Otra vez Argentina empató, mostró una cara apática y desilusionó, pero contradictoriamente, nada nuevo en relación al partido con Bolivia.
Batista insistió ante Colombia con el 4-3-3 que quiere ser parecido al Barcelona y el déficit del equipo volvió a ser la parte media y la creación. Sin dudas que el triple cinco es discutible, pero la delantera no se queda afuera del análisis.
Carlitos Tevez, goleador del Manchester City y de la última Premier League llegó a esta selección por la ventana. Batista lo había colgado porque “no encajaba en el sistema”, una teoría discutible pero que se podría llegar a entender. De un día para el otro, ensambló en el equipo y pasó de colgado a titular en la Copa América.
El balance de los dos partidos de Carlitos es muy malo, con sus arranques que lo convirtieron en “el jugador del pueblo” pero con terminaciones, movimientos e intenciones dignas de un tercer delantero en el fútbol de ascenso. Jugó todo el partido recostado a la izquierda, intentando ser parte del circuito de juego y hacerle llegar la pelota a Messi, supuestamente más adelantado.
Camilo Zuñiga, lateral derecho le impidió todo tipo de acciones personales y el Apache terminó con una característica cada vez más propia: el choque. Lento para ganar en velocidad, lejos del arco para rematar y poco acostumbrado a ser hombre de apoyo en un sistema de juego lateral, terminó siendo un cambalache. Su sobrevalorada garra se convirtió en su único argumento y eso es preocupante para un delantero. De la voluntad y la fuerza no se ganan partidos ni se es más claro; al contrario.
Con el ingreso de Higuaín, Batista lo colocó detrás de Leo. Quedaban unos minutos, pero el Pipita comenzando desde la izquierda (donde tampoco suele jugar) tuvo más ocasiones que Tevez, quien finalizó el partido como un pseudo-enganche, sin participación y completando un partido muy malo.
Tal vez tenía razón Batista cuando dijo que no entraba en su equipo (según Grondona fue por problemas disciplinarios). Tevez en Inglaterra se “europeizó” y este juego no lo beneficia. Si la idea es copiar al Barcelona, jamás en la historia de los extremos se vieron dos jugadores de choque y potencia como principales características.
Mientras, quienes suelen aportar resplandor y juego -Pastore y Agüero-, esperan afuera con pocos o nulos minutos. De este modo a Messi no le llega la pelota y Argentina no daña. Con un real enlace y dos extremos veloces y acostumbrados al puesto, la historia podría ser diferente. Lentamente, mientras vemos cómo se arrastra Leo, cómo tira los centros Lavezzi y cómo juega Tevez, estamos cayendo en la trampa de creer que los jugadores no son tan buenos como dicen.
Es hora de dejar a un lado los apellidos, los proyectos grandilocuentes y trabajar con lo que se tiene, que no es poca cosa. La parte ofensiva con Carlitos a la cabeza, está en deuda y merece una refacción.