Vivimos una época en la que el hecho de llevar un ordenador en el bolsillo al que solo le falte arroparte por las noches parece y se ha convertido en lo natural. La tecnología nos facilita la vida y también nos limita la libertad en muchos casos, pero es cierto que es el elemento que va cambiando la forma de enfocar los desafíos del ser humano a lo largo de su historia. Hubo un tiempo no hace tanto en el que el mundo entró en guerra debido a la espoleta del nazismo, y el simple hecho de ser capaz de descifrar un complejo código sin estas máquinas que hagan millones de cálculos en un segundo era la clave de anticiparte o no a los movimientos enemigos: la vida o la muerte, la victoria o la derrota. Esta es la historia de cómo un matemático británico llamado Alan Turing lideró un proyecto científico que descifró dichos códigos y de cómo desde un laboratorio con números y estadísticas como armamento pesado se contribuyó capitalmente a la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial.
La altamente atractiva película, con ligeros toques de telefilm en su desarrollo y un sello impecable, con mucho oficio y sin deslumbrar en su confección es la propuesta del director noruego afincado en Beberly Hills Morten Tyldum. Se nos desvela en esta particular visión del personaje de Turing un producto final pasado por el tamiz del buen gusto y enormemente rico en matices interpretativos aportados por un superlativo Benedict Cumberbatch, a pesar de los quisquillosos que le ven a su papel pinceladas de su carismático Sherlock Holmes (serie que realiza para la BBC). Cumberbatch demuestra con creces por qué es el actor del momento y también los poderosos argumentos para su nominación al Oscar por este difícil y cautivador trabajo de construcción (que no de simbiosis o imitación) de un hombre de personalidad particular, con dificultades notables para las relaciones sociales y una (homo)sexualidad inaceptable para la época, lo que acabó siendo motivo de que este genio acabara con su vida a los 41 años por medio de una manzana envenenada con cianuro. De ahí el logotipo de Apple en honor al precursor de la computadora, que tanto ha facilitado nuestra vida y, perdonen el cinismo, tanto dinero ha hecho ganar al gigante informático.
Además de destacar el papel protagonista sobre todas las cosas, resta mencionar que Keira Knightley aporta la humilde réplica a la sombra de esta figura y realiza una labor destacable de reparto. También hay que añadir al paquete informativo que estamos ante una película que ha levantado cierta polvareda en algunos sectores por “pasar de puntillas ante la condición homosexual de Turing y las penalidades que ello le aportó”, afirmación de la que aquí nos desmarcamos rotundamente, puesto que entendemos que es un tema en absoluto tocado tangencialmente y sí resaltado con la naturalidad que hoy todavía no existe. Porque el día que no haya que estar subrayando y revindicando constantemente con quién se acueste el vecino, será el día que al fin se asuma que no es de nuestra incumbencia ni motivo de conversación alguna…
Dirección: Morten Tyldum. Países: Reino Unido y USA. Duración: 114 min. Género: Biopic, drama, thriller. Guión: Graham Moore. Intérpretes: Benedict Cumberbatch (Alan Turing), Keira Knightley (Joan), Matthew Goode (Hugh), Mark Strong (Stewart), Allen Leech (John), Charles Dance (Denniston), Rory Kinnear (detective Robert). Producción: Nora Grossman, Ido Ostrowsky y Teddy Schwarzman. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Óscar Faura. Montaje: William Goldenberg. Diseño de producción: Maria Djurkovic. Vestuario: Sammy Sheldon Differ. Estreno en España: 1 Enero 2015.