Revista Cultura y Ocio
The Kinks en 1978 editan Misfits, pero hay que explicar un poco el proceso que viene desde años antes. A principios de la década de los 70 y después de Muswell Hillbillies, ese homenaje al barrio donde crecieron los hermanos Davies, obra maestra absoluta, hacen Everybody's in show-biz magnífico también y en cierto modo enlanzado con aquel anterior con temas tocados en vivo. Luego viene la parte teatral del grupo, los dos Preservations, Soap Opera y Schooldays in disgrace, este último un biopic teatral del protagonista de los dos Preservations. En aquella época ésto no fue entendido por el público, que les dio la espalda, y sus ventas bajaron mucho. Era su final con RCA, de donde salieron de mala manera. Al año siguiente en 1977, se van a Arista y sacan Sleepwalker, extraordinario disco que les devuelve a su nivel de ventas.Es entonces cuando Ray Davies, viendo que las cosas con Arista son de otra forma, y todo va viento en popa, fue a por el disco perfecto, cuidando al máximo los detalles, composiciones compositivamente perfectas, sesiones de grabación eternas y puliendo todo al máximo detalle incluso en las remezclas. Y así es éste álbum, una joya, se echan de menos quizás las salidas de la línea guitarreras, las imperfecciones propias de los Kinks, que por eso nos gustan tanto, pero este disco rompe con eso.El tema que da título al álbum, y que lo abre, es una maravilla de medio tiempo, estrofas perfectas que un tipo como Ray Davies, con su talento e ingenio, ha demostrado miles de veces, pero que aquí alcanzan un nivel... memorable.
Os dejo con Misfits, palabras mayores.