Es difícil analizar un videojuego como este, y estoy convencido de que en ninguno de los cientos de intentos que habrán por internet, revistas y medios (supuestamente) especializados, han conseguido exponer al 100% lo que es este título. Y por supuesto, yo no pretendo hacerlo, lo considero algo completamente inabarcable. En cuanto llevéis diez minutos jugándolo comprenderéis lo que quiero decir.
Hace poco escuché a alguien decir algo así como que “a nadie se le ocurriría escribir un análisis sobre la Mona Lisa”. Y, salvando las diferencias, creo que es una expresión válida para nuestro caso. La quinta entrega de The Elder Scrolls es toda una obra de arte dentro (y fuera) del mundo de los videojuegos, que cualquiera que posea un (potente) pc, una Xbox 360 o una ps3 debería ver, oir y sentir (y si se pudiera, oler y saborear). No se trata de una gran aventura, sino de todo un mundo épico donde vivir cientos de ellas.
Con esto no digo que sea un juego perfecto (soy de los que piensan que eso de calificar un título con un 10 sobre 10 es una incoherencia en sí misma, y que sólo tiene sentido como algo simbólico), tiene sus defectos, y puede que a algunos no les atraiga en exceso su planteamiento rolero y se nieguen a jugarlo con ese gran argumento que dice: “ése es un juego de frikis”. Pero a pesar de ello, sus virtudes prevalecen por encima de todo.
Bienvenidos a Skyrim.
Sinceramente, no sé por dónde empezar a hablaros de este juego. Es todo tan grande, tan amplio, tan espectacular… La libertad de movimiento es absoluta. Nada de zonas que se abrirán cuando llegues a cierto punto del guión, eres completamente libre de ir a donde quieras, con el único “inconveniente” de qué o a quién te encuentres por el camino. Las nórdicas tierras de Skyrim no son conocidas por sus vastos y soleados prados ni por sus adorables animalitos. Todo lo contrario. Tendremos que subir interminables montañas soportando tempestades, nos encontraremos con decenas de cuevas, túmulos y fortificaciones que nos tentarán a adentrarnos en sus oscuros y laberínticos pasillos en busca de cuantiosos tesoros y misteriosos objetos encantados, y todo ello tratando de sobrevivir a los ataques de todo tipo de fieras salvajes, tanto reales como fantásticas, espectros y maleantes.
Nos enfrentaremos contra todo lo que se interponga en nuestro camino, desde los feroces y clásicos lobos, hasta los pacíficos pero imponentes gigantes, temibles si se les enfada, acompañados de sus pequeñas mascotas: los mamuts, pasando por todo tipo de trolls, osos, no muertos, arañas gigantes, entes sobrenaturales y criaturas del inframundo… Y también bandidos, renegados, ladrones, guerreros de distintas facciones o simplemente aventureros como nosotros en busca de fortuna.
Y, por supuesto, dragones. Los grandes protagonistas de Skyrim. Terribles dragones de fuego y hielo contra los que lucharemos en épicas e inolvidables batallas.
Una parte muy importante del título, tanto argumentalmente como en cuanto al desarrollo de la acción. Desde el mismo inicio queda claro en las sorprendentes secuencias del ataque de uno de estos dragones a la ciudad en la que empezamos. La recreación de éstos es espectacular artísticamente, y sus movimientos completamente realistas (dentro de lo que nos imaginamos sería un dragón), sobrevolando nuestras cabezas emitiendo esos inconfundibles gritos, quemándolo (o helándolo) todo a su paso con su aliento. Y cuando bajan al suelo, es toda una delicia verlos de cerca, aunque poco tiempo tienes para reaccionar si se te planta delante el “animalito”, en apenas unos segundos podemos encontrarnos apresados entre sus fauces, de donde sólo saldremos una vez nuestra vida se haya extinguido por completo.
los dragones nos sorprenderán en casi cualquier sitio, escuchad atentamente y los oiréis llegar...
Como decía, también son el centro argumental sobre el que gira la cuidada historia que viviremos. Supuestamente extinguidos de Tamriel, han vuelto más fieros que nunca y nadie sabe muy bien por qué. Además, es un mal momento para la nórdica provincia de Skyrim, ya que se encuentra en plena guerra civil propiciada por la rebelión de los Capas de Tormenta contra el Imperio. Guerra en la que podremos tomar parte, escogiendo el bando que queramos. A decir verdad, podremos tomar parte en todo lo que pase a nuestro alrededor.
Nuestro papel no estará muy claro al principio, y tendremos que ir poco a poco descubriéndonos a nosotros mismos, el “Dovahkiin”, o Sangre de Dragón, una especie de “elegido” bendecido con el don de la lengua de los dragones, que nos proporcionará los llamados gritos, unas habilidades especiales que se desencadenan al recitar una serie de palabras en este ancestral idioma (para nosotros, con apretar un botón basta). Palabras que deberemos ir aprendiendo conforme avancemos, pero que sólo podremos usar cuando obtengamos el suficiente poder absorbiendo las almas de los dragones que derrotemos.
Aunque este tipo de juegos siempre tiene un comienzo complicado hasta que logramos comprender el funcionamiento de todo, la curva de dificultad muy adecuada, presentándonos un avance más duro a medida que avanzamos, en el que de vez en cuando nos encontraremos ante algún reto que pondrá a prueba nuestros reflejos y habilidades.
puede ser tentador pararse a observar de cerca a un dragón... pero no es muy recomendable...
