Revista Cine
Director: John Ford
Antes de esa obra maestra que es "3 Bad men" John Ford hizo, dos años antes, esta enorme película que lleva por título un contundente y evocador "The iron horse" (aunque para ser vagamente precisos, Ford hizo muchos westerns antes del inicialmente mencionado). Si bien tenemos una férrea y fluida unión entre Historia y ficción en torno a la construcción de las líneas ferroviarias estadounidenses, lo que por extensión hace de ésta una excelente película, debo decir que siento que le falta algo más a la ecuación, algo mucho más abstracto que una herramienta o mecanismo o acierto formal: mística, que no le falta del todo, pero que tampoco traspasa el fotograma. Lo más probable es que sea la sombra de "3 Bad men", cuya calidad me dejó noqueado, pero cronológicamente sería incoherente irse por esos lados al elaborar mi comentario. Lo que sí, "The iron horse" es un fantástico y promisorio antecedente de lo que Ford iría desarrollando posteriormente en el vasto terreno del western (tienen la entrada de ayer como prueba).
El contexto: la construcción de las líneas del tren que unen a Estados Unidos del este al oeste, desde que no era más que un inverosímil sueño hasta que fue una dulce realidad. La trama: en resumidas cuentas, gente honorable que intenta hacer las cosas bien en respeto del sueño, gente malvada que intenta corromper la construcción en pos de su propio beneficio, algunos indios que intentan impedir la invasión a sus tierras, y un romance que bien podría servir de metáfora para la unión de un país.
No es de extrañar que "The iron horse" sea otro humilde y sentido homenaje que Ford hace hacia la persona de Abraham Lincoln, a sus ojos artífice de la construcción ferroviaria y sin quien el ansiado sueño de unir un país no se podría haber llevado a cabo. A su memoria, don Abraham... Y para no ensuciar ni tergiversar tal gesta, al inicio del filme se nos indica que los acontecimientos relatados son cien por ciento exactos históricamente (los del contexto, claro), aunque cada uno es libre de creerse tal afirmación. Lo cierto es que estamos ante una dramatización de dicha etapa, de la cual lo que importa es la manera en que se nos muestra el titánico proceso, y cómo el honor es lo que terminó triunfando por encima de la maldad de algunos sujetos.
Además de dicho telón de fondo, tenemos varias historias que se funden perfectamente con el trasfondo histórico, todo partiendo de un tierno enamoramiento de dos niños que son separados cuando el padre de él sale en busca de su sueño, que es justamente construir las líneas del tren. Pero las cosas no salen bien para el niño y su padre, aunque la construcción comienza de todas formas, y la niña es ahora la prometida de un ingeniero que podría ser tentado por el lado oscuro de la línea del tren, nada más y nada menos que un villano con una doble vida cuyo infame legado se remonta a muchos, muchos años atrás. A partir de esto tendremos venganzas, conspiraciones, triángulos amorosos, y el descarnado día a día de cientos de hombres y mujeres que dejaron la vida en esas vías. Desde luego, la unión de este entramado de mentiras y luchas internas/externas presenta una construcción y organización argumental fluida, sólida y atractiva, sobre todo por hacerlo coherente con su trasfondo, tan vivo y presente como los tejemanejes descritos. La dirección de Ford es aún mejor, filmando todo con mano firme y notable sentido del pulso a través de geniales y evocadoras imágenes que no necesitan más que su componente visual para narrar sensaciones (lo de las sombras indias en el armazón del tren, por ejemplo, da cuenta de los dotes expresivos de Ford). Demás está decir que la naturalidad con que se pasa del más despreocupado sentido del humor (como cuando los trabajadores están poniendo las líneas, repelen un ataque indio y de inmediato siguen con lo suyo, cantando y casi bailando, como si nada hubiese ocurrido) a lo sublime de algunas escenas de drama y romance (aunque no especialmente conmovedor, cautivador y memorable), pasando por unas secuencias de acción espectaculares, es innegable.
Así, con un aspecto formal impecable, uno pensaría que nada más se puede pedir. Pero para mí falta algo, y como dije, es la mística que emana del fotograma. Quizás sea la intención de ser una especie de documento histórico/homenaje a Lincoln, una épica estadounidense, lo que pasa factura, pues aunque nunca se descuida el desarrollo de la trama ni la narración en todas sus formas, en el fondo hay algo indescriptible (aunque haya dicho "mística", ahora una "sensación", incluso "íntimo") que hace falta. Luego de haber visto "3 Bad men" me sentía genial por presenciar tamaña obra maestra, todo a raíz de que el filme en sí parecía toda una declaración de intenciones, o una declaración de amor al cine y al western, o al "simple" acto de contar historias. Todo en esa película exuda amor, y los personajes (especialmente esos grandes tres hombres malos) son tremendos y suman a esa sensación: son auténticos seres vivos, de carne y hueso, más grandes que la trama en que se encuentran. ¿"The iron horse" habría sido más memorable con mejores personajes? Bueno... Y ese final, lleno de sentimientos y... y mística, gritando en imágenes que a pesar de todo dicha historia no morirá nunca... No lo sé, me estoy adentrando en terrenos difíciles de precisar, pues finalmente comparar ésta con "3 Bad men" es tan injusto como erróneo, creo yo. Digo, "Stagecoach" también me ha parecido genial, pero no por ser o tener lo mismo que "3 Bad men". Estoy loco, lo más seguro...
Lo cierto es que "The iron horse" es una excelente película que no sólo nos cuenta un proceso desde su concepción hasta que está finalizado (lo que no es más que otro comienzo), también nos cuenta una trama que demuestra lo difícil que fue el mismo. Y si todo es mediante la firme y confiable mano de Ford, pues qué más. Sin señor, recomendable película.