuar, que están en el territorio antes de que Ecuador tuviera ese nombre! Y también contaba que “como no pueden pronunciar, le cambian el nombre a los ríos” ¿y qué si le cambian el nombre a los ríos? Claro, uno vive entre cuadras, desapegado del asfalto, pero el Shuar es naturaleza, imagina que le empiecen a cambiar el nombre a tu madre, que la desprecien, que la violenten.
Lo malo es que todavía no nos entendemos todos, pero lo bueno es que ahora a todos nos golpearon. ¿A quién hay que agradecer por la dádiva? Eso de que los representantes de partidos políticos se hayan quedado en la casita, de que la gente haya sido la protagonista, de que el tono de triunfalismo pedante haya desaparecido, aunque sea por momentos. No sé, pero yo les quiero agradecer a ustedes, a los que salieron a la calle.
El progreso humano nunca discurre por la vía de lo inevitable. Es fruto de los esfuerzos incansables de hombres dispuestos a trabajar (…) y si suprimimos este esfuerzo denodado el tiempo se convierte en aliado de las fuerzas del estancamiento social.
Tenemos que utilizar el tiempo de modo creador, conscientes de que siempre es oportuno obrar rectamente. En este momento es hora de convertir en realidad palpable la promesa de democracia y de transformar nuestra indecisa elegía nacional en un salmo de hermandad creador. En esto momento es hora de sacar nuestra política nacional de las arenas movedizas de la injusticia (…) para plantarla sobre la firme roca de la dignidad humana.
Martin Luther King Jr., Carta a Birmingham, 1963