Revista Arte
The Noises salieron al
escenario con la necesidad de sentirse músicos, como si no lo fueran ya, pero
las dudas inherentes al ser humano a veces tienen esa faceta de poner en duda
lo obvio. Sin embargo, lo que hay que decir en primer lugar es que nadie se dio
cuenta de ese detalle, hasta que al final del concierto (antes del bis) Fran
Gómez, cantante del grupo, hiciera tal confesión, porque si de algo
hicieron gala The Noises en el escenario fue de una explosión de fuerza,
ritmo y vivacidad que se mueve a medio camino entre el pop-rock que, en
ocasiones, acaricia al rock’n’roll con tintes rockanroleros de los ochenta. Y
así quedó plasmado en su actuación en la Sala
el Sol, que tuvo una buena entrada. La presentación de las nuevas canciones
de Rapto
fue la excusa, pero sólo fue eso, una excusa que el grupo madrileño aprovechó
para presentarnos temas de lo que será su nuevo disco (hasta el número de
cuatro), y que según nos contó Fran, grabarán en octubre o
noviembre del presente año, por lo que fuimos testigos del nuevo sonido de The
Noises. El nuevo concepto musical del grupo ha variado sensiblemente
respecto del que hasta ahora conocíamos, pues las nuevas canciones transmiten
un sonido más maduro y oscuro, donde los teclados tienen mayor protagonismo y
las letras tienen ese matiz de denuncia de los que los nuevos discos del indie
español se están nutriendo, en consonancia con los tiempos que nos están
tocando vivir.
En cuanto al concierto en sí, The
Noises arrancaron como la mayor de las olas del Pacífico, sólo apta
para los más expertos windsurfistas, pues desplegaron todo un arsenal de energía
con canciones como Rara avis (que
sirvió de apertura), 1984, Mandanga y
Equilibrios, en las que la conexión con el público fue total, y que a buen
seguro, les hizo disipar las dudas que en algún momento hayan podido tener
acerca de su carrera musical. A partir de ahí, atacaron los cuatros temas
nuevos de la noche (no incluidos en Rapto):
Sideral, Chusa, Antártida y Caza.
Aquí el ritmo bajó, pero no así la intensidad de una música que siempre sonó
muy alta, y a la que acompañó la potente voz de un Fran plenamente entregado
tanto en su faceta de cantante como de frontman
y perfecto maestro de ceremonias. Chusa
fue dedica al Sr. Rubi y Antártida
fue la primera canción en calma de la noche, que dio paso a uno de los mejores
temas, Caza: “sígueme, seguiré…” que
conectó muy bien con sus seguidores a pesar de no haberla escuchado antes. Control fue el regreso a su primer
trabajo “Bellavista” muy en la línea del rock argentino de los ochenta
que desembarcó en la movida madrileña y que les sirvió a The Noises para
argumentar su incandescencia sonora de alto voltaje. Rey dragón fue la primera incursión den el nuevo EP llamado Rapto,
en la que el grupo aprovechó para dar las gracias a Sergio (anterior bajo del
grupo que hasta subió al escenario) y de paso al resto del grupo. ¿Nos ayudáis
con unas palmaditas? Nos pregunta Fran que, en un golpe de éxtasis
interpretativo llega hasta nuestros pies (justo hasta donde le da el cable del
micrófono) y rodilla en tierra pulsa el ritmo de la sala. Una demostración de
furia y energía que dio paso a otro de los grandes momentos de la noche con Rapto, donde la vuelta a los teclados
envolventes realzan sin duda mucho más el sonido de The Noises, y en la que
Fran aprovechó para dar las gracias a las personas que trabajan junto a ellos (Mónica
Caballero, Kike del Toro, etc) y entonar un mea culpa por los malos
momentos “tontos” por los que han pasado.
Shake es el inicio del bis con Fran presentándose con una máscara
de calavera en la cara; una magnífica tarjeta de presentación que desembocó en La ciudad es tuya, otra gran canción, al
grito de: “a todos nos gustan las putas
canciones intensas” que nos llevó hasta Colmillos
con una introducción muy extraterrestre que puebla el escenario de una niebla a
la que le sigue el sonido más oscuro e introspectivo de The Noises; un magnífico
broche para una actuación vital y enérgica como pocas: pura dinamita.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.