Por el camino nos encontraremos con varias ciudades y cientos de personajes que nos enviarán a misiones secundarias de todo tipo, que nos servirán para ir progresando en habilidades y consiguiendo oro y diversos objetos. También habrán gremios (aunque algunos no están considerados como tal, sino como hermandades o agrupaciones de guerreros) a los que unirnos (si conseguimos que nos acepten) para realizar distintas misiones a cambio de distintas sumas de oro. Encontraremos personajes que se nos unirán y lucharán por nuestra causa, otros a los que podremos contratar, decenas de mercaderes con los que comerciar, libros que leer con historias sobre cualquier cosa que te imagines… En fin, todo un mundo por descubrir.
La mejora de habilidades está magníficamente optimizada. Aquí no elijes lo que quieres ser al principio, condicionando todo tu avance, sino que a medida que avanzas eliges qué habilidades quieres tener. Basta del típico fuerte con poca habilidad en magia o viceversa, ahora puedes ser un monstruo con armas a dos manos y además todo un nigromante lanzador de hechizos de todo tipo. Y el control de cada mano por separado es un puntazo, tú elijes, ir a saco con dos armas a una mano, un poco más táctico con escudo y espada, un hechizo en la izquierda y un hacha en la derecha o incluso dos hechizos… Todo está permitido, no hay límites. Ponerte un proyectil ígneo en cada mano y combinar ambos (una vez hayas desbloqueado esta habilidad) en un megahechizo al más puro estilo onda vital de Dragon Ball es tremendo.
kaaaaa... meeeee... haaaa.... meeee... HAAAAA!
Y armas tendremos de todos los tipos, materiales y colores, como buen juego de rol que es. Cada una tendrá su índice de daño, y podremos mejorarlas mediante los bancos de trabajo haciendo uso de nuestra habilidad de herrería, otorgar habilidades mágicas mediante los útiles encantamientos o envenenar con pócimas que nos encontremos o que nosotros mismos fabriquemos haciendo uso de la alquimia. Todo ello lo podremos hacer también con los ropajes, armaduras, colgantes y anillos que consigamos de forma honrada o no, y es que en estos juegos siempre es más fácil avanzar por el “lado oscuro”. Con un poco de habilidad de discreción, abrir cerraduras y robo enseguida conseguiremos amasar auténticas fortunas que invertir en mejor equipación, libros de hechizos o incluso caballos y casas. Claro que también podemos llegar a este punto con honradez si ayudamos a cambio de variables sumas de oro a quien nos lo pida (que serán muchos).
“¿Y esos defectos de los que hablabas al principio qué?” Ya va, ya va… Para empezar, igual que en Oblivion (anterior entrega de la saga), tenemos dos cámaras disponibles: en primera y en tercera persona. Y al igual que en Oblivion, la de tercera persona es un poco… como decirlo… ¿Inadecuada? ¿Incompleta? En fin, sigue sin estar perfectamente optimizada a pesar de haber mejorado bastante respecto a su predecesor. Las animaciones están bien conseguidas, pero a la hora de explorar te pierdes mil cosas que habrías visto con la cámara en primera persona, y es todo un suplicio intentar dominar los combates con esta “third person view”, aunque si tienes paciencia para ello, la recompensa es un aumento importante en la espectacularidad de cada batalla. Otra cosa que empaña algo el resultado final son las ligeras ralentizaciones que tendremos que sufrir de vez en cuando (por lo menos los usuarios de ps3).
Por ponerle pegas, después de la fantástica implementación del caballo en Red Dead Redemption, en Skyrim se han quedado un poco cortos, con animaciones y movimientos algo toscos. Y tampoco es muy normal que te cueste más acabar con un oso o con un dientes de sable que con un dragón (no porque el dragón sea fácil, todo lo contrario, sino porque algunas bestias salvajes son tremendamente difíciles, y en particular los osos, que en más de una ocasión te destrozarán casi sin darte cuenta).
sé que no pega mucho esta imagen aquí, pero es tremendo ver la sangre de nuestros enemigos correr por nuestro acero...
Para terminar poco puedo añadir, técnicamente está a la altura de lo que se espera de un título de última generación, los escenarios tanto interiores como exteriores están plagados de detalles, aunque quizás en algunas mazmorras subterráneas podemos tener algún deja vu del tipo de “esto me suena…”. El diseño de personajes y bestiario es fantástico, cuando tengo la suerte de que en las pantallas de carga me sale un dragón (que podremos admirar rotando la cámara como queramos) casi no me doy cuenta de que a veces los tiempos de carga son un poco largos. Las animaciones faciales son bastante expresivas, y es de mencionar también la soberbia banda sonora, cuyo tema principal proporciona todo un subidón de adrenalina en cada lucha contra un dragón, y el fantástico doblaje al castellano con el que por suerte nos ha llegado el título.
Como conclusión, simplemente decir que se nota el mimo que ha puesto la gente de Bethesda en estos cinco años aproximadamente de desarrollo. La ambientación y el apartado artístico son increíbles, y técnicamente está a la altura. El desarrollo de habilidades, los objetos, las armas, todo es magnífico, y los dragones son toda una gozada visual y jugable. Una historia atractiva con decenas de momentos épicos, cientos de secretos que descubrir, criaturas y bandidos que eliminar, objetos mágicos y hechizos que conseguir… Y encima las misiones secundarias son literalmente interminables. ¿Qué más se puede pedir?
Como decía al principio… toda una obra de arte jugable. Completamente imprescindible.