The fantastic flying books of Mr. Morris Lessmore o Los fantásticos libros voladores del Sr. Morris Lessmore es la otra película muda distinguida en la última entrega de los Oscar. De hecho, la pequeña fábula sin voces pero bien musicalizada ganó el premio al mejor corto animado justo antes de que El artista agitara su tercera estatuilla.
William Joyce escribió y codirigió con Brandon Oldenburg esta mini-producción de Moonbot Studios, realizada “íntegramente en Louisiana”. La aclaración geográfica aparece con orgullo (al menos eso percibimos) en los créditos finales de la película, tal vez para disputarle a la costa oeste norteamericana la fama creativa, tal vez para recordar que el sur de los Estados Unidos fue cuna de William Faulkner, Tennessee Williams, Carson McCullers, Truman Capote, Harper Lee entre otros grandes escritores.
El cortometraje, cuya versión completa compartimos aquí en Espectadores, imagina un mundo donde los libros vuelan y donde un hombrecito parecido a Buster Keaton se convierte en su entrañable cuidador y curador. A priori cuesta recordar un trabajo de Pixar o Disney que les rinda honores a la literatura y, todavía más difícil, a las letras francesas que Joyce sí homenajea.
The fantastic flying books… también le devuelve protagonismo al Humpty Dumpty o Zanco Panco de Alicia en el país de las maravillas. En este punto nos damos cuenta de que Disney lució hace poco su veta literaria cuando puso a Lewis Carroll en manos de Tim Burton (adaptación fallida para el amigo Ariel).
El trabajo de Moonbot Studios combina el uso de miniaturas con técnicas de computación animada. Los espectadores poco atentos a las características técnicas nos fijamos en otros detalles de diseño como la decisión de ponerles patitas a los libros o hacerlos expresarse a partir del movimiento de sus páginas (a diferencia del humorista gráfico Miguel Rep, especialista en hacerlos hablar desde los estantes de las bibliotecas que habitan).
¿Hace falta que ver los otros cuatro cortos nominados para aprobar el Oscar a la historia del Sr. Lessmore? Aún cuando Dimanche, La luna, Wild life o A morning stroll merecieran más la estatuilla que el título ganador, nadie puede negarle reconocimiento a un film que -además de conmover con su amor literario- reivindica la capacidad creativa del subestimado sur norteamericano.
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Posdata para bibliófilos. El film de Joyce y Oldenburg está por convertirse en libro, fenómeno poco frecuente en un mundo más bien acostumbrado al proceso inverso, es decir, a la adaptación cinematográfica de obras literarias.