Siempre que veo una película de Christian Bale, circula por mi cabeza el mismo comentario: hay que ver lo que ha cambiado este chico desde "Mujercitas". Y me parece que le ha ido bastante bien, tanto que creo merecida la nominación al Oscar como actor secundario en este drama basado en la historia real de los hermanos boxeadores Micky y Dicky Ward. Probablemente, la presencia del actor británico sea lo mejor de la película, aunque el resto de secundarios saben muy bien lo que tienen entre manos.
La película en sí tampoco es que me haya apasionado demasiado. Es decir, emociona mientras la ves, como emocionan la mayoría de las películas basadas en la superación personal, pero para enmarcar en la historia del cine... como que no.
De todas formas, he contado siete candidaturas, la mayoría muy potentes, y probablemente sea porque es una película muy de Hollywood, de esas que imitan el sueño americano de "cualquiera puede llegar a ser alguien". Y lo que pasa con este tipo de guiones, que son previsibles, que buscan la caída de alguna lagrimita y que te hacen sentir bien durante las horas siguientes a verla. Pero nada más. Al menos eso creo.