
Va a ser una reseña larga, ya aviso, pero es que hay mucha tela que cortar y muy poca positiva. En parte por eso mismo, voy a meter varios destripes, ya no sólo de libros anteriores, algo inevitable a estas alturas, sino del libro en sí porque necesito desahogarme de muchas cosas. Lo más gordo, de todos modos, lo ocultaré. Argumento

Layla, que ya ha tenido a sus mellizos, Rhampage (Rham) y Lyric, no puede evitar echarse a llorar cada vez que piensa en su amado. Aunque lo hace a escondidas para que nadie la descubra, Qhuinn lo sabe pero cree que debe ser algo como la depresión postparto. Cuando Layla, creyendo que había descubierto el motivo real de su pena se abre a él, lo que se encuentra es la rabia descomunal del padre de sus bebés. Desde ese momento la situación se descontrola y todo amenaza por saltar por los aires: Layla, como traidora, puede ser sentenciada o perder los derechos sobre los bebés, la relación entre Qhuinn y Blay entra en crisis y Xcor se convierte en el mejor blanco de la rabia de aquél.
Lejos del caos desatado en la mansión, en el local de Trez, éste recibe la visita de Lassiter que le invita a cenar en el restaurante de su hermano iAm. La sombra se limita a sobrevivir tras la pérdida de su amada Selena y no tiene ganas de aguantarlo pero accede para que le deje en paz. Una vez allí se desmaya, literalmente, de la impresión de verla allí, en el despacho de iAm, en carne y hueso. Sin embargo, cuando recupera la consciencia, esa aparición no es ella. Se llama Therese y es una vampira que acaba de llegar a Cadwell y está allí para pedir trabajo como camarera.
Reseña
Por empezar haciendo un poco de memoria, a Layla la conocimos bien pronto, en Amante eterno, el 2º libro, y sus aportaciones fueron más bien puntuales durante los siguientes. Luego, ya en Amante liberada, el 9º, entraron en escena la Pandilla de Bastardos. Xcor y Layla se conocieron en Amante renacido, el 10º, cuando siendo engañada ésta, acabó alimentando de su vena a quien creía que era un aliado y no quien acababa de intentar matar al Rey. Ese momento bastó para que saltara la chispa y hasta ahora, a base de breves pasajes, se había ido desarrollando un amor prohibido entre una elegida y un traidor con muchos momentos de drama y angustia. Fue al final de El Rey, el 12º, cuando Xcor decidió dejar de ir por el trono. Así llegó el 14º, The Beast, y Layla tuvo al fin los bebés de Qhuinn engendrados al final de Amante renacido y Xcor fue malherido y capturado, que es como empieza todo aquí. Corregidme si he confundido hechos de un libro a otro. Un viaje largo que, en mi caso, fue haciéndose cada vez menos interesante y los personajes de la pareja, o bien me daban más igual (Xcor) o bien me despertaban más sentimientos negativos (Layla). Así, mis ganas de ver qué pasaba con ellos estaban muy bajas, bajo cero en realidad, pero las implicaciones que tuviesen sus destinos para la trama general sí que resultaban relevantes.Lo primero es decir que en este libro la pareja como tal tiene un peso mínimo y son más las reacciones a los actos de ambos los que se llevan el peso, algo que en realidad agradezco. Sí, está la duda de cuál será el desenlace pues ambos están en posiciones muy malas. Sinceramente, no me podía importar menos lo que sucediese con ellos, no considero que ninguno se mereciese un final feliz. Y en lo que a las escenas románticas y de sexo entre ambos se refiere, no me han podido parecer más aburridas y con menos chispa porque es imposible. Casi que agradezco que esta pareja no me interesase porque encima habría que sumar la sensación de estafa con lo poco que nos da la autora de ellos.En cuanto a ella, me repito pero es que Layla no me podría dar más igual, de verdad. Podría y debería haber tomado muchas decisiones inteligentes mucho antes pero parecía elegir siempre el camino de la cagada más grande. Hasta el descubrimiento de que Xcor es medio-hermano de Tohr lo podría haber dicho mucho antes. O haber tenido una audiencia con Wrath para contarle todo, incluso lo de que Xcor ya no iba tras el trono. Ha sido siempre una cobarde, egoísta y egocéntrica y no me parece que en este libro haya llegado a hacer nada para redimirse, en algunas cosas incluso se me ha atragantado más (como llegado un momento mentarle a Tohr su difunta Wellsie). Carece de personalidad y se limita a encajar en roles: primero fue una elegida, después una madre. Mucho melodrama barato y muy poco de desarrollo. Una llorona insufrible, eso es lo que era y sigue siendo.De Xcor puedo decir más o menos lo mismo aunque al menos en su caso sí que existe una evolución. El cambio de sus ambiciones me sigue pareciendo muy pobremente justificado pero al menos ha madurado y acepta las consecuencias de sus actos. Oh, y a decir verdad, el par de flashbacks de su nacimiento y su niñez me han tocado la fibra sensible y es de lo poco que me ha gustado de todo lo referente a la pareja.Lo cierto es que ninguno de los protagonistas de este libro me han convencido aquí. Aparte de lo ya dicho de la pareja principal, la parte de Qhuinn y Blay me ha parecido muy triste y muy... fea. Sinceramente, el primero se ha portado con un capullo con el segundo, le ha dicho cosas horribles y encima ha tenido la falta absoluta de empatía de entender el daño que había hecho, esperando un perdón sin demostrar una pizca de arrepentimiento. Pero no sólo eso, me ha parecido horrible la forma de tratar a la pequeña Lyric, rechazándola porque se parece a Layla y estaba cabreado con ella. Encima siendo tan cobarde de no reconocerlo. Siempre había sido bastante imbécil, para qué negarlo, y el rechazo de su familia no puede justificarlo todo a estas alturas. Ha sido tal el nivel del descontrol del personaje que no me habría importado que Blay le diese la patada.Que conste que a Qhuinn sólo le recrimino la parte de Blay y Lyric. Es, junto con Tohr, el único personaje que reacciona con lógica al descubrir la traición de Layla y al seguir con la idea de que Xcor debe morir. La forma en que se le va la pinza es, a mi modo de ver, exagerada y es algo que se saca de la manga la autora para justificar que el resto apoye a Layla. Muy mal, J.R. Ward, muy mal. Tú eras capaz de redimir a los protagonistas sin poner a otros personajes del revés.
