[8/10] Hay que tener mucha valentía y confianza en la fuerza seductora de la imagen para hacer en pleno siglo XXI una película muda y en blanco y negro. “The artist” apuesta por ello, y el francés Michel Hazanavicius da muestras de talento y oficio al levantar este homenaje al cine y a su época silente, cuando el rostro era la ventana del alma porque la voz estaba apagada, cuando el montaje construía historias mezclando planos y secuencias, cuando la fotografía buscaba los grises para dar intensidad y volumen a los melodramas. Eran los comienzos de un lenguaje que tomaba elementos de la literatura, del teatro y del resto de artes para encontrar su propia identidad, para llegar a un espectador que asistía a la sala asombrado y necesitado de historias con las que identificarse. Del otro lado de la pantalla, unos actores reciclados hacían gala del gesto para expresarse… y ponían el grito en el cielo cuando el sonoro irrumpía en el cine y amenazaba con poner fin a su trayectoria de éxito.
Eso es lo que le sucede a George Valentin, actor consagrado que asiste al ocaso de su carrera mientras ve cómo la estrella de la joven Peppy Miller aparece en el firmamento del cine. Tempestades en la naciente industria cinematográfica que tienen su correlato en una trama romántica y de crisis existencial, en perfecta simbiosis narrativa pues cada una de las historias -del cine y personal- discurren de manera equilibrada y armónica. Los títulos de crédito iniciales, los rótulos o el formato de pantalla en 4:3, todo en “The artist” nos lleva al cine mudo de los años veinte, con una historia que no es original pero que está muy bien contada -no se echa en falta la palabra-, y con una espléndida pareja de actores -Jean Dujardin y Bérénice Bejo- que ajustan su expresividad a lo propio del momento pero sin caer en lo histriónico. Sentimiento justo para personajes de carne y hueso que sufren sus propios vaivenes, y una magnífica ambientación de época que va desde el vestuario o el maquillaje hasta los decorados o la banda sonora… y que nos regala la sensación de estar asistiendo a una sesión de cine mudo con la orquesta en la misma sala.
Su escena inicial con George Valentin y centenares de espectadores que ven una de sus películas nos introduce ya en otra época, y entonces se conforma un eficaz juego de cajas chinas en el que vamos a asistir desde dentro a la evolución del mismo cine: de los estudios Kinegraph al rodaje con tomas una y otra vez repetidas, de los actores que confunden el cine con la realidad y viceversa en un constante fluir de emociones y afectos, de las difíciles relaciones entre productores y actores o de algunos de éstos que se meten a directores, del cine de aventuras exóticas al de espadachines con romance incluido, del charlestón al claqué de Fred Astaire… que pide paso. Son años convulsos en que avanzamos hacia la época dorada del cine americano que ya adopta el “happy end” sin despedirse del todo de ese suspense con “salvación en el último momento”. En la película que ahora vemos, son muchas las referencias sutiles y los homenajes sentidos, perfectamente integrados en la historia central.
En “The artist”, Hazanavicius utiliza con magisterio los efectos sonoros cuando es menester. Sorprende, hasta hacerse merecedora del calificativo de “antológica”, la primera escena onírica con un George Valentin que sufre la pesadilla de empezar a oír sonidos -un ruido de una taza, unas mujeres riéndose…- mientras que él se angustia por faltarle la voz. Magistrales son también los momentos en que el alcohol le juega malas pasadas, lo mismo que ese final sonoro que da por concluido el rodaje y la película con un “¡corten!”… nunca tan oportuno. Y qué decir de esas expresionistas angulaciones de cámara para los momentos de crisis del actor…
Sin duda, disfrutarán más “The artist” los cinéfilos y nostálgicos que los que van al cine buscando efectos especiales y acción trepidante, pero con esta película volvemos a la esencia del cine tanto en los aspectos formales como en su voluntad de llegar al alma de los personajes, y descubrir su orgullo y amor, su risa y emoción, su bondad e inocencia. En definitiva, una obra maestra que transmite con sencillez un amor al cine envidiable, y que ha sido muy premiada allá donde ha participado y no sólo por la crítica sino también por un público que sale gozoso y entretenido de la sala… queriendo ver más películas como las de antes. Por último, es necesario apuntar que el perrito se merece una mención especial, aunque probablemente nadie le vaya a conceder ningún galardón.
Calificación: 8/10
&En las imágenes: Fotogramas de “The artist”, película distribuida en España por Alta Classics © 2011 La Petite Reine, Studio 37, La Classe Américaine, JD Prod, France 3 Cinéma, Jouror Productions y uFilm. Todos los derechos reservados.
Publicado el 18 diciembre, 2011 | Categoría: 8/10, Año 2011, Comedia, Críticas, Drama, Francia, Romance
Etiquetas: amor, Bérénice Bejo, cine, Fred Astaire, Jean Dujardin, Michel Hazanavicius, The Artist