Autor: Talbot Mundy
Edita: Avon Books, New York, 1968
Durante la Edad Dorada de los "pulps", entre 1910 y 1945, Talbot Mundy fue uno del os autores más reconocidos en el campo de la aventura en lugares exóticos (o sea, no occidentales). Autores como Robert Howard reconocieron la influencia de las obras de Mundy en sus propios trabajos. Un relato de Mundy garantizaba buenas ventas donde se publicaran. Por un tiempo, sus historias fueron casi tan influyentes como los relatos de Rudyard Kipling en la construcción del imaginario de países como la India en el mundo occidental.
Lo interesante del caso es que la visión de estas sociedades coloniales es muy diferente entre ambos escritores. Kipling había nacido y se hbía criado en la India del Imperio Británico, dentro de la clase dominante y tiene en sus obras una actitud decididamente paternalista ante los hindúes nativos: los puede considerar inteligentes y sacrificados, pero siempre son vistos en una posición subalterna respecto de los británicos. El trasfondo es que la superioridad colonial es algo natural y hasta beneficioso, porque Inglaterra le ha traído los beneficios de la civilización a esos tipos, que lógicamente reconocen los beneficios de ser dominados.
Este discurso no aparece en ningún momento en las historias de Mundy: para él, los personajes nativos son tanto o más complejos que los blancos y siempre se hallan en un pie de igualdad con ellos. Y esto es porque Mundy conoció las colonias británicas como un privilegiado, sino como un aventurero que sobrevivió de muchas maneras en ellas, algunas no del todo legales (llegó a estar preso por fraude en el Africa oriental) , y que trató a los nativos en su medio en esos años (hasta irse a radicar definitivamente a Estados Unidos en los primeros años del siglo XX y comenzar su carrera de escritor). O sea, un tipo conocido por los africanos con el apodo de "Culo Blanco" no podía de ninguna manera sentirse superior a nadie.
Esta actitud de respeto y simpatía ante las culturas no occidentales están siempre presentes en sus novelas, de la que ésta es un ejemplo típico. The Devil`s Guard es una de las más importantes dentro de su ciclo de historias más famosas, las protagonizadas por Jimgrim.
¿Quién es Jimgrim? Mejor cito textualmente de la novela:
Jimgrim – nacido James Schuyler Grim, pero conocido como Jimgrim en todo el Cercano Oriente, Arabia, partes de Africa y desde Dera Ismail Khan hasta Sikkim – ha servido en departamentos de inteligencia de al menos cinco naciones, siempre reservando la ciudadanía estadounidense. Habla una docena de lenguajes tan fluídamente que puede pasar por nativo; y desde que fue lo suficientemente viejo para encender una fogata y despellejar un conejo, el mismo centro del peligro ha sido su objetivo, de la misma manera que muchas personas pasan la vida buscando la seguridad y el confort. Cuando él está en un lugar que otras personas considerarían seguro, su propia incomodidad lo aburre.El es el mejor amigo que un hombre podría tener, el menos charlatán, el más considerado, y no parece tener ambición personal.
Este fabuloso aventurero se va a dirigir hacia el Tibet en busca de la misteriosa Shamballah y del profundo conocimiento que se puede conseguir allí, que puede revelar preguntas que todo ser humano se hace y que las religiones dan de manera incompleta. Junto a él viajarán su amigo y Watson personal, Jeff Marsden, el guerrero Narayan Singh y el snachopanzesco hindú Chullunder Ghose.
Pero para llegar a su destino deben involucrarse en la guerra secreta entre dos órdenes de monjes tibetanos, que luchan desde tiempos inmemoriales para controlar el mundo. Es en este conflicto tanto espiritual como real en el que Jimgrim y sus compañeros se ven enfrascados.
Leída hoy día, la novela parece un libro de Osho o de Deepak Chopra sobre la revelación mística enmarcado en una historia de Indiana Jones. Pero, claro, en 1926 no había filósofos “new age” escribiendo sobre el Tibet y faltaban unos años para que Horizontes perdidos creara la imagen del lama que revela verdades místicas, así que no podemos sino señalar la visión de Mundy para poner estos temas en ese momento. Igualmente, teniendo en cuenta que el autor era creyente en la teosofía (doctrina en la que todas las religiones son reflejos de una verdad superior más profunda), el tono didáctico de las sucesivas "revelaciones" de la novela es evidentemente un objetivo del autor.
Hay que destacar además las relaciones entre los personajes, que siempre están en un plano de igualdad pese a sus diferencias raciales. Por ejemplo Narayan Singh es un guerrero sikh sin miedo y poco dado a los misticismos (de hecho es el más racionalmente obtuso de los cuatro viajeros), que cree que el valor personal y las armas afiladas son la mejor defensa contra los hechizos que reciben (y que tiene una salida de la novela de proporciones épicas). Chullunder Ghose, que al principio parece ser la típica comparsa llorona y cómica de todos los grupos avnetureros, deviene en una suerte de Sancho Panza hindú, un sabio del o cotidiano que demuestra una sorprendente agudeza en sus reflexiones.
Ambos tienen una relación de igualdad con los dos personajes occidentales, una basada en el respeto y la comprensión de sus diferencias como personas. Sin el contrapunto entre éstas personalidades, The Devil`s Guard se leería ocmo un aburrido de autoayuda disfrazado de novela, un poco como esas plúmbeas historias de Carlos Cuauthemoc Sanchez. Por suerte Mundy sabe lo que hace y nos da una muy sólida novela de aventuras, obra de un autor que merece ser recuperado ocmo uno del os grandes escritores de aventuras del siglo XX.