Revista Cultura y Ocio

‘The Newsroom’, nuestro espejo mágico

Publicado el 18 septiembre 2012 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda

Incluso el mito anunciaba pasta de dientes. En la carátula de ‘The Newsroom’, la última serie de Aron Sorkin, aparece brevemente Walter Cronkite, el gigante del periodismo televisivo estadounidense. Pero esta foto pertenece a su autobiografía, “Memorias de un reportero”. Me costó apreciar las dos barras de ‘Colgate’ sobre su escritorio. Primero vi a Cronkite, luego el mapa de Corea y después ¡las dos barras de pasta de dientes! Y, durante un instante, el mito de una edad de oro del periodismo televisivo se hizo mortal.

El gran peligro del periodista es convertirse en un cínico. Le ocurre a casi todos los enamorados defraudados. Pocos oficios son tan vocacionales como contar noticias y los empresarios lo saben muy bien. Demasiado bien. Habéis pasado de la miseria a la pobreza, nos dijo a mis compañeras y a mí el director de una emisora en la que trabajaba cuando pasamos de cobrar 300 a 600 euros. Olvidó decir que también a la legalidad, porque yo hasta entonces no tenía ni contrato. Pero aquel hombre que llegó a ministro sabía que no trabajábamos sin descanso por dinero sino por amor.

 Esta pasión que casi todos los periodistas sentimos por nuestro oficio late en los mejores momentos de ‘The Newsroom’. Mi deseo es volver a hacer héroes de los periodistas”. Cuenta Sorkin a Rocío Ayuso en El País Semanal. En mi redacción ya hemos visto la primera temporada de ‘The Newsroom’. No todos claro, pero sí los redactores que me rodean, aquellos a los que tengo que contar qué pieza tienen que hacer, con qué elementos cuentan y, sobre todo,  de cuántos carecen. Los que descubren cada día mis defectos y las carencias de nuestra empresa, los que saben que nunca fuimos héroes.

En la vida real no hay héroes, no hay personas ni tan inteligentes ni tan íntegras como los personajes de Sorkin. Por eso me gustan tanto sus diálogos, certeros y afilados, sostenidos por réplicas aún más brillantes… y, ¡ay!, terriblemente ficticios. Lo eran en la magnífica El Ala Oeste’ y lo vuelven a ser en ‘The Newsroom’. Sorkin se defiende: “Mis diálogos no pretenden ser reales. Lo son le dice a Ayuso -. Es como hablaría la gente (…) si les dieran media hora para responder”. No es verdad pero nos gusta creer que sí, que seríamos geniales y valientes si tuviéramos media hora más para pensar.

Sorkin se apoya en esta brillante mentira para contar un drama real: la transformación de los informativos en programas de entretenimiento, dominados por un oráculo cruel al que cada mañana visitan aterrados los editores. Will McAvoy, el talentoso presentador que interpreta Jeff Daniels, un republicano que habla y actúa como un demócrata, ha decidido no visitar al oráculo y enfrentarse cual moderno Don Quijote a los molinos de la audiencia. Pero Sorkin sí pretende una ficción entretenida y entrelaza la noticia real de cada capítulo con las desventuras sentimentales de los protagonistas. El resultado es una mezcla de comedia romántica y drama que no acaba de funcionar.

Recordando a su maestro, un olvidado periodista local, Walter Cronkite resume  así nuestro oficio: “Nosotros los periodistas teníamos que estar en lo cierto y teníamos que ser justos”. Eso es lo que nos contaron John Ford en ‘El hombre que mató a Liberty Valance’, Billy Wilder en ‘El gran carnaval’ y ‘Primera plana’ y Sidney Lumet en ‘Network’ Sus protagonistas son antihéroes capaces de matar a un hombre para tener una gran historia, imprimir la leyenda en lugar de la verdad o morir en directo. Pero su espejo espejo roto es mucho más auténtico que ‘The Newsroom’.


‘The Newsroom’, nuestro espejo mágico

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