LAS DESGRACIAS DE WENAMON.
En el tercer capítulo de este libro se ha demostrado que el arqueólogo está, en cierta medida, enamorado del pasado porque puede agregar a la reserva de cosas que puedan hacer cosquillas a la fantasía. Tan gracioso es un hombre, tan aficionado a las cosas buenas de la vida, tan conmovido por sus aventuras, tan conmovido por sus penas, que debe ir al pasado para reponer sus suministros, como otro podría ir a París o Timbuctoo.LEER MÁS »