En el proceso de las guerras por la independencia, en cada antigua colonia hispanoamericana se destacaron dirigentes que lideraron los procesos políticos, sociales y militares. Estos jefes locales fueron conocidos, en la época, con el nombre de "caudillos". Algunos de los caudillos de mayor influencia en Hispanoamérica fueron: Antonio López de Santa Ana, en México; Juan Manuel de Rosas, en la Confederación Argentina; José Gervasio Artigas, en la Banda Oriental del Río de la Plata; Andrés de Santa Cruz, en la breve Confederación Peruano Boliviana y José Antonio Páez, en Venezuela, entre otros.
Los siguientes textos presentan algunos puntos de vista de historiadores que han estudiado el proceso del caudillismo en América Latina durante las primeras décadas del siglo XIX.
"De acuerdo con su tesis [de John Lynch], las estructuras económica y social que fueron formándose y consolidándose en la sociedad colonial produjeron fricciones inevitables entre grupos económicos, raciales y regionales y éstos comenzaron a organizarse bajo líderes. No obstante, todas estas tensiones estaban contenidas, incluso absorbidas, y controladas dentro del mecanismo imperial cuya autoridad y legitimidad eran indiscutibles. Cuando se derrumbó este sistema en 1808, quedó un vacío político que había que llenar y crear un nuevo orden. Frente a este vacío sin indicación alguna sobre la forma de sucesión del poder, los caudillos encontraron el espacio para actuar. Puesto que el curso de las guerras de independencia variaba según las regiones, también ocurría lo mismo con los tipos de caudillos. Pese a esto, según Lynch, los caudillos debían poseer los siguientes requisitos: base económica, proyecto político y apoyo social, elementos que estuvieron asociados al monarca durante el periodo colonial."
Reiko Tateiwa: "El caudillismo y sus interpretaciones: Un análisis sobre un fenómeno común de la historia de América Latina en el siglo XIX".
Extraído de Cuadernos canela
"Separados por la distancia, la agreste geografía o las franjas territoriales bajo dominio indígena, estos centros de poder se integraron en torno a la figura carismática de caudillos locales. Los intentos de organización republicana fueron sustituidos por la autocracia y el personalismo. El acceso al poder pasó a depender del control de las milicias [...]Los caudillos pugnaron por reivindicar el marco provincial como ámbito natural para el desenvolvimiento de la actividad social y política.[Por eso] el localismo no era una forma aberrante de organización social destinada a perpetuar en el poder a caudillos voluptuosos, sino que respondía sobre todo a la modalidad que habían adquirido las relaciones de producción y los circuitos económicos en el territorio de la Provincias Unidas."
Oscar Oszlack, " La formación del Estado Argentino", Buenos Aires, Editorial Belgrano, 1982.
Fuente: http://www.educ.ar