Revista Cine
Cuando uno entra a ver Destino Final 4 no puede evitar soltar una pequeña risotada al pensar que tan final no debe ser ese destino si ya vamos por la cuarta entrega.
Si analizáramos la cuarta parte de las siguientes sagas: Pesadilla en Elm Street, Viernes 13 y Muñeco diabólico (La novia de Chucky), no sólo obtendríamos docenas de patrones afines, sino que estaríamos desandando el camino que sin duda los guionistas han efectuado para realizar esta obra, manufacturada con la misma diligencia que la última oferta del burger king.
La formula es sencilla: se cogen los mismos esquemas del original, en este caso empezar como una "disaster movie" para luego pasar a un "body count" (subgénero de terror en el que cada uno de los miembros del reparto, apuntador incluido, van muriendo de la más asombrosas de las formas) y repetirlo, sólo que con un ritmo más precipitado y vertiginoso que el del la ya obsoleta primera parte. Luego se despoja a la historia de toda seriedad: el prólogo está más cercano a una obra de Tex Avery y a los Looney Tunes que a una película de terror, con unas muertes exageradas y caricaturecas que harían las delicias para los fans de Rasca y Pica. De hecho, si se cogiera alguna de las escenas de las muertes y se modificara su banda sonora por una más optimista, la escena funcionaría a la perfección dentro de una comedia. Finalmente, como último paso a la receta, se añaden a los diálogos un montón de comentarios autorreferenciales para que los fans sean arrastrados al delirante juego sin que se hagan demasiadas preguntas. Escenas como la de la mujer echando una regañina a sus hijos y diciendo “no os voy a quitar ojo de encima” para que justo después una piedra se le clave en el ojo son un ejemplo de esto. Como nota curiosa: los títulos de créditos recuerdan peligrosamente a los de la tercera parte de Viernes 13 (también estrenada en 3D allá por 1984), no tanto desde el punto de vista visual sino por coger el tema musical principal de la saga y modernizarlo bajo un estilo "tecnopunk". Cosa que ocurre en este film. Dos sagas con almas gemelas.
Paradójicamente la mayor virtud de esta entrega, o al menos así es como nos lo han vendido sus productores, es en realidad su mayor defecto. La dichosa tecnología 3D.
Si la credibilidad de la propuesta ya venía resentida por la repetición de los mismos patrones en el pobre guión, el 3D acentúa esto. Hasta que James Cameron diga lo contrario con su Avatar, el que salten elementos de la pantalla (de forma aleatoria casi siempre) o que los personajes o determinados objetos sobresalgan del entorno, provocan dos cosas en el espectador: primera, que uno sea plenamente consciente de que lo que se está viendo es irreal, y segunda, sentirse en todo momento dentro de una sala de cine viendo una mareante película. Dos sensaciones que perjudican seriamente al pacto de verosimilitud entre el creador y el espectador. Cabe destacar, no obstante, un detalle en 3D que a un servidor si logró introducirlo de lleno en una escena. Se trata de la muerte en la piscina, inspirada con toda seguridad en el relato de Chuck Palahniuk de su libro Fantasmas, donde una de las victimas queda atrapada en el tubo de absorción del fondo de la piscina. Es ahí donde de repente y por detrás del espectador (no delante, como es habitual en el 3D) aparece una tirita flotando. Toda una imagen universal (y genial por incluirla en la peli) para quien haya buceado alguna vez en una piscina pública.
Exceptuando esto, el suspense de las escenas de tensión queda mermado por una lógica de planos dedicada al lucimiento del 3D. La pretensión de ganar espectacularidad en detrimiento de la tensión convierte a Destino Final 4 en la peor entrega de la serie.
Para más INRI, y por si lo del 3D no nos hubiera quedado claro, el climax final del film tiene lugar en una sala de cine donde casualmente se proyecta una película con esta tecnología (¿a qué es una sorpresa?). Toda una lamentable autopromoción hollywoodiense.
Tras esto, la conclusión resultante que puede sacar este espectador curtido en los derroteros terroríficos no podría ser más paradójica: en una película llena de cortes y sangre, lo mejor es, sin duda, la tirita.